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Seguidores iraquíes del Madrid y el Barça dirimen a puñaladas sus rivalidades futbolísticas y políticas

Kurdos, árabes sunnitas y chíitas, islamistas y asirios proyectan sus diferencias fraticidas a través de los principales clubes españoles

Asirio en un campo de desplazados de la ciudad kurda de Erbil, con la camiseta del Real Madrid.- FERRÁN BARBER

FERRÁN BARBER

IRBIL (IRAK).- Ni la invasión norteamericana de Irak (2003) impidió durante buena parte de 2003 que los clubes iraquíes siguieran enfrentándose en el campo. El mismo Uday Husein, a la sazón presidente de la Federación de Fútbol de aquel país, terció públicamente para que la liga nacional continuara. Meses después se supo que el depravado hijo de Sadam había golpeado y torturado al entrenador nacional de Irak -el asirio cristiano Emmanuel Baba- y a varios jugadores de la selección tras perder un partido. Tal era su pasión por ese juego que privó a Baba de su medicación para la hipoglucemia durante varios días con la esperanza de que pusiera más empeño en la preparación de los futbolistas que entrenaba. No funcionó. Pero, de algún modo, Uday había reinventado una suerte de contagioso hooliganismo de Estado que, posteriormente, terminó por derramarse sobre el pueblo.

Hoy, los hinchas iraquíes atesoran el raro privilegio de igualar a los rusos y ucranianos en pasiones violentas. Y lo que es más singular, buena parte del odio tribal y sectario que desangra ese país se articula a través de los dos principales equipos españoles -Real Madrid y Barça-, seguidos con un entusiasmo que a menudo frisa la locura.


Decapitó a su amigo madridista

Un acceso de demencia fue, sin duda, lo que sufrió un seguidor del Barcelona de Madain -una población situada a medio centenar de kilómetros al sur de Bagdad-, cuando degolló a su amigo íntimo -hincha del Real Madrid- en 2013, mientras jugaban una partida de fútbol en un juego de Arcade, dentro de un salón recreativo de la ciudad. El asesino apuñaló primero varias veces al madridista y cegado por la furia, le cortó después el cuello en presencia de varios clientes del local.

El episodio no era ni de lejos aislado. Menos de un año antes, varios hinchas de Kerbala fueron apuñalados durante una trifulca entre seguidores de los dos clubes españoles. La pelea se desencadenó tras un encuentro que el Madrid ganó a los azulgranas por 2 a 1 en el Nou Camp. En ningún país distinto a España se vive como en Irak las rivalidades entre ambos equipos y en pocos lugares del mundo llega a desbordarse la afición al fútbol con semejante violencia.

En ningún país distinto a España se vive como en Irak las rivalidades entre Barça y Madrid y en pocos lugares del mundo llega a desbordarse la afición con semejante violencia

Claro que la explosión de furia asociada a ese deporte no se circunscribe únicamente a la enemistad entre el Madrid y el Barça. Nadie escapa en Irak a la ira de los hinchas y ello incluye, entre otros, a los jugadores más reconocidos de su liga, intimidados, con frecuencia, desde antes del comienzo de los enfrentamientos. Incluso el popular centrocampista Karrar Jassim fue recientemente atacado por un aficionado de un equipo rival con un bastón y golpeado en la cabeza. Otro jugador del Dhuluiya FC tuvo que conducir su coche sobre el terreno de juego para rescatar a un compañero herido durante un encuentro clasificatorio de la Liga iraquí que se disputaba contra el Samarra FC. Tal es el temor que llegan a experimentar algunos jugadores, que no es raro que un equipo pierda deliberadamente para evitar las represalias de la hinchada rival. Ni en la liguilla regional más jurásica del mundo es posible encontrar deportistas más expuestos que los iraquíes.

Niños kurdos con camisetas de los clubes españoles de fútbol.

Niños kurdos con camisetas de los clubes españoles de fútbol.

Proyectando su frustración

¿A qué se debe esta explosión de violencia y qué alienta a los hinchas a dirimir sus diferencias a golpes o, llegado el caso, puñaladas? En opinión de un aficionado de Bagdad, Mohammed Saleh, “la gente del país está agotada -especialmente, los jóvenes- y el fútbol brinda una válvula de escape para sus frustraciones que, a menudo, se desborda con funestas consecuencias”. El hincha kurdo Ajwan B, fan incondicional del Barça, cree, asimismo, que estas luchas proyectan las diferencias religiosas y raciales entre los pueblos iraquíes. “Y si no me cree, pregunte por aquí cómo se le arbitra al Irbil”, equipo-enseña de la capital del territorio kurdo gobernado por Masud Barzani.

Al igual que sucede entre ciertos sectores de la ciudadanía catalana y vasca, casi nadie suele celebrar las victorias del combinado nacional de Irak en el norte del país. Las aspiraciones separatistas de los kurdos son, a su vez, vistas con resquemor por los árabes sunitas y, a veces, igualmente, por la minoría asiria cristiana, lo que a su vez encuentra un correlato futbolístico premeditadamente fabricado a imagen y semejanza del de España. “Preferiría apoyar a San Marino que a la selección de Irak”, ironizaba en Internet un aficionado kurdo al fútbol de Irbil, tras un encuentro del equipo nacional celebrado en 2014 contra los saudíes. “Venga ya, chicos, somos kurdos. Aunque no tengamos un equipo aceptado por la FIFA, ¿por qué habríamos de apoyar a la selección de un estado que ha intentado suprimirnos desde nuestro establecimiento?”.

