Este artículo se publicó hace 9 años.
El pacto internacional secreto TiSA agravará el peligro del transporte de mercancías por carretera en la UE
El acuerdo sobre comercio de servicios que negocian medio centenar de países, con EEUU y la Unión Europea a la cabeza, pretende liberalizar el empleo de conductores y vehículos procedentes de países que no cumplen los estándares laborales ni de seguridad, algo que pondrá en peligro la seguridad vial de todos los países firmantes, incluida España.
Carlos Enrique Bayo
-Actualizado a
Objetivo: liberalizar los servicios de transporte de mercancías a toda costa. Incluso si la falta de regulación pone en peligro la seguridad vial de los ciudadanos de los países firmantes.
Eso es lo que se interpreta del contenido del Anexo sobre Transporte de Mercancías por Carretera y Servicios Logísticos Relacionados, que está siendo negociado en absoluto secreto por medio centenar de países de todo el mundo, capitaneados por Estados Unidos y la Unión Europea, en el Trade in Services Agreement (TiSA) que Wikileaks ha conseguido desvelar en una colaboración internacional con doce medios de comunicación e instituciones de diferentes países, incluido Público en rigurosa exclusiva para España.
En este nuevo lanzamiento mundial de Wikileaks participan, además de Público, el Süddeutsche Zeitung (Alemania), L'Espresso (Italia), Libération y Mediapart (Francia), The Center for Investigative Journalism y la International Transport Workers Federation (Reino Unido), el International Forum on Globalization, Public Services International, OWINFS y Friends of the Earth (EEUU) y CIPER (Chile).
Según el análisis del contenido de este anexo del TiSA efectuado por Mac Urata y Sarah Finke de la ITF para Wikileaks, el tratado no sólo consolidará el poder de las grandes multinacionales del transporte, sino que también incrementará las presiones económicas y comerciales que ya están ejerciendo las grandes corporaciones –clientes de esas transnacionales– sobre los gobiernos que tratan de proteger sus pequeñas y medianas empresas nacionales.
Pero lo más grave son las consecuencias. En estos momentos, los camioneros de Europa del Este y de otras regiones de Eurasia que trabajan en el transporte por carretera en la UE ya están sometidos a unas condiciones infrahumanas de trabajo, cobrando unos salarios indecentemente bajos (porque viven y trabajan en países occidentales pero se les paga en función del nivel de vida de sus países de origen) que les obligan a realizar jornadas interminables y a residir en sus propios vehículos, sometidos a situaciones insalubres en los grandes aparcamientos de carretera para camiones o en descampados.
Una dramática realidad que no necesita, precisamente, mayor liberalización... ni que se reproduzca en otros lugares del mundo, como se produciría si entrase en vigor el TiSA, un acuerdo comercial internacional tan secreto que prevé incluso permanecer oculto al escrutinio publico y a los propios parlamentarios de los países firmantes hasta cinco años después de su entrada en vigor.
El TiSA permitiría contratar transportistas de países con escasa protección laboral y deficientes controles de seguridad de los vehículos; una nueva amenaza para la circulación rodada
Todo ello repercute ya actualmente en la peligrosidad del transporte vial en la UE, puesto que uno de los mayores factores de riesgo del tráfico por carretera es el cansancio de los conductores y la inexperiencia de los chóferes profesionales, que a menudo desconocen el idioma y hasta las señales de tráfico de los países por los que circulan. Por tanto, una mayor liberalización de esos servicios, que permitiría contratar transportistas de países con escasa protección laboral y deficientes controles de seguridad de los vehículos significaría, sin duda, una nueva amenaza para la circulación rodada.
Además, la postura de Australia reflejada en el Artículo 2 del Anexo es especialmente preocupante, puesto que conllevaría la libre contratación de todo tipo de conductores, incluso autónomos, con sus propios camiones o furgonetas, para el transporte de mercancías por otros países. Algo que presentaría serios problemas sociales, de seguridad y medioambientales en los países donde trabajasen.
Igualmente, la sección que prevé acelerar la concesión de permisos de permanencia de hasta un año para los conductores profesionales demuestra las intenciones de los negociadores de que las empresas puedan importar chóferes para que presten sus servicios en países que desconocen. No existe ninguna razón objetiva posible para procurar ese desarrollo de ese tipos de servicio, salvo la posibilidad de explotar laboralmente y económicamente a trabajadores procedentes de países pobres.
El tratado pone como prioridad los intereses de las grandes empresas, por encima del medioambiente, los derechos laborales y hasta la seguridad
Por otra parte, el Anexo no se preocupa en absoluto de los temas mediambientales y muy poco de la seguridad en general. En cambio, sí advierte de que los estándares de seguridad "no pueden ser más restrictivos de lo necesario", que no se podrán establecer en cada país "normas de tráfico inapropiadas" –sea lo que sea lo que pretendan decir con eso–, y que, en todo caso, habrá que dar prioridad "al reparto puntual de las mercancías, para evitar su deterioro".
Es decir, lo único que importa a los negociadores de esta parte del pacto secreto TiSA es proteger los intereses de las grandes corporaciones del transporte, sin preocuparse por proteger ni los derechos laborales de los trabajadores, ni siquiera la seguridad del tráfico por carretera. Algo que se suma a provisiones similares en los capítulos del acuerdo dedicados a transporte marítimo y a otros servicios de reparto de mercancías, sumándose unos efectos más que indeseables para las infraestructuras y los servicios públicos ya existentes en los países firmantes.
Con el TiSA, medio centenar de países –que controlan dos terceras partes de la economía del planeta– están creando un monstruo... y lo hacen en secreto, ocultándose del escrutinio público.
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