Este artículo se publicó hace 7 años.
Elecciones en FranciaHamon se aleja del sueño presidencial mientras el socialismo francés hace aguas
El apoyo de Valls al candidato centrista Emmanuel Macron a tres semanas de las elecciones presidenciales ha supuesto la estocada final al aspirante socialista al Elíseo, en medio de la crisis sin precedentes que vive el Partido Socialista francés.
Andrea Olea
París--Actualizado a
Se esperaba desde hace semanas y, pese a ello, el golpe fue duro. “Ante la crisis de la izquierda y la marginación de nuestro candidato Benoît Hamon (…), me hago cargo de mis responsabilidades. Votaré a Emmanuel Macron”, anunció Manuel Valls la noche del miércoles. El exprimer ministro francés, defensor del ala dura del partido socialista, consumaba así la deserción que llevaba fraguando desde su derrota frente a Hamon en las primarias socialistas de enero.
Pocos aspirantes a la presidencia de la República han sido traicionados de tantas y tan diversas formas por los suyos como Benoît Hamon, hasta hace solo dos meses visto como la última esperanza para llevar a la izquierda al Elíseo. Desde entonces, los abandonos, desautorizaciones públicas y golpes bajos se han sucedido, sin prisa pero sin pausa, para el candidato presidencial.
Primero lo hicieron parlamentarios y participantes menores de la primaria de la izquierda, como el ecologista y vicepresidente de la Asamblea Nacional François de Rugy, obviando su compromiso público y firmado de apoyar al ganador resultante de la elección. Luego, socialistas de peso como el exalcalde de París Bertrand Delanöe, el comisario europeo de Economía Pierre Moscovici y ministros como el titular de Defensa, Jean-Yves Le Drian, se posicionaron públicamente a favor del liberal exministro de Economía, invocándolo como único antídoto frente a la extrema derecha de Marine Le Pen y al denostado líder de Los Republicanos François Fillon. La decisión de Manuel Valls se presenta como la estocada final.
“El desmarque de Valls podría haber sido incluso algo bueno para Hamon"
“El desmarque de Valls podría haber sido incluso algo bueno para Hamon, pero llega demasiado tarde. El calendario elegido, a tres semanas de la primera vuelta, muestra que se encuentra cada vez más solo. Su imagen ha quedado aún más fragilizada”, apunta Lénaïg Bredoux, periodista política de Mediapart encargada de la cobertura del PS durante la campaña presidencial.
Tras la deserción del exprimer ministro socialista, algunos dirigentes del partido han tachado en público su deslealtad de “comportamiento lamentable” o “sabotaje”, pero la realidad es que “incluso entre quienes que no dan su apoyo público a Macron, muchos desautorizan a Hamon en privado”, opina Henri Rey, politólogo y director de investigación de Science Po París. “Realmente, lo único bueno que le ha ocurrido a Hamon hasta ahora es que François Hollande no le haya dado su apoyo”, ironiza.
¿Condenado desde el principio?
Hamon comenzó con fuerza la carrera al Elíseo. Sin partir como favorito en las primarias socialistas, logró un 35% de los votos en la primera vuelta y se impuso definitivamente a Manuel Valls en la segunda con un apoyo del 59%. Su programa de corte netamente ecologista y social, y su media estrella, el salario mínimo universal (a partir de la mayoría de edad) aportaron aire fresco a la campaña, facilitándole con relativa rapidez la alianza con los Ecologistas, que se retiraron y apoyaron su candidatura.
Tras ganar las primarias, los sondeos daban al candidato del PS el 18% en intención de voto, sólo dos puntos por debajo de Emmanuel Macron y nueve por encima de Jean-Luc Mélenchon; según las últimas encuestas, Hamon ha caído al 10%, a años luz del 26% de Macron, y sobrepasado en 5 puntos por Mélenchon.
Los tiempos eran demasiado cortos porque el calendario estaba pensado para Hollande
Pero “una vez que ganó, perdió fuelle y durante el primer mes posterior a su victoria estuvo desaparecido. Los tiempos eran demasiado cortos porque el calendario estaba pensado para Hollande, no para un candidato nuevo. Ni él ni su equipo estaban preparados, y allí perdió su ventaja”, analiza Brédoux.
