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SESTAO.- ¿Se imagina a un director de periódico detenido, torturado y luego absuelto? No se vaya a la Turquía de Erdogan. Tampoco retroceda hasta los crueles años del franquismo. En febrero de 2003, el director del diario Egunkaria –cerrado por orden de la Audiencia Nacional en la época de Aznar-, Martxelo Otamendi, denunció que había sido torturado por la Guardia Civil. Según su aterrador testimonio, incluso simularon que le iban a pegar un tiro. Este jueves, el periodista aprovechó su participación en las VI Jornadas de Memoria Histórica de Sestao para advertir sobre los intentos de “echar tierra por encima” ante este tipo de casos.
El actual director del periódico Berria estuvo acompañado por dos declarados militantes contra la tortura: Andrés Krakenberger, ex presidente de Amnistía Internacional y actual responsable de la asociación de defensa de los derechos humanos Argituz, y Julen Arzuaga, uno de los fundadores del Observatorio de Derechos Humanos de Euskal Herria y actual parlamentario de EH Bildu en Vitoria.
Antes de sus intervenciones tuvo lugar una interpretación teatral del poema de Mario Benedetti Hombre preso que mira a su hijo. Fue el turno de las emociones. Luego llegó el momento de las denuncias sobre el pasado, pero también sobre el presente. No en vano, tanto Arzuaga como Krakenberger coincidieron en señalar que la tortura no sólo sobrevivió al franquismo, sino que se mantuvo activa durante las últimas cuatro décadas.
“En este país, la tortura ha estado presente siempre”
“En este país, el fenómeno de la tortura ha estado presente siempre”, apuntó Arzuaga, quien recordó una frase del temible general franquista Emilio Mola: “es necesario generar un clima de terror. Debemos imponer una sensación de superioridad, eliminando sin escrúpulos a quien no piensa como nosotros”. En ese sentido, el parlamentario denunció que estas prácticas “se han mantenido de manera sistemática” tras el final de la dictadura para cumplir con tres objetivos: “arrancar una declaración, controlar a un sector social y generar terror”. “La tortura –remarcó- ha permanecido en democracia”.
Durante la jornada celebrada este jueves en Sestao –que tuvo como moderador a otro periodista, el presentador de Onda Vasca Javier Vizcaíno-, Otamendi le puso voz y rostro a esas graves vulneraciones. Su infierno comenzó el 20 de febrero de 2003, cuando el juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo decretó el cierre de Egunkaria. Según su criterio, este periódico formaba parte de un supuesto entramado empresarial al servicio de ETA. Siguiendo esa interpretación, Del Olmo ordenó las detenciones de diez personas, entre las que figuraban –además del propio Otamendi- personalidades muy conocidas de la cultura vasca, como el escritor Joan Mari Torrealdai o Iñaki Uria, otro veterano militante del ámbito euskaldun que también formaba parte de la dirección de Egunkaria.
Cinco de los diez
detenidos por el caso Egunkaria aseguran
haber sido torturados
Todos ellos acabaron en los calabozos de la Guardia Civil, donde cinco de los diez detenidos aseguran haber sido torturados. En el acto de este jueves, Otamendi no quiso repetir el relato de los sufrimientos padecidos, que incluyeron prácticas como la “bolsa” –consistente en ahogar a la víctima con un plástico en la cabeza- o la adopción de posturas homofóbicas. En 2003, este testimonio le valió a Otamendi una denuncia en su contra por parte del ministro de Interior en el gobierno de Aznar, Ángel Acebes, que le acusó de “seguir un manual de ETA” respecto a las torturas durante el período de incomunicación. Los jueces no lo creyeron así, por lo que finalmente archivaron la querella.
Condena europea a España
En cualquier caso, aún faltaba escribir otro capítulo de esta dantesca historia: en octubre de 2012, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) condenó a España por no investigar de manera seria y contundente las graves denuncias de torturas formuladas por el director de Egunkaria. Previamente, en abril de 2010, la Audiencia Nacional había absuelto a Otamendi y al resto de detenidos en la operación contra ese periódico. Según concluyó la Sala de lo Penal en un durísimo fallo, las acusaciones carecían del más mínimo fundamento.
"Si investigamos la verdad y aplicamos la justicia,
habrá mucho trabajo
en los juzgados"
“Hoy muchos hablan de verdad y justicia. Me gustaría saber si son conscientes de que si investigamos la verdad y aplicamos la justicia, habrá mucho trabajo en los juzgados”, afirmó el periodista. Cuando aquí se habla de verdad y justicia -remarcó-, ¿significa que los responsables del cuartel de Intxaurrondo van a ser investigados? ¿Acaso también van a investigar a los consejeros de Interior (del Gobierno Vasco)?”.
Asimismo, Otamendi hizo hincapié en los casos de torturas que involucran a la Ertzaintza y que jamás fueron investigados, así como el papel de los responsables del Gobierno Vasco que “acudían a Intxaurrondo vestidos de gala para celebrar el 12 de octubre, cuando sabían que estaban en el mayor centro de torturas de Europa occidental”. “No podían ir a ese cuartel y decir que estaban en un pacto por los derechos y las libertades”, apuntó.
“Ojito con lo que vais a decir”
Por su parte, Krakenberger recordó que España “ha sido condenada por el TEDH en múltiples ocasiones, no por torturar, sino por no investigar torturas”. Durante su intervención, el experto citó diferentes tramos de un informe sobre la práctica de la tortura en Euskadi que elaboró Argituz junto a distintas entidades de Euskadi. Los números son realmente impactantes: de los 45 casos peritados en este estudio, sólo 11 consiguieron informes médicos efectuados durante el período de incomunicación. “Cuando se los llevaba al médico forense, previamente se les advertía que tuvieran ojito con lo que iban a decir. Además, la consulta se hacía con la puerta abierta, con los policías fuera”, indicó el experto.
Tras repasar esos datos, Krakenberger recordó que las víctimas de la tortura “tienen derecho a verdad, justicia, reparación y no discriminación”. Sin embargo, tanto el ex presidente de Amnistía Internacional como los demás panelistas coincidieron en denunciar que esas premisas legales no se cumplen. “En el caso de Otamendi, el Estado español prefirió pagar una multa para no investigar sus denuncias”, describió el moderador de la conferencia. Unos segundos antes, Krakenberger se había despedido con una frase de George Orwell: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”.
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