Este artículo se publicó hace 9 años.
“Podemos abandonó la ambigüedad, ahora defiende el régimen del 78”
El candidato de Unidad Popular-IU se reivindica como el único que apuesta por blindar los derechos sociales a través de una nueva Constitución. Alerta del "peligro" que representa Ciudadanos y cree que "el rechazo de Podemos a construir la unidad popular tendrá consecuencias dramáticas".
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Si Alberto Garzón (Logroño, 1985) pudiera, abriría un Proceso Constituyente para blindar los derechos sociales en una nueva Carta Magna. Si pudiera, gastaría más de 50.000 millones públicos en crear un millón de empleos, en dar una renta mínima a miles de españoles o en pagar la luz y el gas a quien no pueda. Si fuera presidente del Gobierno, nacionalizaría Iberdrola, Repsol o Endesa. Mucho se teme que no podrá. Así lo reflejan las encuestas que, aunque no son una ciencia, “manifiestan tendencias”, explica.
A una semana de la cita con las urnas, el candidato de Unidad Popular-Izquierda Unida apura los momentos entre mitin y acto público para conceder entrevistas o participar en los pocos debates televisivos a los que ha sido invitado. El camino es cuesta arriba. Lo sabe y no lo oculta. Pero ve posible resistir con un grupo parlamentario propio en el Congreso desde el que defender “políticas rupturistas, de izquierdas” en un momento “en el que todos giran al centro y callan lo que realmente piensan para ganar votos”. Eso, explica Garzón en el local de Ecoo en Madrid, no es propio de su candidatura.
Así define a los demás candidatos en una sóla frase
Es la cuarta campaña electoral de este año. La más importante, ¿cómo la está viviendo?
Con mucha energía. Hemos pasado momentos duros en nuestra organización pero hemos conseguido salir adelante con una candidatura de unidad popular, generando ilusión y entusiasmo. En cada acto estamos teniendo mil personas de media, 2.000 en Alicante el otro día. Palpamos que hay muchas ganas de votar una candidatura como ésta, de la izquierda rupturista.
Asegura que confía en dar la sorpresa. ¿Qué resultado sería una sorpresa óptima para usted?
La sorpresa es romper las encuestas, que nos dan un resultado muy modesto. Tenemos que mejorar con esfuerzo y trabajo, pero vamos a tener capacidad de formar grupo parlamentario propio que sea determinante para evitar que gobierne la derecha y que se apliquen medidas de recorte, austeridad y neoliberales.
Es el segundo líder político mejor valorado, según el CIS, pero parece que no es suficiente para que le voten. ¿A qué cree que se debe?
Tenemos que convertir la simpatía que hay sobre mi figura en votos porque es importante que la gente entienda que la izquierda fresca, rupturista, de participación en el 15-M que yo represento es la de Unidad Popular. Representa lo mejor de las luchas del pasado para construir un futuro de justicia social. Esa simpatía que aparece hay que transformala en votos a un proyecto colectivo.
¿Lo achaca al llamamiento al voto útil que hace, por ejemplo, Podemos?
No creo que tenga mucha importancia estas elecciones, porque el voto útil ha servido durante décadas para que los votantes de izquierdas consolidasen al PSOE y al bipartidismo y apuntalaran un sistema corrupto como es el régimen del 78. Los cantos de sirena hacia candidaturas que representa esa defensa de los valores fundamentales del régimen, por más que tengan matices frente al PP, no van a operar. Los que votan Unidad Popular-IU tienen claro que lo que decimos hoy lo diremos pasado mañana, no cambiamos al calor de las encuestas. Somos coherentes.
Sobre su programa: proponen un plan de emergencia social que costaría 52.500 millones de gasto público. Prevén recaudar 54.000 millones. ¿De dónde sale todo ese dinero?
Es un programa de inversión pública para atajar la emergencia social que padecen 770.000 familias sin ingresos, un millón y medio de hogares con pobreza energética, más de cuatro millones de parados… El dinero tiene que extraerse a través de una reforma fiscal que convierta el sistema en uno verdaderamente progresivo, como dice el artículo 31 de la Constitución. Que paguen más quienes más tienen. Con nuevos impuestos a grandes fortunas y empresas y, desde luego, teniendo presente acabar con lagunas y agujeros que absorben el dinero de todos los contribuyentes como son la evasión fiscal y el fraude. De ahí puede emerger mucho dinero fundamental para esta tarea.
