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“Hemos entregado el control de nuestras vidas a fanáticos del libre mercado con una visión delirante de la realidad social”
Cesar Rendueles. Capitalismo Canalla
“Mi madre tenía la costumbre de acunarme con canciones revolucionarias”, declara en el arranque de su último libro, En bruto. Pudiera ser la forma de confesar los qués y los cómos de un filósofo sin canas ni barba, verbo sencillo y pintas de treintañero de barrio –aunque ya sea cuarentón- si no fuera porque un párrafo más allá reconoce: “El efecto que ha tenido en mí aquel adoctrinamiento temprano es exactamente el contrario del que cabría esperar. Soy completamente incapaz de tomarme en serio las aspiraciones de cientificidad no ya del marxismo, sino de la totalidad de las ciencias sociales”
Pero a César Rendueles (Girona, 1975) hay escucharle y leerle ‘en modo ironía on’, que se diría en las redes sociales que tan poco agradan al pensador. A pesar de sus maneras dulces, sale de contestar agudo a un incrédulo de la izquierda que le interpelaba en el Foro de la Cultura de Burgos, donde compartía mesa y cartel con sus colegas Manuel Cruz y Daniel Inneraty. Y en la distancia corta confiesa: “Mis padres eran militantes de izquierdas, crecí en Asturias, en los conflictivos años 80 en los que era habitual que no pudiéramos llegar a clase porque los trabajadores de los astilleros habían levantado una barricada. Y sospecho que ambas cosas, el entorno familiar y político, marcaron mi forma de ver las cosas”.
Se doctoró en Filosofía con una tesis de interminable título sobre Karl Marx, aunque hoy dé clases de Teoría Sociológica en la Complutense, “un signo de los tiempos, de la precarización de la profesión docente”, justifica. Y en su socarronería amable explica sobre el filósofo prusiano: “No veo ninguna necesidad de estar repasando permanentemente a Marx”, aunque afirme contradictorio después que “lo importante son las tesis que han permanecido”. Y se acuerda Rendueles de dos:
“Un conflicto fundamental en nuestra sociedad tiene que ver con el trabajo asalariado que introduce desafíos políticos tan importantes como la limitación de la soberanía democrática. Algunos pensamos que debería ser superada esa forma de supervivencia material basada en el salario, pero como mínimo debe ser tenida en cuenta. La otra es que el capitalismo es un sistema incapaz de ponerse límites a sí mismo. Esas ideas contemporáneas de ‘vamos a hacer un capitalismo de rostro más humano’, ‘vamos a embridar ese capitalismo financiero tan loco’, son imposibles según el marxismo. Algunos pueden pensar que hay que convivir con esa realidad. Otros, como yo, que hay que buscar sistemas alternativos”.
Tampoco se reconoce en el sambenito de ‘filósofo underground’ que le colgaron cuando fundó con otros Ladinamo, la asociación de Lavapiés creada “para intervenir desde la cultura en un Madrid arrasado por el consumo y la mercantilización”, explica. “Un desastre económico que terminó cuando empezamos a tener hijos”, dice el padre de tres, para quien Ladinamo fue una experiencia de aprendizaje de la que se llevó, de sus colegas periodistas, “vías para contar problemas complejos, no de una manera simple, pero sí clara”.
Entre sus investigaciones marxistas y su instrucción suburbana se explica la obra de César Rendueles, el pensador de la exitosa Sociofobia y padre del concepto del ciberfetischimo: algo así como el uso consumista de las tecnologías de la comunicación. Cree el profesor que “las redes sociales han rebajado nuestras expectativas sobre la intervención política o las relaciones personales” y rechaza el “solucionismo que deposita en la tecnología alguna esperanza de que las cosas cambien”. La prueba es “el nuevo ciclo político, los cambios que estamos viviendo, que nació en entornos analógicos, en las plazas, en el cara a cara”, concluye.
No tan controvertido pero igual de peculiar, su segundo gran ensayo, Capitalismo canalla, transformó el sistema en un personaje explicado a través de la literatura. De ahí frases como “Hesíodo recuerda a ratos a un directivo de la CEOE que hubiera sustituido su copa de Soberano por un tripi” o “Hoy Norman Bates trabaja en Standard & Poor's y esnifa coca en el asiento de cuero de un Bentley".
Preocupa y mucho el sistema al filósofo de la camiseta, el vaquero y las zapatillas deportivas, entre otras cosas, “por el proyecto cultural, social y económico perfectamente definido de las élites”. Dice y suena heavy: “Tenemos mucho que aprender del neoliberalismo como proyecto político”. Y a renglón seguido matiza: “Moralmente es despreciable, espantoso, pero es magistral en términos de eficacia política. Y los indignados hoy no son los que van a parar un desahucio. Las enfurecidas son las élites económicas”
En el caso concreto español cree que “la gran victoria del neoliberalismo no son los beneficios económicos sino haber dejado una sociedad civil anémica”. Según Rendueles, “la conciencia de clase en España no existe porque hemos sucumbido a una maniobra de las clases dominantes que es el patrimonialismo inmobiliario”. Y recuerda la frase del primer ministro franquista de Vivienda – “Quiero un país de propietarios, no de proletarios” –para definir la propiedad inmobiliaria como “un simulacro de movilidad social ascendente. Nos vamos morir en el mismo lugar social donde nacimos, pero con la fantasía de que nuestros hijos mejorarán su situación si les legamos una vivienda. Una perniciosa mentira”, califica.
“El segundo vector que ha roto la conciencia de clase –continua- es el consumismo. Tiene una capacidad nihilista brutal para destruir los lazos sociales, como explicó muy bien Pasolini. El consumismo no es comprar mucho o poco sino convertir el consumo en una forma de vida, en una forma de realización personal. Es muy difícil construir una sociedad igualitaria, capaz de deliberar, con esos mimbres”, dice
A pesar de Donald Trump, el profesor de Teoría Sociológica es optimista. Aunque por culpa del magnate-presidente, entre otros, compara el momento actual con el periodo de entreguerras. “Cuando se da una mercantilización extrema, la gente reacciona, se organiza para poner freno a ese estado de excepción financiero. Históricamente han sido más frecuentes las reacciones autoritarias, xenófobas, y ese es un riesgo real. Pero en el sur de Europa está surgiendo la posibilidad de una reacción democratizadora y emancipadora”.
Con una sonrisa de ojos achinados, se confiesa “muy malo haciendo pronósticos” –también dice que “es muy conservador y las novedades le dan grima”- pero se refiere al 15M y derivados como “un ciclo político muy esperanzador”. Está a punto de publicar una antología de textos de Antonio Gramsci. Aquel dijo: “La revolución es una cosa grande y tremenda, no es un juego de diletantes o una aventura romántica”. Y por ahí va la última cita de César Rendueles: “Es posible una Europa que no es la del neoliberalismo ni la de las élites financieras. Es un proyecto titánico, sí. Pero ¿cuándo no lo fue?”.
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