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PARÍS.- Hace veinte días que el movimiento Nuit Debout ocupa la Place de la République. Estamos ante un período suficiente para evaluar algunos problemas y otras tantas contradicciones que se manifiestan al calor de esta inédita experiencia colectiva. Las propuestas y contrapropuestas que giran en torno al espacio (la plaza pública/la plaza de algunos/la plaza de todos), o al tiempo (día/noche/frecuencia cotidiana/nuevo calendario) nos ofrecen algunas claves para interrogar las características de este movimiento iniciado en París. Son dilemas que se pueden interpretar como espacio-temporales pero que, obviamente, remiten también a otras coordenadas, incluidas las político-socio-culturales.
El primero de estos dilemas se refiere al lugar mismo en el que la Noche de Pie decidió erguirse e instalarse: La Place de la République, bautizada así en 1889, en el marco de las celebraciones por el primer centenario de la 'Révolution Française' y en honor de la estatua allí inaugurada el 14 de julio de 1883. Esta plaza, recientemente remodelada -con el objetivo de hacerla más amigable y humana-, se encuentra en la confluencia de varias calles y avenidas y en el cruce de cinco líneas de transporte del famoso metro de París, eficaz telaraña subterránea que atraviesa toda la capital francesa. République es hoy un lugar popular y neurálgico de París en el que se inscriben importantes memorias colectivas.
La muy vasta Plaza de la República (283 metros de largo y 119 metros de ancho) depende administrativamente de tres distritos municipales pero, políticamente, está bajo la responsabilidad general de la Alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, andaluza y socialista. En el centro de la plaza, el imponente monumento de bronce que rinde homenaje a la República (9,5 metros de altura sobre un pedestal de 15,5 metros), obra de los hermanos escultores Léopold y François-Charles Morice, tiene como figura principal a 'la Marianne', símbolo femenino y objeto consagrado del culto patriótico francés.
La Marianne de la Plaza de la República lleva gorro frigio, mira hacia el sur de la ciudad, hacia el río Sena, con su brazo derecho en alto enarbola una rama de olivo y, con su brazo izquierdo, hacia abajo, sostiene la Déclaration des Droits de l’Homme et du Citoyen. En un pedestal, debajo de la Mariana francesa, tres alegorías femeninas representan a la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y delante de Mariannne y a sus pies, un león, símbolo del coraje y la fuerza del pueblo francés.
El historiador Maurice Aghulon analizó en su ya famosa y lograda trilogía, -publicada por la editorial Flammarion y hasta ahora no traducida al castellano-, el significado que esta representación femenina tuvo en la historia política francesa y también en la europea. Siguiendo al autor vemos que, con rostro y cuerpo de mujer, Mariana tuvo un nacimiento revolucionario (Marianne au Combat, 1789-1880), fue llevada al poder durante el régimen de la Tercera República (Marianne au Pouvoir, 1880-1914) para ser finalmente despojada y reconstituida durante el siglo veinte, con significados profundamente revisitados, (Métamorphoses de Marianne). ¿Cómo definiría hoy el profesor Maurice Aghulon, fallecido el 28 de mayo de 2014, esta nueva sed de república de un sector importante de la juventud parisina?
Sin olvidar que a partir de enero 2015, la plaza y su estatua fueron espontáneamente elegidas para rendir homenaje a las víctimas, tanto de los atentados contra la redacción de Charlie Hebdo como de las múltiples masacres del 13 de noviembre. El memorial creado alrededor de la estatua de la Marianne sigue siendo un conmovedor santuario con fotos de jóvenes en la plenitud de sus vidas, flores, plantas, velas, pequeños objetos personales, inscripciones. Es frecuente que acudan allí familiares y amigos de las personas asesinadas. El dolor de la pérdida no se olvida, aunque otras voces se escuchen hoy en la plaza. Son las voces de una generación que después de haber enmudecido ante el horror y el terror de ese trágico viernes 13 de noviembre decidió decir basta y hacerlo de pie.