“Preferiría apoyar a San Marino que a la selección de Irak”, ironizaba en Internet un aficionado kurdo

A la falta de entusiasmo de los kurdos por la victoría de los iraquíes sobre los saudíes contribuyó en 2014 el hecho de que ni un solo jugador de su pueblo hubiera sido convocado para el partido. En el mismo hilo de Internet, podía leerse a otro hincha de Irbil reprochando a los asirios cristianos su apoyo a la selección. “El único lugar donde han ondeado banderas iraquíes tras el encuentro es el barrio asirio de Ankawa. Estos cristianos procedentes de Bagdad y Mosul no muestran el menor respeto por el Kurdistán, la tierra que les da refugio, y en su lugar prefieren apoyar al Estado que les asesina”.

Prefieren al Barça

Las aspiraciones separatistas kurdas podrían explicar también, en opinión de algunos, la general preferencia de este pueblo por el Barça, bien es verdad que son muchos también los madridistas que pueden encontrarse en ciudades kurdas como Irbil. Hay quien sostiene que el Madrid es el equipo de las clases acomodadas de la sociedad, llevando de ese modo hasta el final las asociaciones ideológicas acuñadas en España, perfectamente conocidas en Irak por muchos. Lo cierto es, sin embargo, que nadie goza de mayores privilegios en el Kurdistán que su propio presidente, Masoud Barzani, y este es un declarado seguidor del Barça, al que Sandro Rosell invitó en su día a presenciar un partido en el palco del Camp Nou.

La afición por los equipos españoles en el Kurdistán es un caso digno de mención que ha merecido titulares en el grueso de los diarios del planeta. Ni siquiera en Madrid y en Barcelona se vive el Clásico con un entusiasmo comparable al de los hinchas que poseen ambos clubes en Irbil y Suleimania. En esta última ciudad, varios aficionados al fútbol resultaron heridos en accidentes de tráfico acaecidos durante las celebraciones que siguieron al último enfrentamiento entre los colosos españoles.

Varios aficionados resultaron heridos en accidentes de tráfico en las celebraciones tras el último enfrentamiento entre los colosos españoles

Durante las horas previas a estos encuentros, los aficionados de Irbil se reparten por los cafés de la calle Iskan en función de sus filias y sus fobias. Las disputas crecen en intensidad a medida que el partido avanza mientras la ciudad literalmente se vacía. Con frecuencia, los hinchas llegan a las manos, envalentonados por el güisqui que se vende en Ankawa. El barrio cristiano ha sido rebautizado por algunos con el nombre de Las Vegas, en honor al número creciente de bares y locales de prostitutas.

Inevitablemente, unos y otros terminan festejando el triunfo del equipo mediante una costumbre tribal kurda y árabe que consiste en disparar al aire armas de fuego. “Afortunadamente, no se han registrado heridos de bala debido a las celebraciones”, suelen precisar los diarios locales, cuando, en efecto, nadie ha resultado alcanzado, lo que no sucede siempre.

El Barça de los kurdos

El correlato del Irbil de Barzani entre los kurdos de Turquía viene a ser un equipo renombrado por los nacionalistas del HDP en octubre de 2014 como Amed SK. Los habitantes de Diyarbakir lo llaman el Barça de los kurdos, no sólo por su juego como por lo que representa. Se trata de un combinado modesto que militó este año en la Segunda B de su país y aun así logró alcanzar los cuartos de final de la Copa turca tras vencer al Buraspor. El Gobierno de Ankara prohibió a los hinchas del Amed, simpatizantes de los confederalistas kurdos del PKK, asistir al partido de eliminatoria con el Fenerbahçe y el encuentro se celebró finalmente con las gradas vacías. Uno de sus jugadores -el centrocampista Deniz Naki- fue sancionado con doce partidos debido a las declaraciones realizadas en las redes sociales en favor de los kurdos, en medio del conflicto que aún se vive en el sureste de Anatolia.

Y lo que en el Kurdistán ha devenido en una pasión de masas, es a los ojos de ISIS uno de los pecados más depravados y anti islámicos importados de Occidente. En Mosul no se juega al fútbol y el contemplar siquiera algún encuentro es castigado con la muerte. En enero de 2015, los alucinados yihadistas de Daesh ejecutaron a trece adolescentes de esa ciudad por seguir en la televisión un partido de Irak contra Jordania. La yihad de ISIS contra el fútbol se cobró otras cuarenta vidas el pasado mes de marzo en la ciudad iraquí de Alejandría cuando un suicida se infiltró entre el público que presenciaba un encuentro de fútbol entre equipos locales e hizo estallar un artefacto que hirió también a un centenar de personas. La guerra que se libra en todo Oriente Medio ha alcanzado también a este deporte.

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