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Castilla y León va a las urnas: lo que está en juego en estas elecciones

Además del Gobierno autonómico, estos comicios ponen a prueba el liderazgo de Casado en el PP, la supervivencia de Ciudadanos y la fortaleza de Vox en el campo.

El candidato del PP, Alfonso Fernández Mañueco (i), y el del PSOE, Luis Tudanca (d), antes del debate electoral para los comicios de Castilla y León del próximo 13 de febrero. EFE/Javier Lizón
El candidato del PP, Alfonso Fernández Mañueco (i), y el del PSOE, Luis Tudanca (d), antes del debate electoral.  Javier Lizón / EFE

Este 13 de febrero se sabrá si el experimento del popular Alfonso Fernández Mañueco, que decidió ir a las urnas por sorpresa y sin claras razones para ello, tiene éxito o su aventura acaba en fiasco.

Es la primera vez que los dos millones de castellanos y leoneses que pueden votar están convocados en exclusiva para elegir procuradores, sin votar al mismo tiempo a sus alcaldes. En esta ocasión las autonómicas, que siempre habían coincidido con las municipales, son en solitario, lo que da incertidumbre sobre la participación.

Lo que sigue son las claves políticas principales de lo que está en juego en estos comicios autonómicos, más allá de la composición de las Cortes de Castilla y León.

La apuesta de Mañueco

Mañueco convocó las elecciones con varios objetivos en mente. Por un lado, gobernar en solitario al modo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid sin tener que negociar con Ciudadanos, un partido en descomposición y su aliado hasta la convocatoria. La oposición también le ha criticado a Mañueco que detrás del adelanto por sorpresa y sin una justificación sólida está el calendario judicial que salpica al PP con presuntos casos de corrupción.

Además, al presidente nacional del PP, Pablo Casado, la convocatoria en Castilla y León le venía muy bien hacia afuera y hacia dentro. Por un lado, calculaban en Génova, una contundente victoria en su feudo, que gobiernan desde hace 35 años, le permitiría golpear de nuevo a la izquierda, en una estrategia de generar desgaste a Pedro Sánchez y Unidas Podemos por la vía de generar una sensación de derrota en sus cuarteles generales, y causar así una ola victoriosa que lo impulsase a La Moncloa. Y, por otro, una victoria contundente en Castilla y León reforzaría el liderazgo de Casado frente a Díaz Ayuso, que ya no sería la única en gobernar en solitario.

La abstención y el PP

Todas esas cábalas (basadas en las encuestas previas a la convocatoria) está por ver que se cumplan. El crecimiento de Vox y la abstención, la falta de brío electoral en una Comunidad donde la autonomía no tiene el mismo gancho que en otros lugares de España, ponen en riesgo el objetivo de Mañueco y Casado.

Un mal resultado para ambos (a pesar de las proclamas de última hora de Mañueco afirmando que quien se la juega es él y no Casado) es todo aquel que no les permita gobernar en solitario, como en Madrid. Los sondeos reflejan un estancamiento del PP, que ha buscado diversas soluciones: encomendarse a Díaz Ayuso, cambiar el eje de sus discursos y aparcar la confrontación con Sánchez para hablar más de Castilla y León y, finalmente, movilizar a todos los alcaldes, concejales y cuadros del partido.

Por el contrario, un excelente resultado para el PP podría llevar a Juanma Moreno, hasta ahora reticente, a pensar en la posibilidad de un adelanto de las elecciones andaluzas.

Elecciones complejas para el PSOE

Los pasados comicios, el PSOE fue la fuerza más votada, pero Ciudadanos eligió al PP. Es una comunidad que los socialistas no gobiernan desde hace 35 años. Tudanca aspira a vencer de nuevo, algo que, salvo el CIS, no reflejan los sondeos. Sin embargo, hay una posibilidad para los socialistas: que la suma de PP y Vox no alcance y los partidos provinciales, de la España Vaciada, se avengan a un cambio en la Comunidad.