Una de esas medidas es la formación de una policía fiscal. ¿En qué cosiste?
Igual que hay inspectores de trabajo también debe haber inspectores fiscales. Existen pero han de tener más recursos para examinar a las grandes fortunas, que es donde se concentra el 75% del fraude fiscal. Necesitamos que haya muchos más recursos para que esos técnicos del Estado puedan detectar el inmenso fraude y los mecanismos de ilusión fiscal y, así, poder legislar para que ese dinero pueda volver al Estado.
Su medida estrella para generar empleo es el Trabajo Garantizado. Un millón de empleos con inversión pública con contratos del Estado por
valor de 15.000 millones ¿Por qué pensó en esta medida?
Ha habido planes de estímulo antes, pero a éste le hace singular un doble elemento. Uno es el plan de estímulo a la economía con 9.000 millones netos, que permite expandir la economía porque esa gente tendrá dinero para comprar en las tiendas del barrio, y también crea empleo en el ámbito privado. Pero también hace que el Estado sea empleador de último recurso, que cuando no se cumple el Derecho al Trabajo, la gente tenga capacidad de ir a un juzgado y decir que el Estado incumple un derecho constitucional.
¿No se parece un poco al famoso Plan E de Zapatero antes de la crisis, que no dio ningún resultado?
El Plan E se diseñó con mucha premura, fue muy electoralista y con un diseño perverso para mantener el modelo anterior, para que la construcción siguiera latiendo y las grandes empresas constructoras siguieran teniendo dinero…
Usted también habla aquí de inversión en rehabilitación de edificios, por ejemplo…
Sí, pero no es lo mismo. Proponemos que vaya encaminado a cambiar el modelo productivo atendiendo a sectores como el trabajo de cuidados, la reforestación, la rehabilitación de centros históricos y viviendas... Eso permite que trabajadores y trabajadoras que han perdido el empleo en ese sector puedan reciclarse en un sector parecido sin alimentar una burbuja basada en la construcción de pisos, que es lo que pasó en la última década y algunos pretenden recuperar.
¿En qué países se ha llevado a la práctica este plan?
En Argentina después de la crisis se generaron dos millones de puestos de trabajo de una forma parecida. También hubo planes similares, como el New Deal de Roosevelt en EEUU a principios del siglo pasado. Permitieron recuperar la economía en un ciclo de depresión. Son programas clásicos que funcionan cuando la economía está en recesión por la falta de demanda. Alimenta la demanda con coherencia, de acuerdo a los límites ecológicos del planeta y de la propia vida, como el trabajo de cuidados. Es también una perspectiva feminista porque inserta un trabajo no remunerado, no reconocido y no previsto en el PIB.
Apuesta por derogar las reformas laborales del PP y el PSOE y redactar un nuevo estatuto de los trabajadores. Aquí sería fundamental un acuerdo con los sindicatos. ¿Cómo valora el papel que han jugado los últimos años?
Los sindicatos son fundamentales. Creo que se han equivocado en algunas medidas como apoyar la ley de pensiones de Zapatero, que subió la edad de jubilación a los 67 años; creo que deberían ser más combativos y ofensivos por todo lo que nos jugamos en este momento, pero eso no puede llevarnos a demoler la herramienta sindical. Hagamos más útil el sindicalismo para el precario, para el que no tiene empleo, para los que les han bajado el salario.
Ciudadanos propone un contrato único y un complemento salarial para quien menos cobra. ¿Cómo valora esta medida?
Es una herramienta que sólo fortalecerá a grandes empresas y acabará perjudicando profundamente los derechos de los trabajadores. Se trata de igualar a la baja esos derechos. Los propulsores de ese contrato han sido también los mismos que piden ir más allá en la reforma laboral para reducir salarios. El complemento salarial, por otra parte, es una subvención al empresario con nuestro propio dinero. Es pagarle al empresario por el trabajador, algo absurdo, una estafa. Eso lo incorpora Ciudadanos, pero también Podemos. Es incomprensible cómo esa medida gana en aceptación cuando se trata de que lo público financie el beneficio privado. Hay otras alternativas que no pasan por enriquecer a los que ya son muy ricos.
Prometió una nueva Constitución en 2018. ¿Con qué objetivo?