La liberación de la palabra que se produce a diario en la Place de la République tiene también un componente terapéutico, porque exorciza el temor al otro y el miedo a salir a la calle. Poner un micrófono en el espacio público e invitar a utilizarlo sin moderación, me recuerda la experiencia de Radio Colifata, en Argentina, que tanto impacto tuvo en la vida de los individuos y en la vida colectiva de ese país. La palabra es liberadora, siempre. Pero las palabras que se pronuncian en una asamblea, ante personas que las reciben amablemente, que buscan entender, saber y comprender, pueden generar efectos insospechados y poseen una inconmensurable capacidad de transformación, tanto del espacio público como del privado.
Ahora bien, los jóvenes del movimiento Nuit Debout ocupan desde el 31 de marzo el sector este de la plaza, del lado izquierdo de la Mariana, hacia el boulevard Voltaire. En el costado opuesto, del lado del brazo derecho de la estatua, se sitúa un sector muy diferente. Hace tres años, los importantes trabajos de renovación, que habrían costado 24 millones de euros, previeron en este sector oeste de la plaza la existencia de un bar, dado en concesión, y un espejo de agua, para juegos de niños y no tan niños. En esta parte de la plaza también se producen, de tanto en tanto y previa autorización policial, algunos conciertos, particularmente de música tecno.
El primer dilema del movimiento Nuit Debout pareciera ser entonces inherente al lugar, o por decirlo de otro modo, estructural: La división entre dos plazas y dos públicos. De un lado, al este, los jóvenes de pie que no se cansan de pasar horas sentados, hablando, escuchando, discutiendo. Del otro, al oeste, pequeños grupos de personas o individuos habituados a venir a la plaza a pasear, a jugar, a divertirse y a beber. De modo frecuente, en este sector también suelen instalarse bandas de las más variadas y diversas tribus urbanas: góticos, punks, rastas, canis, hippies, heaves, rockeros, skaters, raperos, entre muchas otras. Y en los últimos días se pudo observar una presencia muy numerosa de vendedores ambulantes, particularmente de cerveza.
"La plaza es de todos"
Los conflictos surgidos últimamente en la plaza y la agresividad manifiesta de personas al margen del movimiento Nuit Debout lleva a pensar en la existencia de provocadores profesionales o instrumentalizados. Si la presencia de policías de civil es una hipótesis difícil de demostrar, el debate sobre las buenas o malas intenciones de los mismos no está ausente de los debates, particularmente en las comisiones de logística y serenidad o en las asambleas generales. ¿Estarían allí para proteger al movimiento detectando la presencia de algún desequilibrado o para provocarlo y deslegitimarlo? “La plaza es de todos”, repiten las autoridades municipales, haciendo honor a la raíz etimológica de su nombre, res-pública. Sin embargo, la coexistencia de personas tan diferentes en un mismo espacio lleva a situaciones complicadas, a veces grotescas, y plantea numerosos problemas. Los integrantes del movimiento Nuit Debout son conscientes de ello, lo discuten frecuentemente en comisión o en asamblea general, pero sin encontrar hasta ahora una solución satisfactoria o que genere consenso.
¿Estarían allí para proteger al movimiento detectando la presencia de algún desequilibrado o para provocarlo y deslegitimarlo?
A medida que pasan los días, la cuestión del derecho a la ocupación pacífica de la plaza suscita nuevos cuestionamientos. Los organizadores supieron adaptarse a las reglas del juego de la vida francesa y solicitan autorización a la Jefatura de Policía, día tras día. La policía por el momento los autoriza, pero exigiendo cada vez más cumplimiento de un horario límite (hasta la 1 horas de la mañana, salvo los fines de semana). A pesar de ello, la comisión campamento de Nuit Debout sigue organizándose y reclama poder quedarse toda la noche y dormir en la plaza, junto a otras personas sin vivienda, para custodiar las precarias instalaciones y no tener que desmantelarlas cada noche y volver a colocarlas al día siguiente.
