Este artículo se publicó hace 8 años.
Julián Casanova: “A algunos que se hacen llamar demócratas aún les escuece que les toques a Franco”
El historiador, catedrático de la Universidad de Zaragoza, reclama educación contra el olvido. Casanova analiza los porqués de la desmemoria en España y pone como modelo al ministro Fernández Díaz: “Es el ejemplo de demócrata que nunca ha tenido una educación en democracia”
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“Los historiadores no somos anticuarios encerrados en los archivos. Escribimos desde el presente. Tenemos la obligación de enseñar y divulgar el largo y tortuoso proceso que nos ha traído la democracia, la tolerancia y la convivencia pacífica. Una historia inacabada”
Julián Casanova. ‘Breve historia de España en el siglo XX’
“No hay memoria sin educación. La modernidad se ha tragado toda la crítica social en el empeño de formar a la mejor generación de profesionales para hacer neveras, carreteras, médicos e ingenieros. Hay gente que nunca estudió en las aulas el siglo XX. Y la educación es fundamental. Cuando se pase el ruido quedarán los archivos, los museos, lo que hayamos sido capaces de generar. Y como aquí no hemos sido capaces de generar nada, dentro de 20 o 30 años Belchite ni siquiera existirá”.
No será por Julián Casanova (Teruel, 1956), guardián de la memoria reciente de este país; investigador, analista y comunicador de los años más duros del siglo pasado, los ’40 años con Franco’ que dan título al último libro del catedrático. Un historiado forjado desde la cuna en un pequeño pueblo cercano a Alcañiz, “un pueblecito que experimentó la revolución, el anticlericalismo, la guerra, la represión y el exilio”, y criado intelectualmente en las principales universidades del mundo.
“La antítesis del intelectual –sostiene- es haber nacido, crecido y vivido en el mismo sitio”. Licenciado en la Universidad de Zaragoza, con 18 años se marchó a trabajar a Suiza. Hizo la mili en Madrid donde, sin vergüenza, se presentó ante el profesor José Álvarez Junco con quien termino compartiendo amistad, casa y biblioteca. Terminada su tesis doctoral, marchó a Inglaterra donde hizo lo propio con un Paul Preston que comenzaba a investigar sobre Franco. De allí a Estados Unidos, a Ecuador, Colombia y finalmente a Hungría, donde lleva seis años dando clase en la prestigiosa Central European University. Así que sí, Julián Casanova es un intelectual errante, pero con el ojo y la pluma siempre en España, y el empeño intacto en la recuperación de la Memoria.
“Fernández Díaz es el ejemplo de demócrata que nunca ha tenido una educación en democracia”
“No hay una memoria, sino memorias, las que generan diferentes pasados traumáticos”, arranca su explicación de por qué su voluntad no coincide con la del Estado. “Y esas memorias no son fáciles de conciliar ni de explicar. El franquismo tiene una sobra alargada y los mismos que se hacen pasar por demócratas, les escuece cuando les tocas a Franco. No son capaces de hacer una condena, como la de la derecha europea derrotada por el antifascismo. Ese es el tema fundamental. España no entró en el proceso de ‘desnazificación’ y ‘desfascización’ europeo. Políticamente y económicamente salió bien, pero eso dejó un sustrato que sale cada vez que se habla de aquellos años. Tú explicas a Franco, ellos salen con Paracuellos y Carrillo”.
Un ejemplo de la “alargada sombra” sería el Valle de los Caídos: “No sabemos qué hacer con él y no puede ser que un turista no sepa cómo se levantó, o que las víctimas sigan allí y nadie haga nada”. La muestra del “sustrato”: las palabras de Jorge Fernández Díaz cuando, a propósito de la exhumación de los restos de Mola y Sanjurjo en Pamplona, afirmó: “Algunos quieren ganar la Guerra Civil no sé cuántos años después”. “Es el ejemplo de demócrata que nunca ha tenido una educación en la democracia”. Es demócrata en la medida en que las relaciones de poder y su policía se lo permiten, pero no en la sensibilidad, los afectos que van más allá de las ideas, o en una formación que no vivió en su casa ni en su país”, afirma Casanova.
