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BRISTOL.- Jeremy Corbyn, el nuevo líder laborista, ha supuesto un terremoto en la política británica. Pero llevar a cabo su programa, que incluye la salida de la OTAN y una firme oposición a la política de recortes que imponen los Conservadores y Bruselas, no sólo depende de sí mismo. El veterano diputado debe convencer a los detractores en su propio partido y ser capaz de articular una mayoría de izquierdas, lo que podría implicar negociar con otros partidos y movimientos.
Le dejaron presentarse porque nadie pensaba que tuviera la más mínima oportunidad. Las elecciones primarias del Partido Laborista han tenido un desenlace que tan solo tres meses atrás parecía imposible: Jeremy Corbyn es el nuevo líder del laborismo inglés tras conseguir una holgada victoria gracias al 59,5% de votos. Su llegada al poder ha despertado un debate y sobre todo una expectación que no se recordaba en las filas del castigado partido de centro-izquierda. Algunos de sus dirigentes no se acaban de creer que tengan como máximo cargo a este veterano diputado de 66 años, con un largo historial activista y sin miedo a hablar -y votar- contra las principales líneas de su partido.
Su triunfo ha sido posible gracias al apoyo de un equipo que arrancó con solo veinte personas. Dos minutos antes de que acabara el plazo, consiguieron entregar la candidatura de Corbyn. Trece de los treinta y cinco parlamentarios requeridos le respaldaron con cierta condescendencia y declararon que en realidad no votarían por él. La ex secretaria de Relaciones Exteriores, Margaret Beckett, días después se arrepintió de haber abierto la puerta a este vegetariano que se desplaza en bicicleta por Londres y que viene de una familia con tradición política. Sus padres se conocieron haciendo campaña contra el bando franquista en la Guerra Civil española.
“Ya conocía a Corbyn por People´s Assembly Against Austerity”, explica Jack Hazeldine, un joven organizador de esta plataforma contra los recortes del Gobierno conservador británico. “Tenía fama de ser una persona dedicada, con una larga trayectoria.” Jack había abandonado las filas del Partido Verde y la actual política parlamentaria no le generaba grandes expectativas. Fue uno de los más de 126.000 voluntarios que ha participado en un acto de campaña. “He tenido ocasión de hablar con él y parece una persona con los pies en el suelo, realmente cree en lo que dice”. Pero ni siquiera Jack se esperaba su éxito. Tampoco Kat Fletcher, una figura clave en el equipo de Corbyn. Según explicó a The Guardian, apostó 20 libras por su jefe cuando las apuestas estaban 100 a 1. En aquel momento parecía dinero perdido.
La Corbynmanía disparó el número de afiliados mientras Tony Blair y otros históricos dirigentes ponían el grito en el cielo. El ex primer ministro no ha tenido reparos en escribir varios artículos desaconsejando su elección porque “el país no iría hacía delante si no hacia atrás”. El Partido Laborista corría el riesgo de "ser aniquilado", advertía el impulsor de la Tercera Vía, la ideología que escoró el partido hacia la derecha, lejos de sus orígenes socialistas.
Desafíos entre sus propias filas
Ahora que ha sido elegido, con un mejor resultado electoral que Blair en 1994, el nuevo líder debe lidiar con adversarios dentro y fuera de su formación. Los problemas dentro del laborismo, por sí solos, ya son un desafío que muchos pensaron que no superaría.
“Podían haber optado por desmontar la narrativa conservadora de que el déficit y la deuda eran culpa del exceso de gasto del gobierno laborista durante sus trece años en el poder; o bien admitir esto y hacer todo lo posible por demostrar que lo sentía y que no volvería a repetirse”
Para algunos es el enemigo en casa. Para otros el guardián de las esencias de una formación que había perdido credibilidad y votantes por el camino: las pasadas elecciones obtuvieron 232 escaños, 26 menos que en los anteriores comicios. Ed Miliband, continuo objeto de críticas y objetivo fácil para los caricaturistas, dimitió sin haber logrado progresos en los debates recurrentes que dividían a su partido: Estado de Bienestar, déficit y migración. “Podían haber optado por desmontar la narrativa conservadora de que el déficit y la deuda eran culpa del exceso de gasto del gobierno laborista durante sus trece años en el poder; o bien admitir esto y hacer todo lo posible por demostrar que lo sentía y que no volvería a repetirse”, opina Tim Bale, profesor de la Universidad Queen Mary de Londres.
