Este artículo se publicó hace 9 años.
Los guerreros que vencieron el ébola
Los médicos cubanos salvaron la vida de 381 personas contagiadas de ébola en África.
-Actualizado a
LA HABANA.- En momentos en que se informa de tres nuevos casos de ébola en Liberia, el médico que dirigió la mayor brigada cubana de lucha contra el virus en África, Jorge Delgado, conversa en exclusiva con Público. Se trata de un veterano cooperante internacional: "He trabajado en Nicaragua, Zimbaue, Sudáfrica, Guatemala, Honduras, Haití, Angola, Guinea Ecuatorial y Guinea Bisáu”.
“La ONU solicitó la ayuda de Cuba y de otros Estados, algunos grandes y poderosos, que es posible que hayan aportado recursos materiales o financieros. Yo dirigí una brigada de 165 colaboradores en Sierra Leona. El promedio de edad era de 47 años y muchos ya tenían experiencias anteriores, por lo que la asumimos sabiendo que era un riesgo”.
“Algunos familiares nos decían tú estás loco, cómo vas a ir a ese lugar. El susto no fue solo en mi familia o de los 256 integrantes de la brigada médica, el susto fue de Cuba entera. Nuestros medios de prensa habían difundido las imágenes terribles de lo que estaba pasando y Cuba entera estuvo a la expectativa durante todo el tiempo que nos mantuvimos allí trabajando”.
“Nosotros éramos conscientes de que si moríamos nuestros restos estarían cinco años sin poder regresar a Cuba. Sabíamos que si caíamos en combate, ahí quedaríamos: estábamos en una guerra. Todos firmamos ese acuerdo antes de partir y fue totalmente voluntario; el que no quiso ir a esta misión pudo rechazarla y seguir en lo que estaba, incluso yendo para otra misión. Tuvimos miles de voluntarios para cubrir las 256 plazas”.
“Lo hicimos por altruismo, nosotros solo recibíamos un estipendio pero no había salario. Nuestro ministro dijo en la reunión con la ONU que esta sería una misión solidaria en la que Cuba solo recibiría un estipendio para cubrir alojamiento y alimentación”.
“Tuvimos dos bajas en la guerra contra el virus: Jorge Juan Guerra, economista, adquirió una malaria cerebral que lo mató en tres días; y Reinaldo Villafranca, enfermero, que también hizo una malaria fulminante. Fue muy triste y doloroso. El otro caso fue el de Félix Báez, contagiado de ébola. Fue difícil cuando enfermó y empezó a deteriorarse. Le hicimos un test de malaria y dio negativo. En el hospital británico le hicieron el estudio por ébola y dio positivo. Le hicieron tres estudios, no quedaba duda”.
“El día que Félix contrajo el virus había hecho un esfuerzo sobrehumano, quiso atender por más tiempo a sus pacientes, estuvo como dos horas en su afán de ayudarlos y se fue debilitando. Cuando usted se pone todo el equipo de protección, la escafandra, es para trabajar máximo una hora y, en ese tiempo, pierde un litro de líquido corporal. Había una temperatura de 32 o 34 grados. Trabajábamos una hora y descansábamos un rato”.
“En las zonas rojas entrabamos siempre dos o tres cubanos juntos para poder sacar a quien se sintiese mal. Al ponerse el equipo había que tener cuidado de no dejar hendija por donde el virus pueda pasar, pero lo más difícil era quitarse todo eso después de estar tocando a los pacientes, manejando, bañando, alimentando, atendiendo, limpiando sus excretas y su sangre. Había que ser muy meticuloso para sacarse el equipo. Primero te bañaban en cloro y después se va quitando todo muy despacio. Llevábamos tres pares de guantes, estábamos forrados. Uno de nosotros miraba e iba recordándote cada paso, aunque lo hubieras hecho cincuenta veces”.
Tras varios meses de trabajo en África, la brigada médica cubana logró salvar la vida de 381 personas contagiadas por el virus del ébola y miles más murieron siendo atendidos como seres humanos. Junto a varias ONG de Europa y EEUU, los cubanos lograron frenar la propagación de la epidemia. Este ejército de “batas blancas” inició su cooperación internacional en 1963 en Argelia y hoy sus “tropas” salvan vidas en más de 60 países del mundo.
Incluso el secretario de Estado de los EEUU, John Kerry, elogió la labor de los médicos cubanos en África. A pesar de lo cual no cambian su política: sigue vigente el programa para tentar a los galenos cubanos a dejar las misiones internacionales y emigrar a los EEUU. Paradójicamente, la brigada médica cubana de intervención rápida lleva el nombre de un joven estadounidense, Henry Reeve, quien luchó en la guerra por la independencia de Cuba.
“Nosotros teníamos en Sierra Leona un centro de tratamiento del Ébola donde coincidimos con la ONG norteamericana Partners In Health. Confraternizamos en el orden profesional y médico, intercambiamos científicamente todas las mañanas en la entrega de la guardia conjunta. Intercambiamos correos electrónicos, nacieron amistades y quedaron fotos. Juntos creamos el árbol de la vida, un pequeño árbol de mango ubicado en la salida del centro al que le atábamos una tira de colores cada vez que salvábamos a un paciente”.
“Eso a pesar de que los EEUU tienen un programa de visas rápidas para que los médicos cubanos nos vayamos de las misiones y emigremos a los EEUU, pero después a la gran mayoría no les permiten trabajar como médicos allí. Lo hacen solo para intentar debilitarnos, pero lo cierto es que todos los médicos que fuimos en la brigada de lucha contra el ébola regresamos a nuestro país”.
“De todas formas, hoy la emigración de médicos cubanos es legal y además legítima. Están en su derecho, aunque a veces nos afecte que se vaya un cirujano muy bueno, por ejemplo. Y tienes que tener en cuenta que también hay quienes se jubilan o mueren ,pero aun así Cuba gradúa muchos más médicos que los que pierde. En julio pasado graduamos más de 8.000 médicos y la matrícula de este año es de 10.000”.
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