Este artículo se publicó hace 7 años.
Cambio climáticoTrump saca a EEUU del pacto mundial contra el cambio climático, ¿y ahora qué?
El magnate mantiene su promesa y abandona el Acuerdo de París, firmado en 2015 por 195 países. Expertos alertan de las "severas" consecuencias de la retirada de Estados Unidos para el clima del planeta.
Madrid--Actualizado a
Donald Trump ha sacado a Estados Unidos del pacto mundial contra el cambio climático. El magnate ha confirmado este jueves en una declaración desde la Casa Blanca su decisión de abandonar el Acuerdo de París, el acuerdo contra el calentamiento global firmado por 195 estados en 2015 con el objetivo de evitar que la temperatura del planeta aumente más de dos grados centígrados a finales de este siglo.
El mandatario argumenta que el pacto climático perjudica a EEUU y a su economía. "Es un ejemplo de un trato que es desventajoso para Estados Unidos", ha declarado. El magnate ha dejado claro que su país "cesará todas las implementaciones" de los compromisos en París y que intentará negociar un acuerdo "mejor". Ahora está por ver cómo se lleva a la práctica la retirada de EEUU del Acuerdo, que según recoge su artículo 28.1, no se haría efectiva hasta noviembre de 2020, casi al final de la legislatura del magnate.
La retirada del Acuerdo era una de las promesas electorales de Trump, un abierto negacionista del cambio climático, ─que lo llegó a calificar de “invento chino”─, pero hasta ahora no se había materializado, con la esperanza de que la presión internacional hiciera al magnate reconsiderar su posición. El miércoles llegaron los primeros avisos, cuando varios medios estadounidenses publicaron, citando fuentes de la Casa Blanca, que Trump habría tomado la decisión definitiva de abandonar el pacto. Algo que se ha confirmado este jueves.
EEUU es, por detrás de China, el segundo país más contaminante del mundo (él solo es responsable de entre un 10% y un 15% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero que se expulsan a la atmósfera) y el primer contaminante per cápita mundial. La administración de Obama se había comprometido, en el marco del acuerdo, a reducir sus emisiones de CO2 entre un 26% y un 28% en 2030 y a alcanzar una rebaja del 80% de cara a 2050. La pregunta ahora es si, con su salida, el Acuerdo de París corre el riesgo de quedarse en un pacto vacío.
“Sin EEUU será difícil cumplir con lo que ha pedido el IPCC (el panel intergubernamental de expertos sobre cambio climático de la ONU, la mayor red de científicos sobre la materia). Será prácticamente imposible no superar los dos grados de aumento”, señala Javier Andaluz, experto en cambio climático de Ecologistas en Acción.
Es una consideración similar a la de los 377 miembros de la Academia Nacional de las Ciencias de EEUU, entre ellos 30 premios Nobel, que en una carta abierta publicada en septiembre advertían de que una salida del acuerdo “haría mucho más difícil el desarrollo efectivo de estrategias globales para mitigar y adaptarse al cambio climático”. “Las consecuencias de salirse de la comunidad global serían severas y de larga duración para el clima de nuestro planeta y para la credibilidad internacional de Estados Unidos”, aseveran.
Efecto contagio
Pero el temor no se fundamenta sólo por lo que EEUU deja de aportar a la lucha contra el cambio climático, sino sobre todo por el ejemplo que eso supone para otros estados. Se teme un efecto dominó, como ya pasó cuando George W. Bush sacó a EEUU del Protocolo de Kioto en 2001. Andaluz ve probable que grandes potencias como Japón o Canadá sigan sus pasos.
Lara Lázaro, investigadora principal de Cambio Climático del Real Instituto Elcano, cree sin embargo que el contexto actual difiere sustancialmente del de entonces.
“Siempre es una posibilidad, pero hemos transicionado de Kioto a París. Ahora hay un capital económico y diplomático invertido. El quinto informe del IPCC dejó claro que el cambio climático es inequívoco y se ha tomado conciencia de que no hacer nada supone un riesgo económico global. Es fundamental también la bajada del coste de las renovables y una demanda ciudadana creciente para que se tomen acciones en política exterior respecto al calentamiento global. A muchos estados el Acuerdo les interesa y es menos probable que se salgan ahora de lo que lo era cuando se firmó Kioto”, señala.
Nuevos liderazgos
Ante la posibilidad de un efecto contagio, son muchos los que miran a la Unión Europea, que en las negociaciones de París había quedado en un segundo plano con compromisos menos ambiciosos que los de EEUU, para que tome el relevo en el liderazgo de la lucha climática.
“Lo que estamos viendo es que hay una transición ecológica global que Trump no ha entendido, y la UE tiene que asumir ese liderazgo si no queremos que otros países sigan la estela de EEUU. Diga lo que diga, o haga lo que haga Trump, el resto de países tenemos que trabajar para impedir que pueda torpedearlo desde dentro o desde fuera”, dice el eurodiputado de Equo, Florent Marcellesi.
China, con un grave problema de contaminación en su territorio, también parece decidida a asumir el nuevo liderazgo. "Seguiremos participando en el proceso multilateral sobre el cambio climático, mantendremos los resultados del Acuerdo de París e iremos adelante con su puesta en práctica", señaló hace pocas horas el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hua Chunying. Está previsto que este viernes, en la XIX Cumbre China-UE que se celebra en Bruselas, ambas potencias lancen un mensaje común de apoyo a los compromisos climáticos.
Sin sanciones
Otra cuestión es qué hacer con un país que no sólo no piensa unirse a la lucha global contra el cambio climático, sino que entre sus planes políticos está el de incrementar la quema de combustibles fósiles, especialmente el carbón, principal emisor de CO2 a la atmósfera.
En el Protocolo de Kioto, la ONU fijó los porcentajes de reducción de emisiones que cada estado estaba obligado a cumplir a riesgo de ser sancionados, motivo principal por el que muchos países no lo firmaron y por el que EEUU se salió. Por ello, para el Acuerdo de París se estableció que fueran los propios países los que decidieran voluntariamente qué compromisos estaban dispuestos a asumir, y que además estos no fueran vinculantes, es decir, que no se aplicarán sanciones. Javier Andaluz considera fundamental que el resto de potencias tomen medidas con respecto a EEUU, estableciendo limitaciones al comercio, por ejemplo.
Un importante freno a los planes de Trump puede venir desde su propio país. Lázaro recuerda que, gracias al sistema federal de EEUU, 18 Estados ya han advertido de que seguirán implementando políticas para reducir las emisiones contaminantes, en la línea del más de centenar de empresas y multinacionales que pidieron al presidente norteamericano que no se saliera del Acuerdo.
La última gran esperanza para el planeta es esperar a que Trump abandone la Casa Blanca. “Tenemos que verlo con un poco de perspectiva. Este es un acuerdo a largo plazo y esperamos que en cuatro años llegue otro presidente. Mientras hay que seguir trabajando”, dice Marcellesi.
No está tan claro si, para entonces, habrá tiempo suficiente de frenar el calentamiento global. El Acuerdo no empezará a ponerse en práctica hasta 2020, pero es necesario que para entonces los compromisos de los países firmantes sean mucho más ambiciosos que los que hasta ahora hay sobre la mesa. Con EEUU fuera, las perspectivas no son buenas.
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