Este artículo se publicó hace 7 años.
Trump asalta la Casa Blanca: le bastan unas horas para mutilar la mayor apuesta social de Obama
El magnate firma dos decretos nada más tomar posesión del cargo: declara el día de su investidura como Día Nacional del Patriotismo en EEUU y cercena la reforma sanitaria.
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MADRID.- Donald Trump ya está en la Casa Blanca. El magnate, al que muchos se tomaron a guasa cuando anunció su candidatura, se ha convertido este viernes en el presidente número 45 de Estados Unidos. La broma se ha hecho realidad y el multimillonario permanecerá en la residencia presidencial al menos durante los próximos cuatro años. (Así hemos narrado en directo la investidura de Trump). Además lo ha hecho 'a lo grande', firmando dos decretos que son ya algo más que una declaración de intenciones: declarar el día de su investidura como Día Nacional del Patriotismo en Estados Unidos y la mutilación de la mayor apuesta social de la era Obama: su reforma sanitaria.
"A partir de este día, EEUU primero". Con este mensaje ha comenzado la era Trump. El nuevo gobernante ha pregonado en su primer discurso como gobernante el mensaje nacionalista que le valió el favor del electorado estadounidense. Y bajo esa premisa ha definido las "sencillas reglas" que guiarán su Gobierno: "Comprar productos estadounidenses y contratar a ciudadanos estadounidenses", ha declarado desde el Capitolio de Washington inmediatamente después de jurar el cargo sobre dos biblias, una que le regaló su madre y otra que usó Abraham Lincoln en su primera toma de posesión, empleada también por el ya expresidente Barack Obama en 2009 y 2013. (Consulta aquí el texto íntegro del discurso de Trump).
Trump, de 70 años, ha dibujado durante su discurso un EEUU negro que se tambalea por el cierre de fábricas y una mala educación. Ante ello, el magnate ha defendido en su intervención, de unos 16 minutos de duración, uno de los más breves de la historia de las tomas de posesión de los presidentes estadounidenses, que su Gobierno devolverá el poder al "pueblo", para que los "olvidados" dejen de serlo. "Todas las decisiones sobre comercio, impuestos, inmigración y asuntos exteriores se harán para beneficiar a los trabajadores y a las familias estadounidenses", ha subrayado al respecto.
Esa misma filosofía proteccionista y nacionalista que defendió durante su campaña electoral la aplicará también a las relaciones internacionales. Trump ha defendido que buscará la "amistad" con los demás países, pero siempre bajo la máxima de que los intereses estadounidenses están "primero". "Reforzaremos viejas alianzas y formaremos nuevas. Y uniremos el mundo civilizado contra el terrorismo radical islámico, al que erradicaremos completamente de la faz de la tierra", ha declarado sin hacer mención a su principal promesa electoral: construir un muro en la frontera con México.
Trump ha insistido, como ya hiciera durante la campaña, en atacar a la clase política: "Hoy no estamos meramente transfiriendo el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, sino que lo transferimos de Washington DC y os lo devolvemos a vosotros, al pueblo". Mientras Washington y sus políticos "prosperaban", las familias trabajadoras "tenían poco que celebrar", pero eso "cambia aquí y ahora", ha insistido antes de añadir: "El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo volvió a ser el gobernante de esta nación. Los olvidados hombres y mujeres de nuestro país ya no lo serán más. Todo el mundo les está escuchando ahora".
Esta "carnicería" termina "justo aquí y ahora mismo", ha dicho en referencia a las "madres y niños atrapados en la pobreza" en los centros de las ciudades del país, a las "fábricas oxidadas dispersas", al "crimen, las pandillas y las drogas que se han robado demasiadas vidas". "El tiempo de la charla vacía se acabó", ha exclamado asimismo al pedir a los ciudadanos que no acepten a "políticos que solo hablan y no pasan a la acción".
Trump también ha hecho bandera del patriotismo y ha tirado de proclamas vacías de contenido para hacer un llamamiento a la unidad. "Somos una única nación (...) Compartimos un corazón, un hogar y un glorioso destino. Seamos negros, marrones o blancos, todos compartimos la misma sangre roja de los patriotas", ha declarado antes de concluir su discurso con su lema de campaña: "Vamos a hacer Estados Unidos fuerte de nuevo, lo vamos a hacer rico, orgulloso, seguro y, juntos, lo vamos a hacer grande de nuevo".
El magnate no ha perdido el tiempo y ya durante sus primeras horas como gobernante ha anunciado las primeras líneas de su Gobierno, como acabar con el Plan de Acción Climático de Obama, además de la reforma sanitaria, "reconstruir el Ejército" y crear un sistema antimisiles único para EEUU. También ha firmado sus primeras decretos presidenciales, entre los que está declarar el día de su investidura como Día Nacional del Patriotismo en Estados Unidos y la mutilación de la mayor apuesta social de la era Obama: su reforma sanitaria.
Unas horas en el cargo le han sido suficientes a Trump para cercenar el Obamacare sobre el que pivotaba la política sanitaria del ya expresidente de los EEUU y el mayor logro del ya expresidente en política nacional . Lo hace, dice el magnate, para "aliviar las cargas" del programa.
El multimillonario pretende que las agencias federales actúen en la medida de lo posible desoyendo las directivas de la reforma sanitaria de Obama, mientras el Congreso halla el camino para derogar y sustituir el actual sistema de salud.
El documento "ordena a los departamentos y agencias aliviar la carga de Obamacare a medida que avanzamos para revocarlo y reemplazarlo", dijo el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, quien sin embargo no aclaró los detalles de la orden. "Ha sido un gran día", dijo Trump después de la firma.
Las horas previas a la investidura y las siguientes han estado marcadas por las protestas, imagen inédita hasta ahora en la investidura de un presidente de EEUU, que han derivado en enfrentamientos con la Policía y que han dejado un balance provisional de casi un centenar de detenidos. Al grito de "Trump no es mi presidente" y "No a Trump. No al KKK. No a un EEUU fascista", miles de manifestantes han querido mostrar su rechazo a un Trump que llega a la Casa Blanca con el más bajo índice de popularidad de la historia reciente del país y que ha escandalizado con sus comentarios contra inmigrantes, musulmanes o mujeres.
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