Este artículo se publicó hace 9 años.
Convergència pierde la mitad de los escaños y Artur Mas se agarra a la "mayoría soberanista"
Duro golpe de Democràcia i Llibertat, el partido del President, que acaba por detrás de En Comú Podem, ERC y PSC. Las fuerzas partidarias al derecho a decidir vuelven a ser mayoría en Catalunya (29 escaños de 47) pero el independentismo baja en votos respecto al 27-S y enviará finalmente a 17 diputados al Congreso.
BARCELONA.- Democràcia i Llibertat, la marca con la que Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido liderado por Artur Mas, se ha presentado a las elecciones generales, ha perdido la mitad de los escaños (8) que CiU logró en 2011 (16). Un retroceso implacable, ya que en aquellos comicios, con el 'procés' en fase de gestación y de la mano de su socio histórico -una Unió Democrática de Catalunya (UDC) que como ya le ocurrió en las autonómicas ha vuelto a quedarse sin representación-, el partido también logró ser el más votado, superando por primera vez al PSC.
CDC ha registrado el peor resultado en unas elecciones en toda su historia -nunca había sido cuarta fuerza- y eso se ha notado en los escasos militantes, unas pocas decenas, que se han reunido en el Museu Marítimo de Barcelona para seguir la jornada electoral. Acostumbrados durante años a la pomposidad del Hotel Majestic, esta vez el seguimiento del escrutinio ha tenido una repercusión más que discreta. Durante muchos minutos la sede ha sido un auténtico cementerio; sin bullicio, sin aplausos, con pocos motivos para sonreír -más allá del momento en el que Josep Antoni Duran i Lleida ha aparecido en pantalla para certificar el fracaso de Unió después de 33 años como diputado en el Congreso.
Si los sondeos ya no eran demasiado esperanzadores, el escrutinio ha confirmado la debacle: Democràcia i Llibertat quedaba por detrás de En Comú Podem (12) y ERC (9) y empataba con el PSC (8) pero con un porcentaje de votos ligeramente inferior. Las valoraciones políticas, como es habitual en estos casos, han tratado de maquillar el resultado. "El balance final es razonablemente positivo", ha arrancado Francesc Homs, candidato de la coalición al Congreso, "porque se ha logrado en un contexto nada favorable, adverso, donde no ha sido fácil aguantar nuestra posición".
El presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas, también se ha abrazado al victimismo en su intervención: "Somos un partido identificado como pieza clave para el proceso soberanista y despiadadamente atacado por los poderes del estado. En este contexto, el apoyo de hoy tiene un doble mérito".
Tanto Mas como Homs han querido felicitar a los dirigentes de ECP y se han congratulado del histórico resultado de ERC, con quien CDC forma grupo parlamentario. En clave netamente independentista, los 17 escaños sumados por DiL y ERC, las dos fuerzas que formaron parte de Junts pel Sí, quedan lejos de la mayoría en Catalunya, la segunda comunidad autónoma que más diputados 'envía' al Congreso con 47.
Los sufragios no engañan y si el 27-S JxSí y la CUP reunían un total de 1.966.508 votos independentistas, en esta ocasión, y sin la participación de la candidatura cupaire, la cifra apenas rebasaba el 1.150.000. El voto que aspira a la desconexión con España, pues, o se ha quedado en casa o ha optado por abastecer las arcas de En Comú Podem, vencedora global en Catalunya con casi el 25% de los votos y triunfadora absoluta en las provincias de Barcelona y Tarragona. Las circunscripciones de Girona y Lleida, por su parte, caían del lado de DiL.
La versión catalana de Podemos ha tenido un peso importante en las reflexiones que Homs y Mas han realizado con el escrutinio prácticamente cerrado. La apuesta por el referéndum de Pablo Iglesias ha sido por primera vez tomada en serio por el grupo convergente: "Confiamos en que Podemos no investirá a nadie ni dará apoyo a ningún partido que no defienda el derecho a decidir", advertía Mas. "Es una promesa solemne que han asumido con Catalunya y les instamos a no dar ni un paso atrás en su defensa", proseguía.
En efecto, el bloque soberanista sí ha logrado una mayoría en Catalunya y es a lo que se han agarrado Mas y Homs en sus discursos. Con 29 diputados a favor del derecho a decidir -los que suman DiL, ERC y ECP-, el bloque que se opone a la consulta, integrado por PSC (8), Ciudadanos (5) y PP (5), queda en minoría (18). "Que Ciudadanos y PP hayan quedado a la cola demuestra que sus políticas agresivas, en contra de Catalunya y de nuestra lengua, acaban pasando factura", manifestaba Homs. Por su parte, Mas hablaba de "lección de salud democrática" al referirse a los resultados de PP y Ciudadanos en contraposición a los de Podemos: "Cascar a Catalunya ha dejado de tener premio. Los que nos han dado caña no se salen con la suya ni en Catalunya ni en el resto del estado".
Precisamente sobre la situación "de alta complejidad" que vivirá el estado español en las próximas semanas en busca de un pacto de investidura que la aritmética pone muy difícil también han hablado los dos políticos de CDC. "Muchos se han reído de que no llegamos a acuerdos", ha ironizado Mas. "Ahora seremos nosotros los que estaremos a la expectativa, se abren puertas interesantes y el soberanismo puede tener un papel importante dentro del estado español", concluía el presidente en funciones. "Desde la perspectiva catalana entendemos los resultados estatales como una oportunidad", valoraba Homs. "Aquello tan granítico del PP ya no existe y es positivo que Ciudadanos no pueda servirles de muleta".
Aunque se han esforzado en poner en valor la resistencia de su partido en un contexto "adverso", lo cierto es que la abstención y el crecimiento de En Comú Podem dibujan un nuevo escenario en Catalunya. Mas y Homs no han querido especificar el sentido de que se abran esas "puertas" en el estado español. "Un saludo cordial a los que nos daban por muertos y enterrados. DiL dará mucha batalla en los próximos meses", concluía Homs ante el aplauso generalizado -ahora sí- de los militantes. Desde luego, el desgaste del partido de Artur Mas ha vuelto a quedar en evidencia. Y lo más importante: la CUP, que hoy se lo ha mirado todo desde el sofá, tiene la última palabra. Si no hay acuerdo de investidura antes del 10 de enero habrá nuevas elecciones.
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