Nuestro objetivo es blindar los derechos sociales, por ejemplo, prohibir privatizaciones. La reforma parcial que proponen otros partidos es un engaño constitucional, con una reforma parcial es imposible blindar derechos.
Más que prometer, nosotros queremos promover. El sistema político del 78 es responsable de gran parte de los males políticos y económicos de este país. Hay problemas estructurales, da igual que partido gobierne, son problemas del sistema. Una Justicia politizada, un sistema político rígido, sin participación, sin referendos, sin revocatorios, tolerando la corrupción. Para cambiar todo eso, que es la raíz del problema, tenemos que usar el artículo 168, que permite iniciar un Proceso Constituyente. La del 78 se blindó de tal manera que para hacer reformas estructurales sólo es posible así. Las reforma que proponen otros partidos son sólo parciales, muy limitadas, aplicando el 167. Son cosméticas. Una diferencia fundamental es que cuando se abre un proceso constituyente, es la gente la que decide, cuando la reforma es parcial, son las élites, los partidos, los que toman decisiones en los despachos.
Dice que Ciudadanos es “muy peligroso”.¿ A qué se debe esa alerta?
Surgió al principio de la crisis. Pareció que al principio la izquierda podía ganar ese espacio. Sarkozy dijo que había que refundar el capitalismo, estaban temerosos de que la izquierda pudiera tomar la ofensiva. No ocurrió. A la izquierda le pilló desprevenida. Fue la derecha la que gestionó la crisis, la vio como oportunidad para saquear derechos públicos, para ir hacia un nuevo orden social donde el neoliberalismo es apuntalado. Ese proyecto fue combatido en España en el 2011, en el 15-M, después en otras movilizaciones. Estuvimos a punto de poner al régimen en una situación inestable. Se asustó y creo que Ciudadanos es el proyecto que mejor representa los intereses de un sistema que quiere proteger su cortijo por la vía de consolidar políticas de derechas, políticas liberal-reformistas hacia un modelo de precariedad permanente, con contratos de 200-300 euros, como ya sucede. Ese modelo social lo apuntalan PP y Ciudadanos.
Pero para IU parece más peligroso, en términos de votos, Podemos. ¿Qué le dice a los votantes que dudan entre votar a Garzón y votar a Pablo Iglesias?
Ideas y programas. Que los miren. Lo importante es el proyecto político. Podemos nació en 2014 con una frescura y una capacidad de ruptura que fue muy bienvenida. Era la irrupción de una posibilidad de cambio. Pero eso ha pasado ya a mejor vida. En este tiempo, en Podemos ha ganado, de entre las distintas almas que hay en la organización, una que ha decidido viajar al centro. Supone acabar con muchos elementos rupturistas que proponía. Ahora, Podemos está bendecido por Rosell, el presidente de la CEOE, que dijo que los cuatro partidos del debate electoral no le preocupaban porque no proponen un cambio de sistema. Eso no lo hubiera dicho de otro Podemos.
También ha defendido los compromisos con la OTAN, el libre mercado en el sector eléctrico, en manos del régimen desde el franquismo. Ha alabado la Constitución del 78. Este giro es una constatación de la victoria del alma más moderada de Podemos, que no quiere a la izquierda. Nosotros lo respetamos, pero la gente es la que tiene que pensar si quiere un proyecto rupturista o el resto del panorama político con algunos matices.
Este giro ya lo lleva criticando desde después de las andaluzas. Llaman la atención todas sus negociaciones para la confluencia con un partido al que ha calificado como la “nueva UCD”.
Hay diferencias. Podemos empieza desde el principio con una estrategia de ambigüedad electoral. No habla de República, no defiende a la Monarquía, pero tampoco habla de ella. Desde que renuncia a construir la unidad popular con nosotros, empieza a defender compromisos con la OTAN, eso ya no es ambigüedad. Dice que los colegios concertados deben mantenerse, que la religión puede seguir en las escuelas, que hay que seguir celebrando una Constitución que se incumple. Ya no se sitúan en la ambigüedad, sino claramente en el espacio de defensa estructural del régimen del 78. Eso no es la gente de Podemos, sino quien ha ganado dentro de Podemos. La gente que está en la calle se ha encontrado con nosotros en las luchas. Incluso el día que fuimos a la base de Rota a decir “no a la OTAN”. El alma que ha ganado detesta profundamente a una izquierda comprometida y coherente. Y el giro hacia el centro no es sólo de Podemos, sino del resto de partidos que quieren tomar como imagen metafórica a la UCD, un partido de centro, de Estado, ni de izquierdas ni de derechas, sino del sentido común. Significantes vacíos que no dicen nada para intentar atrapar la frustración de la sociedad. Ahí están los cuatro partidos del debate, ese que excluyó a la izquierda porque decimos otro tipo de cosas.
