Este artículo se publicó hace 8 años.
Comisario VillarejoAsí fue la Operación Catalunya de la ‘brigada política’ de Interior que el ministro Fernández Díaz niega
Se inició en 2012 con el informe Pujol, elaborado en cumplimiento de una orden del Gobierno al jefe de la Dirección Adjunta Operativa de la Policía, Eugenio Pino, y hay constancia de que continuó hasta finales de 2014, como demuestran las grabaciones del
Patricia López
-Actualizado a
Cuando el expresident de la Generalitat Jordi Pujol dijo la célebre frase “¿qué coño es la UDEF?”, después de que Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta publicaran un informe supuestamente elaborado por la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía, estaba destapando la ofensiva que su examigo el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, comenzaba a ejecutar contra los soberanistas catalanes y que cuatro años después se bautizaría como Operación Catalunya.
En 2012, el ministro ordenó al ex número dos de la Policía, el comisario Eugenio Pino, crear una ‘brigada política’ con personas de su absoluta confianza que pondrían en marcha todo tipo de operaciones ilegales y montajes policiales para intentar procesar a los máximos representantes políticos de CiU y ERC. Los elegidos fueron el jefe de Gabinete de Pino, José Ángel Fuentes Gago, y los comisarios Marcelino Martín-Blas (jefe de Asuntos Internos), José Luis Olivera (jefe de la UDEF), Enrique García Castaño (de Información) y José Manuel Villarejo, el único autoproclamado integrante de la unidad de inteligencia no oficializada de la Policía.
Tanto Pino, como Villarejo, Olivera y Martín Blas conocían bien los buenos tiempos de Catalunya, pues habían estado destinados en Barcelona durante los 80 y los 90 y tenían buenas relaciones allí, además de gozar de la confianza de Fernández Díaz, que fue secretario del PP de Catalunya y gobernador civil de la capital catalana.
Los papeles se repartieron. Martín-Blas y Olivera acudieron a hablar con los fiscales catalanes para que se animasen a abrir diligencias por casos de corrupción contra la familia Pujol o Artur Mas. Entretanto, Villarejo desplegaba sus redes y sus falsas identidades, algunas ni siquiera conocidas por el director general de la Policía, para conseguir fuentes con las que elaborar informes que desprestigiaran a dichos políticos.
No le fue difícil. Como desveló Público con la grabación de El Pequeño Nicolás a Javier de la Rosa, el exfinanciero se dejó embaucar por la oferta del supuesto abogado y miembro del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Manuel Villar, quien le ofreció arreglar sus problemas con la Justicia y también los económicos a cambio de que denunciase las cuentas en Suiza, la cantidad de dinero negro que poseían o cómo le metía “los billetes en los bolsillos” a Jordi Pujol y a sus hijos.
Un ejemplo de este amaño sería la conversación telefónica revelada por Público en la que el supuesto “agente encubierto” le tranquilizaba al asegurarle que pararía la publicación de El Mundo sobre su declaración en los juzgados madrileños –tras acusar de amenazas al expresident de la Generalitat–, le aseguraba que haría que destituyeran a la jueza Coro Cillán, encargada de la causa, y le prometía que sus problemas económicos también se resolverían.
El despacho de abogados empleado para la artimaña es el que consta en el Registro Mercantil a nombre del comisario Villarejo, no de ninguna de sus identidades falsas, y de su socio Rafael Redondo, que acompañó a De la Rosa a declarar ante la UDEF. Sin embargo el financiero no se ratificó ante el juez Ruz cuando fue llamado a la Audiencia Nacional.
Villarejo, alias Manuel Villar, no cumplió con los compromisos económicos y le dejó a deber un segundo pago de más de 200.000 euros. Además torpedeó otra de las promesas al filtrar la declaración a sus "periodistas infiltrados", Inda y Urreiztieta. Así lo contó De la Rosa a El Pequeño Nicolás y al director de la agencia de detectives Método 3, Francisco Marco, quien lo plasmó en el libro El Método después de que la Policía desmantelara su empresa tras salir a la luz la grabación de La Camarga.
En paralelo al trabajo que hacía con De la Rosa, Villarejo creó otro personaje para conseguir la declaración de Victoria Álvarez (Vicky), la ex de Jordi Pujol Ferrusola. Una tarde, Vicky recibió la llamada de un supuesto colaborador de El Mundo, Javier Hidalgo, que le informaba de que había sido grabada en el restaurante La Camarga junto a la secretaria general del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho.
La ex de Jordi Pujol Ferrusola no salía de su asombro y de inmediato llamó a Inda y Urreiztieta, quienes le confirmaron que Javier Hidalgo era un colaborador habitual de ellos aunque no solía firmar: así lo explicó Victoria Álvarez a Público cuando la entrevistamos en 2015. Ahora, la investigación del caso de El Pequeño Nicolás ha demostrado que el presunto periodista no era otro que el propio comisario Villarejo.
Empleando esa otra falsa identidad, se fue a Londres con Vicky a buscar al financiero que trabajaba con los Pujol, por ejemplo, y también la convenció para que fuera a declarar ante la UDEF, que dirigía José Luis Olivera, y de que le entregara documentos y nombres que sirvieron para elaborar el informe Pujol que después desmintió Interior. Ella fue a la sede policial de Canillas acompañada por Villarejo y por el abogado Rafael Redondo y después le contó a Público:
“Cuando llegué a la Audiencia Nacional escuché a los policías que decían que Javier lo quería de tal manera o que había dado tal indicación. Al salir le pregunté cómo tenía tanta mano y me dijo que además de periodista era colaborador del CNI”.