“El Partido Laborista ahora no es el mismo que perdió las elecciones en mayo”, afirma el profesor en la Universidad East London y afiliado Jeremy Gilbert. “El número de miembros ha aumentado en más de un 100%, podemos situarlos principalmente a la izquierda. Esperamos que Corbyn no tarde en realizar cambios para convertir la formación en un partido de masas democrático, en lugar de una formación dirigida por una ejecutiva de élite. Creo que este proceso creará un gran entusiasmo en el partido, excepto entre los diputados”.
Sólo una veintena de diputados laboristas, de los más de doscientos parlamentarios, han manifestado su apoyo a Corbyn, que deberá crear un gobierno en la sombra (el equipo que rebate a sus adversarios en el Ejecutivo de Cameron). “Es muy probable que muchas de sus posiciones, tanto en política interior y exterior, parezcan demasiado radicales para los moderados y que estos se nieguen a servir bajo sus órdenes. Puede que se vea obligado a contar con personas inexpertas”, comenta el profesor Bale. Dos de los tres candidatos, Yvette Cooper y Liz Kendall, han anunciado que no formarán parte de su equipo. El portavoz de Salud, Jamie Reed, ha presentado su dimisión al tiempo que invita a “convertir la desesperación de la derrota en convicción para ganar” en Twitter. “El resultado más probable es que la mayoría de las figuras blairistas del Parlamento dejen la política para hacer carrera en el mundo empresarial”, apunta Gilbert. Para superar las tensiones internas, Corbyn ha anunciado que ofrecerá puestos en su equipo a todas las tendencias.
El desastroso resultado electoral de 1983, cuando un programa claramente de izquierdas fue descartado por el electorado de centro, es esgrimido por muchos como la prueba definitiva de que las posiciones tradicionales del laborismo son una mala estrategia. Desde campañas internas como Anyone But Corbyn (Todos Menos Corbyn) se pedía que se pensara en términos estratégicos, y Tony Blair aconsejó a los que votaban “con el corazón” que mejor se hicieran “un transplante”. Jack cree que su generación no apoya “la idea del político como alguien que te vende un producto” y prefiere alguien con convicciones. “Corbyn no tiene miedo de decir algo con lo que quizá no estés de acuerdo, y va a estar dispuesto a tratar de convencerte”, apunta.
Rechaza la austeridad y apuesta por perseguir el fraude fiscal y gravar a las rentas más altas para combatir el déficit
Desde 1997 Corbyn ha votado más de 500 veces en contra de la línea marcada por su partido. Un momento clave fue la votación de la welfare bill, que suponía unos fuertes recortes a los presupuestos de Bienestar. Él fue el único en desacatar las directrices laboristas. El gesto marcó distancias con el resto de candidatos y las bases tomaron nota.
Giro a la izquierda
El programa de Corbyn bebe de las políticas de la izquierda tradicional. Rechaza la austeridad y apuesta por perseguir el fraude fiscal y gravar a las rentas más altas para combatir el déficit. Propone renacionalizar sectores estratégicos como la red de ferrocarril y las compañías energéticas. Una medida polémica consiste en que el Banco de Inglaterra imprima dinero destinado a la compra de bonos creados por una nueva institución, que se invertirían en vivienda, energía transporte y tecnología. Esto, según el nuevo dirigente, impulsará el mercado laboral. Más de 40 destacados economistas, entre ellos un ex asesor del Banco de Inglaterra, han hecho público su apoyo a las políticas de Jeremy Corbyn, en respuesta a los que las retratan como extremas. El Comité Ejecutivo del sindicato mayoritario, UNITE, recomendaba votar por Corbyn. “Sus políticas son las mejores para nuestros afiliados”, explica un portavoz.
