Este artículo se publicó hace 7 años.
Segunda Primavera ÁrabeAlhucemas planta cara al Gobierno de Marruecos y vuelve a las calles para pedir la liberación de casi 200 activistas detenidos
Marruecos ha prohibido la manifestación convocada para este jueves por el movimiento Al Hirak y ha blindado la ciudad con más antidisturbios tras la oleada de protestas más importante en el país desde la Primavera Árabe. Casi 50 activistas encarcelados se unen a las manifestaciones con una huelga de hambre indefinida.
La región marroquí del Rif vuelve a prepararse para una nueva jornada de protestas tras la agitación de las últimas semanas. El movimiento rifeño Al Hirak al Shaabi (movimiento popular) vuelve a las calles este jueves con la convocatoria de una nueva manifestación en la ciudad norteña de Alhucemas que se espera mucho más multitudinaria que las sucedidas hasta ahora, a pesar de la prohibición del Gobierno.
La población de este territorio marroquí lleva un año en pie de guerra contra el régimen de Mohamed VI, al que acusa de tener marginada a la región y que trata de atajar la revuelta social con una feroz represión de las manifestaciones y una auténtica persecución de los activistas de este movimiento. Al Hirak comenzó exigiendo inversión pública, infraestructuras sanitarias y educativas y planes de desarrollo, pero este jueves quieren hacer de la liberación de sus casi 200 activistas encarcelados la reivindicación central.
La manifestación coincide con la huelga indefinida de hambre iniciada recientemente por 48 activistas de Al Hirak, detenidos en la prisión de Ain Sbaa de Casablanca, para exigir su liberación inmediata. Actualmente hay 184 rifeños encarcelados o juzgados entre Alhucemas y Casablanca por su supuesta implicación en las revueltas del Rif. Entre ellos, el líder del movimiento, Nasser Zefzafi, de 39 años, arrestado en su casa el pasado mayo junto con otros manifestantes que participaron en la ola de protestas.
Zefzafi, natural de Alhucemas, se encontraba en busca y captura acusado de "amenaza a la seguridad nacional” y otros crímenes, según la fiscalía alauí. Hoy se encuentra entre rejas a la espera de un juicio que podría condenarlo a varios años de prisión, como ya ha ocurrido con 25 activistas considerados por el régimen como los principales coordinadores del movimiento popular. Fueron condenados a penas de hasta 18 meses de prisión por "actuar con violencia contra las fuerzas del orden público y por manifestarse sin autorización". Algunas de estas condenas han sido rebajadas la víspera de la protesta de este jueves.
Mohamed VI blinda Alhucemas
El Ministerio marroquí del Interior ha anunciado que no va a permitir la manifestación de este jueves porque sus organizadores "no gozan de estatuto legal". En los últimos días han llegado a Alhucemas cientos de agentes antidisturbios, que se suman al importante contingente policial que ya está desplegado allí.
Al mismo tiempo, la Policía marroquí está realizando escrupulosos controles en los accesos a la ciudad, epicentro de las protestas, a la que se espera que lleguen manifestantes de varias ciudades, incluso de la diáspora marroquí en Europa. Varios activistas de Nador han denunciado que sus nombres aparecen en listas de la Policía, que han cortado y controlan todas las entradas a Alhucemas, y que se están produciendo detenciones en estos controles y en las calles de la ciudad.
La muerte de un vendedor prendió la mecha
Estas protestas masivas, las más importantes en el país desde la Primavera Árabe, comenzaron en octubre del pasado año. La chispa que prendió la mecha del movimiento fue la muerte de un joven vendedor ambulante de pescado, Mohcen Fikri, quien falleció en Alhucemas aplastado por el mecanismo de un camión de basuras cuando intentaba recuperar el pescado que la Policía le había confiscado.
Como ocurrió en Túnez en 2010, cuando el suicidio público del joven vendedor ambulante Mohamed Bouazizi desató la oleada de protestas en los países árabes, la muerte de Mohcen Fikri causó estupor e indignación en las localidades vecinas, que rápidamente organizaron protestas duramente reprimidas.
Casi un año después, la indignación por la muerte de Mohcen Fikri ha cristalizado en un movimiento popular organizado que exige, concretamente, la construcción de una universidad en la región y un hospital oncológico en la provincia de Alhucemas, además de la creación de empleo y la "desmilitarización" de la zona.
Aunque el Gobierno ha enviado en varias ocasiones a ministros para supuestamente acelerar los planes de desarrollo regional, el movimiento Al Hirak exige, como condición primera, la liberación de sus líderes y el repliegue de la Policía, además de reclamar una interlocución directa con el rey Mohamed VI de Marruecos o con emisarios suyos.
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