Este artículo se publicó hace 8 años.
Una región belga puede torpedear el 'TTIP canadiense'
El parlamento de la región federal de Valonia vota este miércoles una resolución contra el CETA, el acuerdo comercial entre Bruselas y Ottawa, que previsiblemente será aprobada ya que cuenta con mayoría a favor en la cámara. Sin el visto bueno de sus tres regiones autónomas Bélgica no puede aprobar el acuerdo, al que también pone trabas Rumanía.
Alejandro López de Miguel
-Actualizado a
MADRID.- La Comisión Europea ve brotar obstáculos en el camino para ratificar nuevos tratados comerciales casi a diario, a pesar de sus esfuerzos por vender las bondades y la "transparencia" del TTIP o el CETA, negociados por contra en una densa nube de opacidad.
El parlamento de la región federal belga de Valonia vota este miércoles una resolución contraria a la ratificación del acuerdo comercial entre la UE y Canadá (CETA), y los números cuadran para que esta sea aprobada. Si esto ocurre, y el Gobierno federal es capaz de mantener su posición ante Bruselas, el CETA podría nacer muerto. "El Gobierno federal necesita el apoyo del Ejecutivo de Valonia para firmar este tipo de tratados", explican a Público fuentes de la administración.
Teniendo en cuenta que el Parti Socialiste, el Centre démocrate humanist y Ecolo suman 47 de los 75 escaños de la cámara regional, y que todos están a favor de la resolución que se votará en la Comisión de Asuntos Generales del parlamento, todo parece indicar que esta se convertirá en una realidad este mismo miércoles.
Las citadas fuentes apuntan que la resolución probablemente determinará la posición del Gobierno regional sobre el acuerdo, pero no aclaran si el ministro presidente de Valonia, el socialista Paul Magnette, comparecerá posteriormente para explicar en qué va a plasmarse la iniciativa.
A pesar de que en abril de 2015 ya aprobaron una resolución similar contra el TTIP, desde Valonia aseguran que "por el momento" no han recibido presiones directas desde Bruselas para que apoyen el acuerdo comercial entre la UE y EEUU. La décimo tercera ronda de negociaciones del Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) tiene lugar esta semana, mientras que las conversaciones sobre el Comprehensive Economic and Trade Agreement (CETA) concluyeron a finales de 2014.
Sin embargo, la Comisión Europea todavía no ha aclarado si deberá ser ratificado por los parlamentos de los 28 Estados miembros, o si únicamente requerirá del apoyo del Consejo Europeo y del Europarlamento. Tampoco ha explicado qué ocurrirá con el polémico TTIP.
Previsiblemente, el CETA será sometido a ratificación en otoño de este año, y los partidos políticos y organizaciones sociales contrarias al acuerdo advierten que servirá como una suerte de "caballo de Troya" del TTIP, que además incorpora aspectos como los tribunales arbitrales originales (ISDS) que la Comisión se ha visto obligada a intentar maquillar en el acuerdo con Washington.
Valonia representa cerca del 55% del territorio belga, casi un tercio de su población, por lo que su portazo al CETA supondría un golpe importante en un momento en que en otros Estados miembros están plantando cara al acuerdo.
Es el caso de Rumanía, que en un comunicado difundido por el Ministerio de Asuntos Exteriores amenaza con condicionar su respaldo al acuerdo a que Ottawa levante la exigencia de visados para ciudadanos rumanos que quieran visitar su territorio ─que también afecta a los búlgaros─ "En esta situación, las autoridades rumanas evaluarán de nuevo, a nivel comunitario, el enfoque en la relación entre la UE y Canadá de forma que se asegure el objetivo de eliminar los visados obligatorios para ciudadanos rumanos", sostiene el texto hecho público a mediados de este mes.
Bruselas sigue apretando el acelerador para cerrar el TTIP, el CETA o el TiSA (Trade in Services Agreement) pero las filtraciones sobre estos acuerdos comerciales sirven de alimento a los opositores. Un reciente sondeo de la fundación Bertelsmann realizado en Alemania muestra que el 33% de los alemanes no desea el TTIP, frente al 17% que lo considera positivo. Hace dos años el respaldo era del 55% y el rechazo del 25%, y esta tendencia sigue extendiéndose en distintos países europeos.
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