Este artículo se publicó hace 9 años.
Hungría se blinda por tierra y aire ante la llegada de refugiados
El Gobierno húngaro declara el "estado de crisis" en dos provincias fronterizas con Serbia.
El país culmina una enorme alambrada y cierra parcialmente el espacio aéreo. Hoy entra en vigor una draconiana legislación que contempla penas de cárcel por entrar en el país de forma ilegal y por la que ya se han hecho 16 detenciones
-Actualizado a
RöSZKE - Hungría se ha blindado por completo a los refugiados. El Gobierno húngaro ha declarado este martes el "estado de crisis" en dos provincias fronterizas con Serbia después de que ayer el Ejecutivo del conservador Viktor Obán cerrara la puerta de entrada a Europa para decenas de miles de personas que huyen de la guerra. Ambas decisiones llegan horas después de que entrara en vigor esta medianoche una draconiana legislación que establece penas de cárcel por entrar el país de forma ilegal y a través de la cual ya se han producido 16 detenciones.
El estado de crisis durará medio año (con la posibilidad de prologarlo) y en esos seis meses el Gobierno puede intensificar los controles fronterizos, y la Policía y el Ejército asumir las tareas de registrar a los solicitantes de asilo. Sin embargo, el acto simbólico de esa política de mano dura ha sido la clausura final de su alambrada meridional con Serbia por la que discurre una vía férrea utilizada como guía de quienes llegan procedentes de países como Siria, Irak o Afganistán. Por si fuera poco, la Autoridad de Transporte Nacional de Hungría ha informado de que desde el pasado 10 de septiembre ha impuesto un cierre parcial del espacio aéreo en su frontera meridional con Serbia.
Ayer, miles de refugiados veían desolados cómo se les esfumaba el sueño de entrar a Europa. Después de días de viaje, muchos se toparon con una enorme valla de 175 kilómetros de largo que impedía su paso.
"Espero llegar cuanto antes a Austria, gracias a Dios que ya estoy aquí, apenas he descansado en los últimos días", declaró Abdalá, un joven iraquí que viajaba con su esposa y una niña de tres años, poco antes del cierre del paso fronterizo.
En la frontera, los agentes húngaros informaban a los recién llegados de que debían dirigirse al punto oficial de entrada en Hungría, situado a un par de kilómetros, pero los medios locales señalan que sólo se aceptarán peticiones de asilo de ciudadanos sirios que porten la documentación.
Cientos de refugiados han seguido andando en paralelo a la valla levantada por Hungría, y hoy vigilada por numerosos policías, algunos a caballo y con perros, y soldados armados con fusiles automáticos, con el apoyo de un helicóptero.
Algunos refugiados señalan, sin embargo, que la alambrada no les parará. "Vamos a seguir la valla hasta encontrar otro hueco", gritó uno de ellos, mientras que otro decía: "Esto no me va a parar. He cruzado el mar para llegar hasta aquí". Algunos se ocultaron entre la vegetación de una rambla que discurre junto a la alambrada para saltarla durante la noche.
Sólo tres hileras de concertinas de metro y medio están finalizadas en los 175 kilómetros de frontera, mientras que una segunda malla de cuatro metros de altura estará lista en unas semanas, pero todavía existen espacios sin esa segunda alambrada.
En la frontera hay movilizados 4.300 soldados y es posible que el martes el Gobierno declare el estado de emergencia por la "migración masiva" y permita que los militares asuman de forma activa tareas de vigilancia.
Entretanto, la explanada de Röszke, utilizada como punto de reunión para trasladar a los refugiados a campos para identificarlos, se ha quedado vacía después de que se trasladara a todos los que llegaban hasta la frontera con Austria.
Ayer se esperaba la mayor oleada de refugiados del año en Hungría ya que muchos habían apretado el paso al saber que mañana entra en vigor la dura normativa sobre migración. "No quiero quedarme en Hungría ni una hora. Hoy hemos hecho 60 kilómetros en Serbia para llegar aquí y marcharnos a Austria", explica Nadir, un ingeniero informático de 24 años de la ciudad siria de Homs, que quiere llegar a Alemania.
En lo que va del año las autoridades húngaras han registrado a más de 180.000 refugiados que entraron en el país de forma ilegal, aunque la inmensa mayoría siguió camino hacia Alemania, Holanda o las naciones escandinavas. El trato recibido por los refugiados ha sido duramente criticado por organizaciones como Human Rights Watch, que han asegurado que las condiciones en los centros de acogida húngaros son "inhumanas".
El primer ministro húngaro, el conservador Viktor Orbán, sostiene que su deber es defender la "cultura" europea y consideró que si se dejaba pasar a decenas de miles de refugiados musulmanes se crearían "sociedades paralelas" que podían poner en peligro a los "europeos cristianos".
Mientras, las fuerzas de seguridad han solicitado a los periodistas y ciudadanos en un comunicado que "no obstaculicen" su trabajo en la frontera y advirtió de que actuará con contundencia para aplicar las leyes que han entrado en vigor. Según la televisión pública húngara M1, apenas unas horas después ya se han detenido a 16 refugiados cuando trataban de cortar la valla erigida en la frontera para entrar en el país, una acción para la que se establecen cinco años de cárcel por el agravante de dañar la alambrada.
Juristas consultados por M1 han asegurado que las primeras sentencias, por procedimiento abreviado, serán sólo condicionales y conllevarán la expulsión del detenido del país. En caso de que se le detenga de nuevo intentando entrar en el país de forma ilegal, sí se ejecutaría de forma inmediata la pena de prisión. Un total de 130 jueces aplicarán la nueva normativa por medio de juicios rápidos en la ciudad meridional de Szeged.
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