En Ferraz se leerá con mucha atención el resultado después del batacazo en Madrid, cuando el PSOE quedó tercero, por detrás de Más País. ¿Cómo afectaría una segunda derrota consecutiva aun en una plaza conservadora a Sánchez? De momento, las urgencias de Casado y la ansiedad del PP le han permitido al presidente una campaña plácida, en la que ha participado en cinco actos.

En función de los resultados, también podría suceder que Tudanca recibiera severas presiones para formar un gobierno a la Merkel, como lo llamó el candidato de Ciudadanos, Francisco Igea, que deje a Vox fuera del Ejecutivo.

Ciudadanos se la juega

Todo el mundo valora la campaña de Francisco Igea, a quien Mañueco echó del Gobierno (era su vicepresidente) y que en estos días, a pesar del coronavirus que lo mantuvo en casa una semana, ha dado mucho juego y le ha dado mala vida al presidente. Igea ha vetado hacer de nuevo presidente a Mañueco, pero no se ha cerrado al PP. Los socialistas no terminan de fiarse de él, después de la experiencia de 2019.

El futuro de Ciudadanos pasa por obtener un buen resultado en Castilla y León. La campaña de Igea ha estado centrada en vender como propias las cosas bien hechas en el Gobierno y en atacar al PP. ¿Habrá resurrección en Castilla y León tras quedarse fuera de la Asamblea de Madrid?

Vox: ¿en el gobierno?

Parece evidente que la ultraderecha va a mejorar el resultado de 2019, cuando obtuvo un solitario procurador. En función del resultado, Santiago Abascal podría buscar entrar en un gobierno, el primero que ocuparía Vox en una Comunidad Autónoma (en Murcia los consejeros fueron expulsados del partido, aunque luego la justicia los obligó a readmitirlos). Las encuestas pronostican que Vox estará más cerca del PP que en Madrid, donde la victoria de Ayuso fue incontestable. Estos comicios darán la medida también del poderío y fortaleza de Vox en el ámbito rural.

Unidas Podemos y un gobierno con el PSOE

Los sondeos les dan en esta ocasión un mejor resultado que en 2019 cuando cayeron en ocho escaños, de diez a dos. En Castilla y León van juntos por primera vez IU y Podemos. El candidato, Pablo Fernández, ha hecho una campaña en la que ha priorizado los servicios públicos y la lucha contra la corrupción como ejes. Ha contado con la implicación de Podemos, de Ione Belarra y de Irene Montero. También ha contado con la ayuda de Alberto Garzón, señalado por el PP a cuenta de las macrogranjas, un asunto que ha terminado, ante la exageración y el histrionismo, por reforzarlo. Pablo Iglesias, que conserva tirón y autoridad moral, le ha echado una mano también. Yolanda Díaz ha aportado también, pero no se ha involucrado demasiado en la campaña. Ha estado en un solo acto, este jueves.

Pablo Fernández se ha abierto a un gobierno conjunto con el PSOE a imitación del del Estado. La aprobación (aunque accidentada) de la reforma laboral ha supuesto un espaldarazo para Unidas Podemos y les ha llevado también a contar con la ayuda de los sindicatos, en un acto que Fernández compartió con Tudanca.

La España Vaciada y los partidos provinciales

La despoblación y la fuerza de gravedad de Madrid, que todo lo atrae, puede consolidar en estas elecciones la tendencia que alumbró Teruel Existe a resistirse y plantear los temas que preocupan. Los partidos de la España Vaciada puede tener escaños en Burgos, en Soria, tal vez en alguna provincia más. En Castilla y León ya existen Por Ávila, una escisión del PP, y Unión del Pueblo Leonés, que obedece a una lógica diferente, al malestar de León por no tener una entidad propia. Estos partidos que, en algunas encuestas aparecen como decisivos, no aclaran a quién harán presidente. Son ambiguos, se remiten a sus territorios. Sí parece que el centralismo de Vox les produce desconfianza, pero son una incógnita no por las demandas que plantearán, sino por la decisión que tomarían, llegado el caso de que tuvieran que elegir.

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