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Las macrogranjas, la enésima tormenta que no logra romper al Gobierno de coalición en dos años de legislatura

El ingreso mínimo, el SMI, la reforma laboral, los Presupuestos, la ley de Vivienda o la monarquía han provocado importantes batallas entre el PSOE y Unidas Podemos. A pesar de estas disputas, desde ambas formaciones se traslada que la coalición goza de buena salud. Lastra y Yolanda Díaz dan por hecho que quedan dos años más de coalición.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante la reunión que han mantenido este jueves, momentos antes del inicio de la reunión del Consejo de Ministros e
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en una imagen de archivo. Javier Lizón / EFE

El Gobierno de coalición resiste pese al Gobierno de coalición. Cuando Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firmaron el acuerdo para conformar la primera alianza en un Ejecutivo entre dos formaciones distintas en la historia de la democracia eran conscientes de las diferencias que separaban al PSOE y a Unidas Podemos, pero quizá no se imaginaron hasta qué punto esto se iba a evidenciar.

Tampoco se imaginaron, seguramente, que pese a todas las disputas dos años después el Gobierno seguiría funcionando de manera estable y con la intención de agotar la legislatura. Así lo confirmó el viernes la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra (una de las personas que pertenecen al órgano que coordina y gestiona los conflictos en el seno de la coalición).

Lastra, recordando el segundo aniversario de la formación de Gobierno que se acaba cumplir, recordó que muchos "agoreros" vaticinaban que el experimento inédito en democracia no tendría recorrido. "Acabamos de cumplir dos años de Gobierno y desde el primer día hubo quienes con ensañamiento y poca visión política se dedicaron a vaticinar la ruptura del Gobierno, pero este Gobierno está haciendo la mayor transformación en décadas". Y añadió que el Gobierno de coalición goza de buena salud.

Pero no solo los de Pedro Sánchez defienden a capa y espada la buena salud de la coalición, sino que Unidas Podemos también apoya esta tesis. Y esto cobra especial relevancia si se tiene en cuenta que, en su posición de partido minoritario en el Ejecutivo, el espacio confederal es el que ha iniciado batalla en más ocasiones con el objetivo de que se cumplan los compromisos que cerraron con los socialistas.

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha defendido en numerosas ocasiones que la coalición marcha bien y que, pese a los conflictos internos que han tenido lugar, la alianza entre el PSOE y Unidas Podemos no ha corrido un riesgo grave de ruptura. Incluso el propio ministro de Consumo, Alberto Garzón, destacó el buen estado de salud del Ejecutivo hace unos días en plena polémica con los socialistas a raíz en base a las macrogranjas.

Sin embargo, la nave que zarpó hace dos años tras la investidura de Sánchez no ha navegado precisamente un mar tranquilo. Al contrario, las tormentas y las marejadas han sido una constante a lo largo de la legislatura, aunque no hayan hecho peligrar la coalición.

Las múltiples diferencias

Se cuentan por centenares los titulares desde el día siguiente de formar Gobierno sobre enfrentamientos y el posible final del Gobierno de coalición. Las disputas en torno a la monarquía, las comisiones de investigación sobre el rey emérito o la petición de responsabilidades en el Congreso se convirtieron en un clásico en las fricciones de los dos socios de Gobierno.

Pero, en parte, las diferencias sobre el tema monárquico son asumidas por los dos socios de Gobierno y cada uno está en su papel. Mucho más serio fue la negociación de los dos Presupuestos Generales del Estado que se han aprobado, un tema que sí puede tumbar a un Gobierno.

En la primera negociación, que se incluyera la ley de Vivienda en los Presupuestos estuvo a punto de hacer quebrar el acuerdo porque era un requisito fundamental para Unidas Podemos. Al final, la parte socialista del PSOE lo salvó con un compromiso de hacerlo a medio plazo. A día de hoy, todavía no hay ley de Vivienda y, aunque había el propósito de aprobarla en el Consejo de Ministros del día 18 de enero, una decisión del Consejo General del Poder Judicial la ha pospuesto.

En los segundos Presupuestos, la diferencia estaba en qué nivel de reforma fiscal se comprometía el Gobierno a llevar a las Cuentas del Estado. Unidas Podemos exigía, como mínimo, gravar el impuesto de Sociedades. El PSOE cedió en este asunto, aunque aplazó una reforma fiscal más amplia.

El rosario de enfrentamientos llega hasta cuando Pablo Iglesias, como vicepresidente segundo, se enfrentó con el ministro de Inclusión Social, José Luis Escrivá, por cómo aplicar el Ingreso Mínimo Vital. Y, al final, se aprobó.

Yolanda Díaz, como ministra de Trabajo, ha tenido más que tensiones con la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), con disputas constantes con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Y en la recta final de la negociación de la reforma laboral estuvo todo a punto de saltar por los aires por la intromisión de Calviño. En ningún caso llegó la sangre al río.

La enésima tormenta ha sido el asunto de las macrogranjas, que podía considerarse como la continuación de la polémica de la "guerra del chuletón". Y han vuelto los titulares de ruptura. Nada más lejos de la realidad.

Ambos socios llevan dos años aprendiendo a convivir en la diferencia, en la disputa y en el ruido mediático. Pero, dos años después de la formación de Gobierno, en uno y otro partido se ha acrecentado el convencimiento de que se necesitan y que no están dispuestos a romper... aunque discutan.

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