Este artículo se publicó hace 9 años.
Victoria agridulce para la derecha en Buenos Aires
El candidato por el PRO, Horacio Rodríguez Larreta, sacó apenas tres puntos de ventaja a su rival Martín Lousteau. Tras el triunfo tan ajustado de su delfín, el jefe de Gobierno Mauricio Macri ve complicadas sus aspiraciones presidenciales.
-Actualizado a
Buenos Aires.- Necesitó la segunda vuelta de las elecciones, y ganó por una diferencia tan ceñida, que durante el conteo de votos vio peligrar su futuro. Horacio Rodríguez Larreta, aupado y respaldado por el precandidato a presidente Mauricio Macri, sucederá a su mentor como jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires por una victoria pírrica que ha generado un panorama imprevisto para los comicios presidenciales del 25 de octubre.
El partido Propuesta Republicana, conocido comúnmente como PRO, ha tenido el peor resultado de su historia en las elecciones a jefe de Gobierno en la capital, que disputa desde hace ocho años. Rodríguez Larreta sacó el 51,6 % de los votos frente a Martín Lousteau, que se postulaba por Energía Ciudadana Organizada (ECO) y obtuvo el 48,3 %. En la primera vuelta, el candidato del PRO había conseguido el 45,5 % de los votos, y Lousteau, el 25,5 %.
El partido de Macri había preparado un escenario que entre música y ovaciones debía recibir a un Larreta victorioso y a un Macri aún más exultante si cabe, con el propósito calculado de proyectar su triunfo al resto del país. Aparecieron contritos, intentando acomodar su gesto de decepción ante las cámaras. El jefe de Gobierno aprovechó para lanzar un discurso de campaña presidencial, con promesas de acción y críticas al Ejecutivo nacional, y luego le dio rienda suelta al baile.
Rodríguez Larreta sumó en esta segunda ronda apenas seis puntos más que en la primera, lejísimos de los porcentajes de adhesión que sí alcanzó Macri las dos veces que disputó la segunda vuelta para ser jefe del Gobierno porteño: 61 % en 2007, 63 % en 2011, es decir, 16 puntos más que los que había alcanzado en la primera vuelta de aquellos comicios.
Entre Lousteau y Rodríguez Larreta se produce un fenómeno paradójico. A nivel nacional, ECO pertenece al frente Cambiemos, una alianza nacional que integran PRO, la Unión Cívica Radical (UCR) y Coalición Cívica para enfrentarse al kirchnerismo gobernante. Cambiemos dirimirá su candidato presidencial en una interna que disputarán el 9 de agosto los líderes de esos espacios: Mauricio Macri, Ernesto Sanz, y Elisa Carrió.
Dos semanas tuvo Lousteau para tratar de contrarrestar los 20 puntos de diferencia que le había sacado Rodríguez Larreta en la primera vuelta. El candidato de ECO no intentó apoyarse en Sanz o en Carrió, aunque ambos postulantes presidenciales le manifestaron su apoyo en algún momento de la campaña, con mayor intrepidez el primero, con más tibieza la segunda.
El partido Propuesta Republicana, conocido comúnmente como PRO, ha tenido el peor resultado de su historia en las elecciones a jefe de Gobierno en la capital
Rodríguez Larreta, por su parte, se apegó a Macri. El todavía jefe de Gobierno se vio obligado a postergar su campaña presidencial para asegurar el triunfo de su delfín en el único distrito del país en el que el PRO ganaba hasta ahora con holgura sin necesidad de hacer partícipe a otros partidos.
La única victoria que Macri podía capitalizar en solitario era la de la capital, que es la que le permitía postularse como precandidato a presidente en la alianza Cambiemos. En el resto del país tiene que apoyarse en los radicales de la UCR para tener la posibilidad de ganar en otras elecciones locales y salir en la foto. La única provincia en la que el PRO pudo ir en solitario fue Santa Fe. Estuvo a punto de arrebatarle el triunfo al socialismo, pero le faltaron 2.000 votos.
Macri sólo ha podido celebrar una victoria más, y fue compartida. En la provincia de Mendoza salió elegido como gobernador un candidato radical apoyado por el PRO y por otros partidos opositores al Gobierno nacional.
El jefe de Gobierno era consciente de que tenía poco vuelo en solitario, pero con los resultados de esta segunda vuelta, ha perdido parte de su capital político. Su único bastión, el cuarto distrito electoral del país, representativo como lo es la capital de Argentina, se ve debilitado. En el resto del territorio, su alianza con otros opositores diluye su protagonismo.
El candidato por el Frente para la Victoria (FpV) Mariano Recalde, que quedó tercero en la primera vuelta de los comicios porteños, no quiso respaldar a Lousteau en esta segunda ronda, aunque reconoció que no era dueño del 21,9 % de los votos que lo habían elegido. Como portavoz de la posición del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner frente a estos comicios, resaltó la contradicción de que los dos candidatos a jefe de Gobierno en Buenos Aires pertenecieran al mismo espacio electoral que aspira a ganar las elecciones presidenciales.
Los dos candidatos de izquierda que se presentaron por separado en la primera vuelta y obtuvieron en total el 7,1 % de los sufragios coincidieron en esta ocasión en hacer un llamado por el voto en blanco, con la intención de ilustrar que, en el fondo, daba igual decantarse por Rodríguez Larreta o por Lousteau.
Lousteau logró en estas elecciones desprenderse de las críticas que le recordaban su paso por el Gobierno de Cristina Fernández
Pero el voto en blanco sacó el 5 % de los votos. Los ciudadanos opinaron distinto, y Lousteau consiguió casi el doble de sufragios que en la primera vuelta. El candidato por ECO tenía esperanzas de seducir a ese 29 % del electorado, en su mayoría kirchnerista, que en la primera ronda no había votado ni por él ni por Rodríguez Larreta. Y consiguió convencer a casi el 23 %, ganando en 9 de las 15 comunas en las que se divide la ciudad.
En el arco de votos que fueron a Lousteau, quizás fue más decisiva la papeleta antimacri que la realmente convencida por él. Pero con todos esos sufragios, a punto estuvo de despojarle al PRO su hegemonía en la capital.
Sin el apoyo explícito de los movimientos de izquierda o del FpV, Lousteau logró en estas elecciones desprenderse de las críticas que le recordaban su paso por el Gobierno de Cristina Fernández, cuando fue ministro de Economía y diseñó un proyecto para cobrarle más retenciones a los agroexportadores, lo que provocó su dimisión al desatarse la mayor crisis que tuvo que afrontar el Ejecutivo de la presidenta.
Desde que se constituyera como un distrito autónomo en 1996, la ciudad de Buenos Aires siempre ha tenido que celebrar elecciones en segunda vuelta para definir a su jefe de Gobierno, pero era la primera vez que un candidato kirchnerista quedaba fuera de la competencia.
El FpV suele ser querido en la provincia de Buenos Aires, la más importante del país al concentrarse allí el 37 % del padrón electoral, pero las provincias que la siguen en relevancia por población, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, no son tan afectas al Gobierno nacional.
A diferencia del arco opositor, el oficialismo sólo lleva un candidato para las primarias presidenciales que se celebrarán en tres semanas: el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli. Él es quien más motivos tendría para celebrar este domingo los resultados en la ciudad de Buenos Aires. Macri estaba en el imaginario de encuestas y análisis como el rival que le disputaría la presidencia en una eventual segunda vuelta. Desde anoche, Scioli duerme más tranquilo.
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