Este artículo se publicó hace 6 años.
Guerra en Siria"La información que nos ha llegado de Siria corresponde a la 'posverdad'"
El profesor e investigador de la Universidad Complutense de Madrid Pablo Sapag publicaba la obra “Siria en perspectiva”, editada por Ediciones Complutense. Sapag disemina las claves que han marcado los seis años de conflicto entre el gobierno de Bashar al Assad y una multitud de agentes internos y externos.
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El pasado 19 de diciembre, el profesor e investigador de la Universidad Complutense de Madrid Pablo Sapag publicaba la obra “Siria en perspectiva”, editada por Ediciones Complutense. Bajo el subtítulo “De una crisis internacionalmente mediatizada al histórico dilema interno”, Sapag disemina las claves que han marcado los seis años de conflicto entre el gobierno de Bashar al Assad y una multitud de agentes internos y externos. El ensayo elaborado por el experto en comunicación social y propaganda ahonda en las falsas informaciones transmitidas por los medios dominantes sobre la guerra en Siria, poniendo el énfasis en la simplificación y catalogación del conflicto como “guerra civil” y en el desconocimiento de la realidad siria por parte de los países occidentales.
Motivado por sus vínculos familiares y de origen en el país árabe, la cruda realidad que afectó a millones de sirios a partir de 2011 le motivaron a redoblar el interés y el conocimiento acerca de la historia y de la composición étnica-religiosa siria. En este libro, Sapag delimita el 2012 como el año en que los Hermanos Musulmanes y otras facciones se apoderaron de un descontento popular desorganizado, derivando en un virulento intento de secularizar el Estado, y decantando a la población hacia la salvaguarda de la esencia multiconfesional de Siria, a pesar de las criticas profundas que amplios sectores de la población tenían hacia Bashar al Assad.
En el libro sostiene que en Siria no existe una guerra civil ¿Qué condicionantes no se cumplen en la teoría y en la práctica para no merecer tal consideración?
Autores como Moro o Sambanis citan la guerra civil española como el modelo arquetípico. Una guerra civil necesita que existan dos gobiernos, dos ejércitos -no milicias, ni grupos armados-, unos frentes delimitados que abarquen extensiones amplias -no un pueblo o un barrio- y exige que haya dos administraciones que provean servicios a la población de tipo social, educativo o sanitario. Ninguna de esas condiciones se ha dado en Siria y, para que se pueda hablar de guerra civil, tendrían que existir combatientes sirios. En el caso de los grupos armados que han combatido al Estado, a partir de 2012 queda sobrepasado el llamado Ejército Libre Sirio, y se adueñan de la rebelión grupos terroristas extranjeros como Al-Nusra y Estado Islámico.
¿La etiqueta de ‘guerra civil’ ha legitimado a estos grupos terroristas?
Deberíamos preguntarnos por qué se ha insistido en que hablemos de guerra civil, si tú lo llamas ‘guerra civil’ te permite justificar el reconocimiento a determinadas autoridades paralelas a las oficiales del Estado. Esa legitimación parte de una lectura equivocada de la realidad y del sistema político sirio para sacarla de la ecuación regional. Desde el punto de vista occidental, se presentó el conflicto como un problema sectario-religioso que no existe en Siria. Siria es uno de los países más complejos del mundo árabe por su composición étnica y religiosa, como país habitado más antiguo del mundo, y las lecturas simplistas no son aplicables al marco suníes contra chiíes.
En la crisis que se inicia en 2011, establece la acción de los Hermanos Musulmanes como el principal elemento instigador ¿Qué pretensiones tiene la organización?
La Hermandad Musulmana aspira a que el Estado sea confesional suní y en Siria el Estado es aconfesional desde la independencia, aunque en la práctica diaria es multiconfesional. Allí, los sirios celebran por igual las festividades del islam y las cristianas. El pueblo sirio sabe que el triunfo de la Hermandad Musulmana supondría una confesionalización del Estado y termina apoyando al Estado como garante de la multiconfesionalidad, aunque discrepe enormemente con Bashar al Assad. Durante la crisis, curiosamente, una de los grandes focos propagandísticos del gobierno ha sido el ejército multiconfesionalizado como garante del mantenimiento de la esencia siria, no el ensalzamiento de la figura del presidente.
El Gobierno sirio proclama el sesgo aconfesional del Estado, pero en la Constitución se estipula que el presidente debe ser musulmán. ¿Esas concesiones a los islamistas han podido dar mayor protagonismo a los Hermanos Musulmanes y que se hayan visto legitimados para llevar a cabo la revuelta?
El Gobierno debió ser mucho más explícito en las cesiones que estaban haciendo a los islamistas, sobre todo, de cara al exterior. En el exterior han configurado la imagen del Estado sirio como un sistema laico e incluso antirreligioso, cuando éste ha protegido y ha amparado todas las religiones. El Estado protege constitucionalmente los bienes públicos de todas las confesiones y eso no le gusta a la Hermandad Musulmana, que quiere tener el estatus privilegiado que en España tiene la Iglesia Católica.
¿Se ha quebrado ese pacto social de respeto e igualdad étnico y religioso?
No se ha roto porque esa es la esencia de los sirios, no se lo ha impuesto ningún agente externo. En Siria no hay barrios o regiones separadas por religiones y eso la ha permitido resistir. Con una sociedad dividida sectariamente el país hubiera estallado. Esa esencia siria se ha fortalecido con esta crisis, con muestras de solidaridad redobladas para afrontar la hecatombe vivida.
En los seis años de conflicto, los medios han recogido ataques del Gobierno con armas químicas sobre la población difundidos por el Observatorio Sirio de DDHH. ¿Qué hay de veraz en estos actores y sucesos que han marcado la trayectoria de la crisis siria?
La mayoría de información que nos ha llegado de Siria corresponde al territorio de las ‘fake news’ o de la posverdad. En el caso del Observatorio Sirio de Derechos Humanos no todo lo que sacan es falso, pero su gran problema es que detrás están los Hermanos Musulmanes. En términos de propaganda, está ocultación deliberada de la fuente se llama propaganda negra. Otro factor clave de la propaganda exterior ha sido la utilización y entrenamiento de supuestos blogueros y activistas sirios que, en realidad, detrás de esos activistas se encontraban estadounidenses residentes en Europa.
Bashar al Assad le confesó en una entrevista que hay una suerte de sacudida identitaria excluyente ¿Cómo puede superar Siria esta escalada y no acabar como Irak?
El futuro, como poco, será mejor que el presente y el pasado. Las pérdidas de vidas han sido terroríficas y los daños representan 200.000 millones de euros, siete veces el PIB de Siria antes del conflicto. En primer lugar, el problema de Siria es que tiene un 20% de la población que, permanentemente, intenta confesionalizar el Estado y que con apoyos externos puede aprovechar una nueva oportunidad. En segundo lugar, el país se puede enfrentar a procesos del terrorismo de gran escala como el que vivió Irak después de la invasión estadounidense. Siria hoy es un Estado mucho más débil de lo que era antes de 2011 desde el punto de vista regional, en un mundo tan volátil como Oriente Próximo en el que está rodeado de vecinos hostiles.
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