Donde sí ha habido confluencia con Podemos y otras fuerzas es en Catalunya y Galicia. ¿Por qué no veremos a Alberto Garzón dando un mitin con Ada Colau en Barcelona o con Beiras en Santiago?
Esas alianzas son necesarias y hay que potenciarlas. Que se hagan en Catalunya y en Galicia y en el resto no es una contradicción en el tejado de Podemos. Nosotros nos hemos ofrecido para que yo estuviera apoyando esas candidaturas si lo creían conveniente. Son candidaturas autónomas, independientes. No puede instrumentalizarlas nadie, hay que respetar sus singularidades y nosotros, desde ese respeto, hemos ofrecido la colaboración. Si quieren que participemos en algún acto, aún estamos a tiempo. Pero todos los votos en cualquier circunscripción serán para mi candidatura.
En Catalunya y Galicia, no...
No, ahí no cuentan, pero en las demás, sí.
¿Entonces es posible aún ver un mitin suyo con Colau o con Iglesias?
Podría ser, pero lo veo difícil con la estrategia electoral de Podemos, que no quiere juntarse con la izquierda. Lo vimos en las catalanas, donde no compartimos espacio Pablo y yo. Pero les deseo el mejor resultado posible a los catalanes y los gallegos porque son diputados que no se llevará la derecha.
¿Se los llevará Podemos?
No, se los llevará una alianza. Ese posible grupo parlamentario no es de Podemos.
En cada casa se dice una cosa diferente…
No me cabe duda, pero el que quiera instrumentalizar a otras candidaturas, su responsabilidad se verá en el futuro. Seguro que no se están [Podemos] ganando muchos amigos. Son candidaturas autónomas. Son nacionalidades y están reflejadas en una heterogeneidad muy interesante. Esa diversidad no se puede poner bajo el paraguas de una sola fuerza política, y mucho menos de una estatal. Creemos en la necesidad de preservar esa autonomía y si no tienen grupos independientes, serán ellos quienes tendrán que llegar a una conclusión sobre si van al grupo mixto o a otro grupo parlamentario.
Si los escaños de UP-IU tuvieran que decidir un gobierno de Podemos o uno del PSOE, ¿a quién apoyaría?
Es un futurible que ni siquiera aparece en las encuetas. Somos gente de diálogo y consenso, pero dentro de un programa. Los que quieran un acuerdo con nosotros que empiecen a leerse nuestro programa y, a partir de ahí, hablamos. No pactaremos por siglas, sino por programas. Si hay un programa rupturista, de izquierdas, feminista y ecologista; empezaremos a hablar, pero las urnas están todas vacías aún.
Si no hay diputados para IU, ¿seguirá existiendo esta formación? Usted habla de repensar la izquierda tras el 20-D.
Hablo de repensar la izquierda en todas las condiciones. Creo que vamos a aguantar, tendremos diputados de IU, aunque yo soy de IU el resto, la mayoría, son independientes. Vamos a tener un muy buen resultado. Lo noto en la calle. Pero se saque ese buen resultado o no, también hay que repensar la izquierda. Este país necesita una reflexión serena y calmada sobre por qué hace cuatro años ocupamos las plazas pidiendo un proceso constituyente y una enmienda a la totalidad del sistema político y económico. Apoyado por una movilización brutal en la calle hasta estar a punto de echar abajo un régimen, y cuatro años después, las encuestas dicen que puede gobernar el PP con Ciudadanos. Es decir, irse aún más a la derecha.
Si no hacemos una reflexión sobre esto, tenemos un problema. Creo que estamos a tiempo de revertir la situación antes del 20-D, pero seguirá siendo necesaria la reflexión. Que Podemos haya despreciado la unidad popular va a tener consecuencias muy dramáticas para la sociedad.
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