Las organizaciones en las que participa Corbyn también le han mostrado su apoyo. Es el caso de Stop The War, que preside el candidato. El nuevo dirigente es un firme opositor a la guerra de Irak o a los bombardeos en Siria. También quiere sacar a su país de la OTAN. Desde Campaign for Nuclear Disarmament CND, en la cual es vicepresidente, su dirigente, Kate Hudson, le ha respaldado al tiempo que critica a su partido. “Los laboristas se han aferrado a Trident [programa de defensa nuclear] asumiendo erróneamente que rechazarlo les haría perder votos”, escribe. “Esto es un síntoma de debilidad y falta de confianza política de la dirección del laborismo en los últimos años: no haber establecido una agenda política o narrativa propias”.
“Las líneas rojas dentro de su partido son sobre todo cuestiones de política exterior”, explica el profesor Gilbert. “Cualquier política que amenace la autoridad de las grandes corporaciones” también encontrará resistencia. Corbyn se opone al Tratado Trasatlántico de Libre Comercio (TTIP) y es crítico con las medidas de austeridad que llegan desde Bruselas. Aunque prefiere permanecer en la UE, no descarta la salida de Reino Unido.
“Es probable que tenga una postura menos pro-estadounidense en política exterior y de defensa, y vote en contra de más recortes en gastos sociales o leyes de inmigración más duras”
“Es probable que tenga una postura menos pro-estadounidense en política exterior y de defensa, y vote en contra de más recortes en gastos sociales o leyes de inmigración más duras. Esto será música para los oídos conservadores, ya que serán capaces de retratar el laborismo como un peligro para la seguridad del país, sus fronteras y sus finanzas”, señala Bale. Otro gran enemigo a batir son periódicos y tabloides como The Sun, muy seguidos y hostiles con la izquierda.
En un escenario post-bipartidista, muchos analistas creen que el programa de Corbyn solo es posible si se crea una coalición de partidos que goce de gran apoyo entre la población. “Una gran pregunta aquí es hasta donde puede vincular su proyecto político con otras fuerzas y movimientos, incluso otras formaciones. La parlamentaria del Green Party, Caroline Lucas, ya le ha pedido formar una amplia alianza progresista que podría incluir a los Verdes, SNP, Plaid Cymru, incluso a los liberaldemócratas. Si es capaz de hacer esto, entonces tendrá una muy buena oportunidad”, pronostica Gilbert.
Si Corbyn es “cambio o recambio”, como se acusan en España entre Podemos y Ciudadanos, dependerá de que supere estos condicionantes. Algunos son escépticos, como el parlamentario verde Rupert Read. “Corbyn, al igual que su mentor, Tony Benn, es en el fondo un anticuado productivista, un defensor de una versión más amable del crecentismo. Esto socava completamente sus políticas verdes. La elección de Jeremy Corbyn puede ser lo mejor que le ha pasado al Partido Verde. Todo depende de nosotros para que así sea”.
El periodista independiente Alec Saelens da la bienvenida a Corbyn como líder de la oposición parlamentaria: “Espero que sirva para trasladar el debate a la izquierda. Pero soy escéptico en cuanto a su margen de maniobra, tanto por límites dentro del partido como por otras estructuras”. Bale es muy crítico y piensa que muchos laboristas esperarán a que el entusiasmo se derrumbe con la práctica. “Algunos laborista simplemente esperarán a que se estrelle o se queme para deshacerse de él en un par de años”, señala. No cree que haya muchos puntos en común con Pablo Iglesias o Alexis Tsipras, salvo el recurso al “populismo”. Estas formaciones han tenido buenas palabras entre ellos. El propio Corbyn ha mostrado su apoyo y cree que el ingrediente vital es la participación ciudadana. “Tenemos que partir desde la premisa de que ningún movimiento surgido desde Westminster y desarrollado desde arriba ha sido exitoso”, ha declarado. “Esa es la lección de Podemos, Syriza y el SNP, pero también es la lección de nuestra propia historia”.
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