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Un híbrido de Suárez y Clinton

Zapatero aparece unido a los dos ex dirigentes por un mismo patrón: 'Un presidente que desconcierta'

GONZALO LÓPEZ ALBA

Tiene Zapatero un perfil híbrido de Adolfo Suárez y Bill Clinton, si se atiende al parecer de personas que trabajaron con el primer presidente de la España democrática y al retrato que del ex presidente de EEUU hizo el periodista Joe Klein, que cubrió sus dos campañas electorales y sus años (1993-2001) en la Casa Blanca (Bill Clinton. Una presidencia incomprendida).

Los tres aparecen unidos por un mismo patrón: 'Un presidente que desconcierta'. Y por una misma descalificación: la derecha les consideró a los tres 'usurpadores' del poder.

SUÁREZ Y ZAPATERO

La intuición para interpretar el devenir de su tiempo y la audacia para ejercer el poder es lo que más identifica a Zapatero con Suárez. 'Va demasiado deprisa', fue la común advertencia que recibieron de las cancillerías cuando adoptaron decisiones de riesgo como la legalización del PCE o la retirada de las tropas de Irak.

El peso de la intuición en su toma de decisiones conecta en ambos casos con una concepción de la política como instrumento de cambio de la sociedad y de sus valores, que para que pueda prosperar ha de ser acompasado al ritmo vital de la ciudadanía.

La audacia se corresponde con su interpretación como un juego que proporciona disfrute emocional, propio de quienes tienen querencia por las situaciones límite. Una de las personas que más y mejor conoce a Zapatero, su primo José Miguel Vidal, confirma que hay en él 'un narcisismo contenido', 'una chulería contenida' (Madera de Zapatero, Suso de Toro). Lo mismo se decía de Suárez.

El ejercicio audaz del poder responde también a su completa ausencia de esa secular visión fatalista del destino de España, que se plasmó en el 'Que inventen otros'. Es Zapatero un leonés castellano que, como producto de una orografía que nunca pone freno a la mirada, siempre persigue el horizonte inalcanzable -el proceso de paz-. También Suárez era mesetario y, en su caso, logró lo que parecía inalcanzable: que los herederos del franquismo se hicieran el harakiri aprobando la ley de reforma política que supuso el primer paso en la transición hacia la democracia.

La similitud se extiende a su forma de trabajar: concentrarse en los asuntos prioritarios en cada momento, o que van mal, y dejar hacer a sus colaboradores en las áreas que funcionan sin necesidad de su intervención.

Seductores en la distancia corta, Zapatero y Suárez coincidieron en varios actos oficiales después de que el primero fuera elegido secretario general del PSOE.

Bajo el título La transición sonriente, en la galería fotográfica de presidentes instalada en el complejo de La Moncloa hay una instantánea de los dos juntos en el palco de autoridades del desfile de las Fuerzas Armadas, en octubre de 2001. Charlan animadamente, con una sonrisa franca y abierta que parece fotocopiada.

Según personas cercanas, había empatía. Incluso se citaron, a través de amigos comunes, para jugar una partida de mus. No llegó a celebrarse porque el ex presidente del Gobierno ya empezaba a acusar los efectos de su enfermedad.

'Puedo prometer y prometo', decía Suárez. 'He cumplido la palabra dada', dice Zapatero.

CLINTON Y ZAPATERO

La semejanza con Clinton tiene más que ver con el proyecto político y con el significado que otorgan al poder. Solía repetir Clinton que había ido a Washington a 'hacer cosas'. No deja de repetir Zapatero que llegó a La Moncloa para 'hacer cosas'.

Ya en 1991 pronunció Clinton, en una reunión del Consejo de Liderazgo Demócrata, un mantra que Zapatero hizo suyo: 'Nuestro deber es plantear al pueblo una nueva opción (...) que da la palabra a los ciudadanos, les proporciona un gobierno sensible a sus necesidades (...)'.

Otro mantra de origen clintoniano que Zapatero ha hecho suyo: 'Nuestra diversidad es nuestra fuerza, no una debilidad'. La capacidad de interpretar que una sociedad multirracial es una fuente de riqueza económica y creatividad cultural llevó a sus países a cuotas históricas de crecimiento económico y modernización.

Clinton se autocalificó de 'nuevo demócrata', Zapatero de 'demócrata social'. Clinton consideraba su misión más importante 'dirigir la transición de la nación de la era Industrial a la Era de la Información'; Zapatero, hacer que España pase de la convergencia industrial con Europa al liderazgo en la creatividad científica.

Comparten una misma fe política: 'El optimismo es un atributo político extremadamente valioso, pero con frecuencia suele subestimarse'. También, incluso, la propensión a comunicarse por teléfono.

Tuvo Clinton 'un primer mandato con muchas victorias abstractas y derrotas concretas -la fallida e insensata tentativa de reforma de la cobertura sanitaria promovida por la señora Clinton fue, por ejemplo, más visible que el revolucionario empeño de su marido de erradicar el déficit del presupuesto federal-'.

Juicios similares ha merecido el primer mandato de Zapatero, en el que han sido 'más visibles' el fracaso de la negociación con ETA, las controvertidas reformas territoriales o el deterioro de instituciones claves como el Tribunal Constitucional que la tranquila revolución social que ha hecho que, por ejemplo, España sea hoy uno de los únicos siete países del mundo cuya Seguridad Social se remunera en el mercado internacional, pionero en leyes como la de atención a la dependencia, matrimonios homosexuales o lucha contra la violencia de género. La utopía de varias generaciones de socialistas españoles: alcanzar los niveles de bienestar y derechos creados de las socialdemocracias nórdicas.


Clinton lo confesó sólo tiempo después de dejar la Casa Blanca: 'Al principio, durante los dos primeros años, intenté afrontar demasiados problemas al mismo tiempo. Estaba obsesionado..., pretendía hacer todo lo que pudiera y cuanto antes, a la vez que intentaba aprender cómo era en realidad ese trabajo...'.

No lo reconoce así el socialista español, pero la reflexión del presidente estadounidense es compartida por muchos observadores de la presidencia de Zapatero.

Un trabajo 'para el que había estudiado, con el que había soñado y para el que se había preparado desde que era un niño'. Lo escribió Klein de Clinton, pero vale igualmente para Zapatero.

Se entrevistaron por primera vez el lunes pasado, en el Palacio de la Moncloa, y la reunión que estaba previsto que, como mucho, durase una hora se prolongó hasta casi dos.

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