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España, en vilo por la decisión de Pedro Sánchez tras los ataques de la ultraderecha a su esposa

El presidente del Gobierno tiene previsto comparecer públicamente este lunes para anunciar el camino que seguirá tras su periodo de reflexión de cinco días. ¿Dimitirá o seguirá en su cargo?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en la sesión de control al Gobierno celebrada este miércoles en el Congreso
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene en la sesión de control al Gobierno celebrada el pasado miércoles en el Congreso. J.P.Gandul / EFE

La última vez que Pedro Sánchez apareció públicamente habló, sin mencionarla de forma expresa, de su esposa Begoña Gómez. Fue el miércoles, pocos minutos después de las 9.00 horas en el Congreso de los Diputados. "En un día como hoy, y después de las noticias que he conocido, a pesar de todo, sigo creyendo en la justicia de mi país", dijo en la sesión de control al Gobierno. 

Esa misma mañana se había conocido que un juzgado abría diligencias secretas contra Gómez por presunto tráfico de influencias. Lo hacía tras una querella del pseudo sindicato ultraderechista Manos Limpias. La organización ultracatólica Hazte Oír repitió la iniciativa dos días después. Sánchez, en la mañana del miércoles, estaba abatido, tocado y muy serio. Lo reconocieron en los pasillos del Congreso varios de sus compañeros. 

Pero nadie vislumbraba lo que sucedería esa misma tarde, sobre las 19.10 horas. Sin previo aviso, el presidente del Gobierno publicó una "Carta a la ciudadanía". En ella denunciaba los ataques sufridos por Gómez y su familia o la complicidad con ello del PP de Alberto Núñez Feijóo y de Vox. Cancelaba toda su agenda pública hasta este lunes para reflexionar sobre si merecía la pena seguir en su cargo. Tras cinco días, daría a conocer a la opinión pública su decisión. 

El impacto en Moncloa y en el PSOE fue tremendo. A diferencia de otras decisiones inesperadas como el adelanto electoral del 23J, esta carta la escribió Sánchez en solitario junto a su familia. Ningún colaborador supo de ella hasta que ya estaba escrita y lista para difundir en la red social X (Twitter). No transmitió nada a ningún colaborador y no tuvo contacto con ellos previamente. 

Ese carácter personal y no político del estado de Sánchez es lo que mayor incertidumbre ha generado en las filas socialistas. Ya pocas horas después se transmitía que la reflexión iba en serio. Que no había faroles esta vez. El líder del Ejecutivo se refugió en Moncloa, solo con contactos burocráticos y rutinarios con su jefe de gabinete Óscar López. 

Mientras tanto, los principales dirigentes del PSOE le transmitían sus mensajes de apoyo y cariño. Le animaban a no desfallecer, a no dimitir. Pero esa salida se comenzó a contemplar de forma real ya el mismo jueves. En paralelo, las federaciones socialistas se organizaron para un gran acto de apoyo a su secretario general. 

Sánchez no acudió al acto de inicio de campaña en Catalunya junto a Salvador Illa. Tampoco lo iba a hacer al comité federal previsto para el sábado y enfocado a las elecciones europeas. Así que Ferraz aprovechó el momento emocional que habían ido alimentando las bases para que el máximo órgano de los socialistas entre congresos fuera un gran acto de apoyo a Sánchez. 

Más de 12.000 personas se dieron cita ante la sede del PSOE. Con un mensaje claro tanto dentro, por parte de los dirigentes, como fuera: "Quédate". Lo pronunció la vicepresidenta primera y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero. La número dos de los socialistas sería la sucesora natural de Sánchez. La ley, de hecho, marca que sería presidenta en funciones hasta que hubiera una nueva investidura o convocatoria electoral.

Pero nadie en el PSOE quiere hablar de esa hipótesis sucesoria. Esperan que el acto de catarsis colectiva del sábado en Ferraz haga a Sánchez recapacitar y no deje Moncloa. Nadie tiene certezas, solo sensaciones entremezcladas de preocupación, tristeza, incertidumbre y una pizca de esperanza. 

La gota que colmó el vaso para Sánchez fue las diligencias abiertas contra su esposa. Pero como ahora reconocen varias personas cercanas al presidente del Gobierno, el sufrimiento personal llevaba tiempo haciendo mella en él. En todo caso, esas mismas fuentes apuntan a que en ningún caso se esperaban que pudiera estar barajando su dimisión.

No había señales para ello. Todo lo contrario, más con un ciclo electoral que ha empezado bien. En Euskadi, el PSE ha mejorado sus resultados y vuelven a ser decisivos en la formación de Gobierno. Las perspectivas en Catalunya son buenas, con el PSC de Illa como favorito. Dos días antes de la carta, Sánchez transmitió a su Ejecutiva sensaciones positivas también para los comicios europeos. 

Este lunes, a una hora todavía por determinar, Sánchez comparecerá en Moncloa. La expectación es máxima. Las preguntas se suceden. ¿Se irá de verdad? ¿Tomará alguna medida de calado contra el lawfare? ¿Habrá hecho efecto la reacción de las bases? Las respuestas solo las sabe Sánchez.  

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