BERLÍN
La policía le despertó en mitad de la madrugada. Alguien le había prendido fuego a su coche. Otra vez. A finales de 2016, cuando diversas librerías del barrio berlinés de Neukölln se unieron “en contra del racismo y el populismo de derechas”, a Heinz Ostermann ya le quemaron su vehículo. Y poco después, a comienzos del años siguiente, le rompieron los cristales de Leporello, su tienda. Ataques provocados, sostiene también la policía, por la extrema derecha.
“Miedo por mi vida no tengo, pero es simplemente increíble. Es el tercer ataque y estoy convencido de que si no hay detenciones esto va a seguir ocurriendo”, afirma, con calma, el librero a Público. “Es lo más importante, que detengan a alguien”, añade.
El último ataque, producido en la madrugada del pasado jueves, tuvo, además, una diferencia con los anteriores: él no fue el único objetivo. Esa misma noche, unos desconocidos también quemaron el coche de Ferat Ali Kocak, un político local de Die Linke (La Izquierda). Kocak tenía aparcado el vehículo en su garaje, y fue la luz de las llamas, que llegaron a la altura del primer piso, las que le despertaron.
Sin embargo, hasta el momento no hay detenciones. El sábado por la tarde la policía anunció que se había emitido una orden de registro y que se habían incautado pruebas. “Las intensivas investigaciones contra dos conocidos sospechosos de la escena derechista continúan”, rezaba el comunicado policial.
Libros contra racismo
La iniciativa de “Librerías de Neukölln contra el racismo y el populismo de derechas” surgió tras las elecciones locales de Berlín de septiembre de 2016, en las que la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AFD) obtuvo el 14% de los votos.
“La idea era organizar una resistencia para evitar el desarrollo de estos hechos a mayor escala y, al mismo tiempo, activar a sectores más amplios de la sociedad, para que se debata el tema y la gente se posicione”, explica Lena Mahler, cofundadora del movimiento.
“Las librerías son lugares de conocimiento y de cultura democrática. Por tanto, son herramientas perfectas para contrarrestar el giro a la derecha”, añade mientras su hija de nueve meses duerme, cómoda, en la mochila portabebé. Mahler asegura que las charlas y discusiones que han organizado desde esta red levantan gran expectación y que las librerías siempre “se llenan”. A pesar de los ataques están determinados a continuar con estas actividades.
Es importante destacar, asimismo, que los establecimientos que forman parte de la red no son librerías politizadas, ni exponentes de una u otra ideología concreta, sino más bien comercios generalistas en los que predominan las novelas y los libros para niños. La de Heinz Ostermann, quien no se considera un izquierdista sino “más bien de centro”, es un perfecto ejemplo. Los best sellers abundan, los calendarios, incluido uno de Mallorca, ocupan el espacio central y la sección de política apenas abarca una pequeña esquina.
Los ataques a librería Leporello no son un caso aislado. Otros centros culturales también se han visto afectados por violencia vinculada a la extrema derecha: algunos han amanecido con pintadas nazis o cristales rotos; en noviembre de 2016, un grupo denominado Fuerzas Libres Berlin-Neukölln publicó una lista de comercios judíos en Facebook; en enero de 2017, le quemaron el coche a Mirjam Blumenthal, política del SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania).
Apoyo y solidaridad
Las intimidaciones a Heinz Ostermann, no obstante, se siguen repitiendo. “Tiene que ver con el hecho de que mi librería se encuentra en Rudow, en el sur de Neukölln, que a diferencia del norte, no tiene un ambiente multicultural. En esta parte hay otro carácter y en el pasado ha habido siempre problemas con la derecha”.
El librero se expresa así bajo copos de nieve y un intenso frío, después de que cientos de personas se hayan concentrado junto al ayuntamiento de Neukölln para mostrar solidaridad y apoyo, tanto a él como al político Ferat Ali Kocak.
“Somos muchos. Berlín contra los nazis” era uno de los muchos eslóganes que se podían leer en las pancartas, junto a banderas de partidos políticos como Die Linke, Los Verdes, el SPD e, incluso, el HDP (Partido Democrático de los Pueblos), la formación prokurda con representación en el Parlamento de Turquía. “La solidaridad es muy importante, me alegra mucho ver aquí a amigos, a gente que conozco y clientes de la librería. Da mucha energía”, asegura Ostermann.
Un apoyo que también se percibe en el propio establecimiento.
“Sí que nota un poco que desde los ataques viene más gente. Por un lado porque se hacen tertulias, pero también por los clientes normales”, señala Nina, una trabajadora de Leporello. “A mí, por ejemplo, me sorprendió que vinieran personas con ramos de flores a decir que nos apoyan”. “Rudow está con Leporello”, añade, por su parte, una clienta. “Estas cosas no deberían pasar en nuestro barrio”.
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