Este artículo se publicó hace 9 años.
Una estrategia en la mochila
Rajoy pone al frente de la campaña a Moragas para recuperar el voto de centro en las elecciones generales de noviembre. El objetivo principal pasa por arrinconar al PSOE en la extrema izquierda. El domingo acaba el plazo que se dio el presidente para los cambios en el Gobierno.
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MADRID.- "Nuestro voto se ha perdido claramente por el centro y se ha perdido sobre todo por la abstención; insisto, sobre todo por la abstención". Con estas palabras, el presidente del Gobierno y del PP alertaba a sus dirigentes de por dónde debían empezar a trabajar para las elecciones generales: recuperar el voto de centro. Fuentes del Partido Popular lo explican mejor: no tiene sentido intentar hacerse con el electorado de Podemos o del nacionalismo, por ejemplo.
El objetivo ahora es recuperar el voto de Ciudadanos (centro derecha) y arrebatar a esos votantes del PSOE que se dicen de centro izquierda "pero mantienen principios conservadores" (unidad de España, Monarquía, UE,...) con respecto a la defensa del sistema actual heredero de la Transición y de las instituciones; es decir, aquellos votantes susceptibles de ser atraídos al PP por el discurso del miedo a "los radicales" de izquierda (Podemos).
"En las diez ciudades más grandes de España, el PP es la primera fuerza en ocho y sólo gobierna en dos. Mientras que el PSOE no es la primera fuerza en ninguna de las diez grandes ciudades de España y sin embargo, va a gobernar en tres"
El cambio de mensaje de Mariano Rajoy quedó reflejado perfectamente en su intervención el pasado jueves ante el Comité Ejecutivo Nacional. Se ha pasado del discurso de la "herencia económica recibida" del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero al discurso de la "radicalidad" del PSOE de Pedro Sánchez, pasando por el mensaje machacón de la recuperación económica y la creación de empleo y el de que es el PP y no los socialistas quienes garantizan las políticas sociales.
Poner a Alfonso Alonso al frente del Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales en lugar de Ana Mato, entra de lleno, de hecho, en esa apuesta de Rajoy por vender una agenda social centrada en la igualdad, las pensiones o la familia; dirigida a convencer con el argumento de que la creación de empleo es la mejor política social. "Y esos empleos se están creando", insisten los conservadores, sin entrar a valorar su calidad o duración.
Ciudadanos, sin el lastre de la corrupción
Rajoy reconoció el jueves, sin embargo, que este discurso (evitar el rescate tras la desastrosa gestión de Zapatero o comenzar la recuperación económica con éxito reconocido por todas las instituciones internacionales) no basta para recuperar votos, además, cuando una nueva formación de centro (Ciudadanos) se presenta como alternativa sin el pesado lastre de la corrupción que arrastra el PP. El presidente comenzó, pues, el mismo 25 de mayo -un día después del batacazo conservador en las elecciones autonómicas y municipales- a modelar el mensaje en torno al PSOE y sus pactos de gobierno.
"Las elecciones se ganan cuando se gobierna", advertía un 'barón' del PP a las puertas de la sede de la calle Génova
"En las diez ciudades más grandes de España, el PP es la primera fuerza en ocho y sólo gobierna en dos. Mientras que el PSOE no es la primera fuerza en ninguna de las diez grandes ciudades de España y sin embargo va a gobernar en tres". Éste fue, entre otros, uno de los ejemplos que Rajoy dio a sus filas el jueves sobre el peligro de la radicalización socialista y el daño que podían hacer al PP. Lo resumía mejor uno de los barones, sin embargo, a las puertas de la sede nacional del partido en Madrid, minutos antes del Comité: "Las elecciones se ganan cuando se gobierna".
El presidente del Gobierno está convencido de que podrá hacerse con el votante de centro del PSOE si consigue convencerlo de que Sánchez ha apostado por abrazar a los "extremistas", "radicales" o seguidores del Gobierno venezolano. Es el mismo votante, explican en el PP, que trasladó su apoyo al actual presidente en 2011, decepcionado por la gestión económica de Zapatero, y le dio unas mayoría absoluta "sin precedentes". Es el elector desideologizado, pragmático, que vota "el compromiso y la gestión económica" y aparca todo lo demás, ilustran en el PP.
Rajoy se comprometió a implicarse más en la dinámica del partido, al menos, otras dos veces durante esta legislatura
La estrategia de Rajoy ha venido acompañada de cambios en el partido, escasos para muchos y suficientes para los menos, pues al haber mantenido a Dolores de Cospedal al frente de la Secretaría General y a Javier Arenas en la dirección nacional como vicesecretario, el mensaje lanzado a los votantes es muy débil. Sólo la presencia de Pablo Casado como responsable de Comunicación otorga el aire de renovación tan reivindicado desde las sedes del PP de las cuatro esquinas del país. No ocurre así, en cambio, con el resto de nombramientos (Fernando Martínez Maíllo, Javier Maroto o Andrea Levy) pues estos tres nuevos vicesecretarios son muy poco o nada conocidos.
La elección de Jorge Moragas como director de campaña (una especie de coordinador de facto entre La Moncloa y la calle Génova) es, quizás, el mensaje más importante, por cuanto sitúa al mismo Rajoy tomando las riendas del PP, algo que, con todo, se comprometió a hacer, al menos, dos veces más en la legislatura y no hizo. Quedan cinco meses para las elecciones generales y el presidente agota este sábado el plazo que se dio para hacer cambios también en el Ejecutivo ("Antes del verano", que empieza el domingo 21), pero en su entorno ya empiezan a oírse voces que descartan esta crisis y limitan todos los cambios a los realizados en el PP el jueves.
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