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Elecciones en Madrid Podemos fía las elecciones al despertar de la izquierda tras la campaña más intensa y personal de Iglesias

La formación morada ha basado buena parte de su estrategia en tratar de movilizar electorado para el conjunto del bloque progresista, aunque en los últimos días de campaña se ha centrado en atraer voto hacia Unidas Podemos. Las amenazas de muerte y las cartas con balas han dibujado el escenario de la que podría ser la última batalla del dirigente Pablo Iglesias contra la ultraderecha.

Pablo Iglesias
Imagen de archivo de Pablo Iglesias en un acto de Unidas Podemos en Usera. Dani Gago

La campaña electoral de la Comunidad de Madrid no se entiende sin Pablo Iglesias. No se trata de la presencia del candidato en los debates, ni de la valoración de su estrategia, actos y apariciones en este periodo. El líder de Podemos ha visto en las últimas semanas cómo se iba dibujando una campaña que, a la vez que se ajustaba para sacar su perfil más combativo (y quien sabe si también más eficaz para movilizar electorado), afectaba a su vida personal y a su intimidad de una manera que era muy difícil de imaginar hace apenas unos días.

La campaña no se entiende sin Pablo Iglesias, al igual que la que previsiblemente será la última batalla política al máximo nivel del líder de Podemos no se entiende sin su implicación personal tras haber recibido él y su familia hasta dos cartas con amenazas de muerte y balas en su interior.

No es lo mismo alertar sobre los peligros que acarrea la entrada de la ultraderecha en las instituciones madrileñas, en el marco de una campaña electoral, que abortar un debate y estrenar un cordón sanitario de la izquierda contra Vox, tras dudar su candidata de las cartas con balas. 

La estrategia estaba clara al principio de la campaña. Como todos los partidos, Unidas Podemos había diseñado su propio plan para ganar la Comunidad de Madrid el 4 de mayo, un plan que contaba con varios ejes: movilizar al electorado de los barios y municipios populares (históricamente reticente a ir a votar); aguantar el "efecto Iglesias" que se produjo con la salida del líder de la formación morada del Gobierno; y echar el resto en los debates electorales, un espacio que era clave para Podemos por el perfil de su líder, por la fuerza de su programa, y porque se consideraba que algunos de los candidatos a batir no eran precisamente duchos en los formatos del cara a cara.

Nada salió como se planeaba pero, quizá, nada salió mal. En el debate electoral Iglesias logró posicionarse como el rival a batir por Isabel Díaz Ayuso y por la ultraderecha, pero la líder del PP salió más entera de lo esperado y su actuación parecía colocarla en una buena posición, habida cuenta de que anunció que solo participaría en un único debate electoral. Al día siguiente la campaña y la estrategia de los partidos, también la de Podemos, sufrían su primer revés con la recepción por parte de Iglesias de una carta con proyectiles y amenazas de muerte en su interior.

El desarrollo del debate en la Cadena Ser (sin una Ayuso que se libró de tener que decidir acerca del cordón sanitario a la ultraderecha sin el auxilio de sus asesores) es de sobra conocido, y la marcha de Iglesias marcó un antes y un después que dio el remate final a cualquier estrategia planificada de antemano. Cuando el entonces vicepresidente segundo anunció su salida del Gobierno para concurrir a las elecciones en Madrid se generó la duda sobre la versión de un líder de Podemos que en sus años de actividad política ha mostrado muchas caras.

Una movilización histórica que desafíe a las encuestas

El dirigente que irrumpió en la izquierda española señalando a IU como un "pitufo gruñón" fue el mismo que bajó pistones para entrar en un Gobierno de coalición cuando Pedro Sánchez confesaba que compartir el poder con Unidas Podemos le generaba insomnio.

En esta campaña se han podido ver todos sus registros: mano tendida y campaña "amable" con una izquierda que necesita movilizar electorado; y contundencia, tono grave y rechazo frontal contra una Ayuso que está dispuesta a meter a la ultraderecha en las instituciones madrileñas para gobernar. Pero, de nuevo, las cartas con las balas y las amenazas de muerte han dado lugar a otro registro de Iglesias, uno más personal y desconocido, más real, cuya eficacia no había sido puesta a prueba antes en unas elecciones.

De la estrategia inicial solo quedó el afán movilizador, el echar el resto para despertar a una izquierda dormida que, según defienden desde la formación, puede dar una patada antológica a las encuestas y a la demoscopia. Todo lo demás, si no se quedó por el camino, se desdibujó entre las amenazas de muerte y los proyectiles. Buena prueba de ello es que en sus últimos actos, los dirigentes de Podemos, incluyendo al propio Iglesias, han pisado el acelerador y han pedido el voto para su formación y no para el bloque progresista, destacando las diferencias entre las listas, los programas y, sobre todo, la actitud de cada uno ante la ultraderecha y el fascismo.

De nuevo, Unidas Podemos se encuentra cara a cara con unas elecciones que, como en todas en las que han concurrido, ponen a la formación a remontar las encuestas. En el partido están satisfechos con la campaña y destacan que se ha generado una expectación y un "ambiente que incita mucho a la esperanza" (los actos han estado llenos de simpatizantes, y los candidatos han tenido una buena acogida entre los vecinos de los barrios y municipios del sur, donde han volcado su campaña).

Sobre las perspectivas en este 4 de mayo, aseguran que "todas las opciones están abiertas", que sus "algoritmos" ponen a la formación morada en una situación mejor que las encuestas publicadas y que, como defienden desde el principio de la campaña, si la movilización supera las expectativas, "los barómetros van a perder buena parte de su sentido".

La campaña electoral de Madrid no se entiende sin Iglesias y, si la izquierda logra superar al bloque de la derecha y de la ultraderecha este martes y conformar un gobierno progresista, en Unidas Podemos creen que se darán las condiciones para afirmar que "las elecciones de la Comunidad de Madrid no se entienden sin Iglesias".

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