La campaña electoral se está jugando a ritmo de los escándalos que afectan principalmente al conservador Fillon y en menor medida a Marine Le Pen. La agenda mediática, copada por los enredos judiciales de la derecha, no ha dejado demasiado espacio para confrontar los programas y contenidos de los demás candidatos, y Hamon no ha logrado colocar en el centro del debate ninguna de sus propuestas. En una de sus pocas oportunidades, el debate televisado entre los cinco principales candidatos presidenciales el 20 de marzo, fue percibido según todas las encuestas como el menos preparado.
Pero el problema de fondo podría ser otro: desde el inicio, Hamon se hallaba frente a una encrucijada imposible. Mélenchon le exigía que abandonara a los elementos más derechistas de su partido como condición previa para unirse a él, pero el socialista estaba condicionado por el deber de lealtad a su formación. Finalmente, aquellos por los que no pactó con el candidato radical están abandonando igualmente el barco… por considerarlo demasiado escorado a la izquierda.
“Los socialistas creían que por el mero hecho de serlo, ya constituían la opción mayoritaria de la izquierda"
“Los socialistas creían que por el mero hecho de serlo, ya constituían la opción mayoritaria de la izquierda y que eran los únicos capaces de aglutinarla. Durante mucho tiempo fue así, pero en el presente existe tal polarización que ya no es posible”, opina la periodista de Mediapart.
Acusado el golpe de Valls, Hamon volvió a tender la mano al candidato de la Francia Insumisa en un último intento desesperado por unir sus candidaturas. Su propuesta fue rechazada ipso facto: "¡Hasta ahora he hecho mi camino sin ceder ante nada y no voy a empezar ahora!”, lanzó Mélenchon ante unos 5.000 seguidores en un mitin en Le Havre. El líder de la izquierda radical se siente más fuerte que nunca tras el masivo seguimiento de su marcha por la VI República el 18 de marzo, que logró convocar en las calles de París a decenas de miles de personas.
“Mélenchon aspira pura y simplemente a la destrucción del Partido Socialista”, opina Rey, punto con el que coincide Brédoux: “Más allá de ajustes de cuentas personales con el que fuera su partido durante años, Mélenchon ya no cree que haya nada que construir con el PS. A la izquierda de la izquierda muchos creen que la formación socialista no sobrevivirá a la crisis actual y entre ellos, hay quienes piensan que en el fondo no sería tan malo”.
Hacia la descomposición del partido
Si el viraje hacia el centro lleva años fraguándose, el quinquenio de François Hollande ha supuesto para el Partido Socialista francés un camino de no retorno hacia el social-liberalismo con iniciativas legislativas como la Ley Macron para desregular la economía o la controvertida reforma laboral. Desde la llegada de Hollande al poder, el PS ha perdido todas las elecciones intermedias, municipales, europeas y regionales.
La existencia de dos posturas “irreconciliables” –en palabras de Valls-, a la izquierda y la derecha del partido, sumada al pésimo resultado que se prevé para el PS en los comicios del 23 de abril y 7 de mayo, y al abandono absoluto que siente la militancia, auguran un futuro complicado a la formación.
Que el candidato socialista quedara en quinta posición –tal y como está pronosticado hoy en día- “supondría una implosión, la muerte del partido”, aseguraba a este medio el politólogo Jean Petaux a finales de enero.
La prensa francesa se suma estos días a esa línea apocalíptica: “El partido socialista en marcha hacia su explosión” (Le Monde), “La división que provocará el cataclismo” (Le Nouvel Observateur) o “Socialistas al borde de la ruptura” (Libération) son algunos de los titulares elegidos para describir la actual situación la formación.
“Tras la descomposición habrá una recomposición… pero eso no ocurrirá en esta elecciones, que van a ser catastróficas para la izquierda”, augura Henri Rey.
“Hacer latir el corazón de Francia” es lema de la campaña de Hamon pero el aspirante socialista al Elíseo podría estar, electoralmente hablando, en los últimos estertores. Y lo asuman o no los dirigentes de su formación, en este momento el pálpito del partido está ligado al de su candidato.
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