Y el Catedrático de Historia Contemporánea dice que “no opina sobre el pasado, lo analiza”. Lleva más de cuarenta años en la investigación y la historia comparada. Primero con la inquietud puesta en la izquierda de su Anarquismo y Revolución o de Tierra y Libertad. Más tarde, en el Pasado oculto, gracias a una recomendación que le hizo Preston mientras compartían cocina y cerveza: “Me dijo: los historiadores estáis obsesionados con la izquierda, pero la historia del siglo XX en España está dominada por la derecha. Deberías empezar a estudiarla en serio”. Y tanto caso le hizo al hispanista, que su trabajo sirvió para identificar a los 3.500 republicanos fusilados en Torrero, hoy sede de la más importante ruta sobre las víctimas del franquismo.
Otra de sus obsesiones ha sido la de explicar la historia desde puntos de vista alejados de la historiografía política que aprendió en la universidad del franquismo. Así nació uno de sus libros más vendidos, referencia en las universidades de Latinoamerica: ‘La historia social y los historiadores’. Y desde ese punto de vista social tiene Casanova una teoría de por qué, a pesar del pasado dramático y del presente corrupto, la derecha sigue dominando el panorama político patrio.
“No es cierto que España sea un país de derechas, sino que hay una base social mayoritaria de lo que se llama ‘gente de orden’: la gente que produce, la que da trabajo, los políticos. Eso afecta a la cultura: esa gente de orden es la que menos lee, la que menos crítica quiere, la que se ríe de los titiriteros, de los que no son ingenieros. Y enfrente, la izquierda está dispersa en un montón de partidos. Los votantes pueden pensar ‘Mariano Rajoy es idiota’ pero, al final, también lo consideran defensor de la gente de orden”.
E introduce el historiador en su discurso no una certeza sino una hipótesis: “Si en diciembre del año pasado hubiera salido un gobierno de PSOE y Ciudadanos con la abstención de Podemos, el mapa político hoy sería diferente: la derecha hubiera empezado a tener problemas. Si Rajoy no se hubiera salvado tras el 20D, lo que está ocurriendo hoy con el PSOE, lo estaríamos viendo con Aznar, Aguirre y el presidente en funciones”.
“Los votantes pueden pensar ‘Mariano Rajoy es idiota’ pero, al final, también lo consideran defensor de la gente de orden”
Le sale un suspiro a Casanova cuando se le pregunta por la cuestión que él mismo ha dejado en suerte: el del “dañado edificio socialista” en palabras de su gestor. Coge aire y se remonta a los años 70 para explicar que todo empieza con la crisis de la socialdemocracia europea que “ya no es alternativa al sistema que ha triunfado, el de Thatcher o Merkel”. Sigue por el PSC, “un partido que antes era caladero de votos y exportador de élites del socialismo” y que la cuestión catalana “ha convertido en partido marginal”. Y termina por los cachorros del partido, como Susana Díaz: “La vieja guardia no se renovó y las nuevas generaciones, como la que llegó del sur, han entrado desde el aparato, no de la protesta o los movimientos sociales como ocurrió tras el franquismo”.
Afirma que como historiador “no puede predecir el futuro”, pero interpretando el presente asegura: “Esto va a crear en una larguísima transición en el PSOE que, como no sea capaz de encontrar caminos alternativos, no va a tener espacio político”. El que le ha comido Podemos. Y tampoco le cuesta al aragonés entrar al trapo del debate en la formación entre los de Iglesias y los de Errejón. “No sé si tiene que ver con uno o con otro, pero la historia es clara: las conquistas rápidas de poder, sin haber conquistado antes una base social amplia, son efusivas y fervorosas pero no suelen acabar bien”, advierte.
“La historia es compromiso”, justifica con una sonrisa todas sus sentencias el catedrático, escritor, articulista, tertuliano radiofónico y orgulloso padre de Miguel, un joven y prometedor cineasta al que augura un futuro tan fascinante como complicado. “El mejor crítico siempre muestra que la vida, por muy negra que parezca, siempre tiene colores. Y el futuro es de la gente; de la que sea capaz de educarse en los valores que conectan con la solidaridad, con la búsqueda de distribución de la riqueza, con el medioambiente; de los que tengan preocupaciones más allá de su ombligo. Ellos son los agentes de la historia”, termina el profesor Casanova.
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