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La izquierda italiana, el eterno borrón y cuenta nueva

El liderazgo de Nicola Zingaretti, basado en la sobriedad política y dialéctica, no ha servido para consolidar la izquierda europeísta en Italia. El paréntesis político marcado por la reciente creación de un Gobierno de unidad nacionalno ha favorecido que la izquierda recompusiera sus filas ante el desafío de contrastar el avance de los soberanistas en Italia.

Nicola Zingaretti, tras dimitir el pasado jueves en Roma.
Nicola Zingaretti, tras dimitir el pasado jueves en Roma. FABIO FRUSTACI / EFE/EPA/

Ha sido como un jarro de agua fría: "Me avergüenzo que en el PD, partido del que soy secretario general, desde hace 20 días se habla sólo de cargos y de primarias, todo ello mientras Italia está a las puertas de la tercera oleada por coronavirus. Fui elegido hace dos años y hemos salvado al partido. Hoy, sin embargo, ya no somos capaces de escucharnos los unos a los otros, sólo permanecen las caricaturas de nuestras posturas. Nuestro partido no puede permanecer bloqueado por una guerrilla cotidiana: esto sí mataría al PD. Por amor a Italia y a mi partido, desbloquearé la situación y presentaré mi dimisión". Con estas duras palabras Nicola Zingaretti abandonó, hace unos días, el liderazgo de la izquierda italiana.

El principal partido del reformismo italiano, el Partido Democrático (PD), así pues, está buscando un nuevo líder. El liderazgo de Nicola Zingaretti, basado en la sobriedad política y dialéctica, no ha servido para consolidar la izquierda europeísta en Italia. Un líder "diésel", como lo definió hace unos días el conocido diario transalpino Corriere della Sera, que no ha sabido renovar al partido ante la amenaza del soberanismo y el populismo de derechas. El PD no ha sabido aprovechar, así pues, el momento de paréntesis político tras la creación de un Ejecutivo de unidad nacional -como el que preside hoy el primer ministro italiano, Mario Draghi-, para recomponer sus filas y presentarse a las próximas elecciones como una alternativa sólida para los transalpinos europeístas. Mientras tanto, Zingaretti seguirá al frente como presidente de la región de Lazio (Roma) y sin dejar de ser miembro de su partido.

¿Qué va a pasar, a corto plazo, en la cúpula del PD? Tras la dimisión formal de Zingaretti de este sábado, el partido tendrá una líder interina hasta el próximo fin de semana. Se trata de la presidenta del PD, Valentina Cuppi, un cargo que tiene una función meramente formal dentro de la formación de izquierda. En este contexto, hay un dato que llama profundamente la atención. Desde el año 2007, momento en el que nació el PD, ha habido ocho secretarios generales en 14 años: Veltroni, Franceschini, Bersani, Epifani, Renzi, Orfini, Martina y Zingaretti. Tal y como escribía hace unos días el diario progresista La Repubblica: "Quien termina siendo secretario general del PD, antes o después, parece que tiene que afrontar el veneno interno que desde siempre azota al partido".

El próximo 13 y 14 de marzo, sin embargo, será el fin de semana que marcará el futuro inmediato de los socialistas italianos, ya que se celebrará la Asamblea Nacional donde se decidirá si elegir un líder interino hasta un nuevo congreso o escoger rápidamente un nuevo secretario general para preparar las elecciones generales de 2023 en Italia. De ser la primera o la segunda opción la definitiva, la prensa del país habla de Stefano Bonaccini, actual presidente de la región Emilia-Romaña, como uno de los nombres más futuribles para suceder a Nicola Zingaretti.

La marcha de Zingaretti del PD deja al descubierto el futuro izquierdista del país, porque es la única verdadera fuerza reformista en Italia y que puede tener un cierto peso electoral: el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Beppe Grillo es un experimento antiestablishment en crisis y que no quiere encasillarse formalmente en la izquierda por miedo a perder su carácter de protesta -con el que nació hace una década- por aliarse con un partido tradicional como el PD; y el partido personalista creado por el ex primer ministro italiano Matteo Renzi, Italia Viva (IV), es difícil que pueda ser determinante en el futuro con unos porcentajes tan bajos en los sondeos.

Echando la mirada atrás, la izquierda italiana del PD no ha hecho más que perder partes de sí misma por el camino. Si en las elecciones generales en 2008 obtuvo 12 millones de votos (33%), en 2013 logró 8 millones (25%) y en 2018 tuvo sólo 6 millones de votos (18%). En la última década, así pues, ha sufrido un importante trasvase de votos hacia el antiestablishment Movimiento 5 Estrellas, pero no sólo: en 2017, siendo todavía Matteo Renzi secretario general del PD, el PD sufrió una escisión por la izquierda con la creación del partido Libres e Iguales (LEU). Paradójicamente, Renzi, quien había criticado duramente la decisión de LEU, en 2019 fundó su propio partido centrista, Italia Viva (IV), como nueva separación del Partido Democrático. Así pues, dos escisiones en menos de dos años.

Atendiendo a la última media de sondeos en Italia, si hoy hubiera elecciones generales en el país el Partido Democrático (PD) lograría el 19% de los votos; el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Beppe Grillo, el 15%; La Izquierda, el 3%; e Italia Viva (IV), tan sólo el 3%. Una eventual coalición de izquierda -algo que sería imposible sin una clara alianza entre el PD y el M5E- lograría sólo un 42% de los consensos, muy por debajo del bloque soberanista de Salvini (Liga), Meloni (Hermanos de Italia) y Berlusconi (Forza Italia), que rozaría la mayoría absoluta.

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