Según Victoria Álvarez, hasta que Público desveló la primera declaración del comisario Villarejo como testigo a propuesta del abogado de El Pequeño Nicolás, en 2015, ella no supo que Hidalgo y Villarejo eran la misma persona. Aun así mantuvieron el contacto, como se refleja en el sumario que investiga la grabación ilegal al CNI y a Asuntos Internos, donde consta un mensaje de ella a uno de los móviles del comisario.
Todas estas identidades y profesiones falsas de Villarejo, incluida la de agente del CNI, no estaban controladas por ningún juez, ni siquiera por el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, quien admitió no conocerlas en su declaración ante el juez que instruye el caso de El Pequeño Nicolás, Arturo Zamarriego. La Ley de Enjuiciamiento Criminal da cobertura al agente encubierto y a las empresas falsas que se crean al efecto como tapadera, pero en este caso no había orden judicial ni magistrado que amparase la operación, y las empresas aparecen con el nombre real del “agente encubierto”.
Aunque en 2012 tanto el comisario de Asuntos Internos, Marcelino Martín-Blas, como Villarejo viajaron en alguna ocasión por separado a Barcelona, cada uno a despachar los asuntos que les habían encomendado Eugenio Pino, a finales de ese año y sobre todo en 2013 la relación se rompe al aparecer el nombre del hijo de Villarejo y una de sus empresas en la Operación Gao Ping.
Martín-Blas actúa como jefe de la Unidad de Asuntos Internos contra los comisarios y policías que presuntamente colaboraban con la mafia china y que serán juzgados por la Audiencia Nacional. Esto no sienta nada bien a Villarejo, hasta el punto de que el propio comisario Eugenio Pino declara ante el juez Zamarriego que no podía juntar a ambos comisarios en su despacho.
Poco después, y en medio de la operación Gürtel, se encuentra un borrador de la UDEF, que aún dirigía José Luis Olivera, y Asuntos Internos inicia una nueva investigación denominada Operación Colombo. Este informe, también conocido como Método 3, lleva guardado en la Fiscalía desde 2014 e indaga sobre la relación entre el jefe de la UDEF –y actual aspirante a jefe de la DAO– y otros comisarios con agencias de detectives a las que se encargó incluso seguir a políticos catalanes y de otras comunidades.
La brecha entre el comisario Marcelino Martín Blas y el resto de miembros de la ‘brigada política’ termina de abrirse y el responsable de Asuntos Internos queda fuera del círculo de confianza del ministro.
Aun así, a mediados de 2014, el jefe de gabinete de la DAO, José Ángel Fuentes Gago, fomenta un encuentro entre Martín-Blas y el director de la Oficina Antifraude de Catalunya, Daniel de Alfonso. Gago había captado al magistrado para la operación contra los independentistas y tiene muchas ideas que proponer. Pero el encuentro no causa ninguna impresión en el comisario de Asuntos Internos.
A finales de septiembre, Gago le dice a Martín-Blas que le entregue su teléfono para que la Comisaría General de Información le instale un programa. Según la investigación del caso Nicolás, en realidad se le instalan dos programas y uno de ellos sirve para poder monitorizarle el teléfono. Es en esas fechas cuando a la secretaría de Estado de Interior les llega la denuncia de Vicepresidencia del Gobierno y de la Oficina Económica de Rajoy protestando de que hay un veinteañero que se hace pasar por agente del CNI y que ha intentado negociar rebajas de condena con los Pujol a cambio de información sobre ERC.
El 14 de octubre Francisco Nicolás Gómez Iglesias es detenido y en sus agendas aparecen el nombre del comisario Villarejo, el de su socio Rafael Redondo, el nombre de alguna de sus empresas, su alias de Manuel Villar y su relación con Javier de la Rosa. Martín-Blas se centra en esta investigación que le acabará costando el puesto.
En paralelo ocurren varias cosas. Como desveló Ernesto Ekaizer en El País, Villarejo se reúne en el despacho del abogado del PP, Javier Iglesias, con uno de los hijos de Jordi Pujol, para ofrecerle detener la investigación sobre su familia a cambio de información sobre ERC. Es curioso, porque El Pequeño Nicolás se reunió con Oriol Pujol y le hizo exactamente la misma propuesta, tal como contó el hijo menor del clan en la comisión de investigación del Parlament de Catalunya. También añadió que el veinteañero tenía información privilegiada sobre conversaciones que él había mantenido pero que no aparecían reflejadas en ningún sumario.
Además, los días 2 y 16 de octubre de 2014, Daniel de Alfonso cruza la puerta del despacho del ministro del Interior con un dispositivo grabador –probablemente a propuesta de su amigo Gago, miembro de la 'brigada política'– y deja al descubierto que la Operación Catalunya continuaba.
Cuatro días después, el 20 de octubre, a través de un trabajador del comisario Villarejo, se graba al jefe de Asuntos Internos manteniendo una reunión con agentes del CNI para tratar las pesquisas del caso Nicolás. Cuando la información llegó a la DAO “fue motivo de mofa”, como reconoció Villarejo en su declaración ya como investigado –imputado– en el caso Nicolai. Evidentemente, la brigada política había sufrido una baja, la del comisario Marcelino Martín-Blas.
Después se producen todos los montajes periodísticos difamatorios contra políticos catalanes y contra Podemos, que Público ha estado detallando al divulgar por capítulos la exclusiva con los audios de las grabaciones de las conversaciones del ministro del Interior con De Alfonso.
¿Existió o no una Operación Catalunya?
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