No parece entonces sorprendente que el lunes 18 de abril el Partido de los Republicanos, presidido por el expresidente Nicolas Sarkozy haya solicitado formalmente, dirigiéndose al ministro del Interior, que se suspendiese la autorización otorgada a los organizadores de Nuit Debout puesto que “la ocupación de la plaza consume mucha energía a los servicios de orden y de limpieza” y porque se considera “inadmisible que en plena vigencia del estado de urgencia el poder ejecutivo tolere esta especie de pequeño Woodstock en pleno París”. El muy popular ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, respondió que en Francia “el estado de urgencia no significa la prohibición de reunirse o de manifestar”.
La situación había llegado a un punto de inflexión la noche del viernes 15 de abril cuando se produjeron fuertes enfrentamientos entre policías y manifestantes en los alrededores de la plaza, con el resultado de varios comercios con vidrios rotos, particularmente una agencia bancaria, algunas detenciones y heridos de ambos lados. El sistema judicial actúa con comprensión y celeridad, los jueces imparten rápidamente penas menores y simbólicas y liberan a los detenidos, ya que en su mayoría se trata de jóvenes sin antecedentes penales. Los medios, las autoridades, el gobierno socialista y el propio presidente François Hollande prefieren mostrarse tolerantes.
“Todos fuimos jóvenes, todos tuvimos 20 años”
“Todos fuimos jóvenes, todos tuvimos 20 años” pareciera ser la consigna y la respuesta. Sin dejar de advertir que hay líneas rojas, límites que todos los ciudadanos deben respetar. Así, luego de los incidentes del 15 de abril, un comunicado del jefe de policía exigió públicamente que los organizadores de Nuit Debout controlaran la situación e hicieran lo necesario para que las fuerzas del orden no tuviesen que intervenir. En las comisiones y en la asamblea general se discutió mucho el tema, sin llegar a un acuerdo.
El debate recrudeció y las contradicciones también entre quienes rechazan reemplazar a la policía y quienes quisieran instaurar una comisión de defensa o algún mecanismo que permita separar del espacio público a aquellos que desvirtúen el carácter democrático y pacifista del movimiento. Lo cierto es que el fin de semana del 16 y 17 de abril fue tranquilo y que la jefatura de Policía de París emitió un comunicado afirmando que “luego de varias noches de incidentes al margen del movimiento Nuit Debout, se constató que las reuniones del fin de semana no dieron lugar a ningún acto de violencia o de degradación y que los organizadores tomaron las disposiciones necesarias”.
Es llamativo el modo en que la prensa y los medios reaccionaron ante estos hechos violentos dando la palabra a muchos ciudadanos y vecinos que declararon su simpatía por el movimiento y afirmaron que los actos de violencia y de destrucción no fueron obra de los jóvenes de la Noche de Pie. La fórmula que utilizan hoy los medios franceses para referirse a estos acontecimientos es “episodios al margen de Nuit Debout”. Quién dice “margen” dice “marginal”, pero aunque el clima de las asambleas sea mayoritariamente democrático y tolerante, el dilema sigue planteado. ¿Quiénes pueden y quiénes no pueden participar del movimiento? ¿Cuál es el código de conducta que se exige a los participantes? ¿Cómo permitir la coexistencia de los dos espacios de la plaza y su público diferenciado?
Yánis Varoufákis y Alain Finkielkraut
El dilema o disyuntiva también se presenta en el espacio interno de Nuit Debout, en la zona este de la plaza, del lado del brazo izquierdo de la Marianne. Las asambleas generales fueron declaradas abiertas a todo el que quiera participar y pida la palabra, y la única censura explícita que se menciona es “contra los propósitos racistas o sexistas”. Sin embargo, el sábado 16 de abril la asamblea general de la Noche de Pie reservó un recibimiento muy diferente a dos personalidades, ambas fuertemente mediáticas, el economista y ex ministro griego Yánis Varoufákis y el filósofo francés Alain Finkielkraut.
El primero pudo, sin dificultad, hablar ante los asambleístas y transmitir un saludo de parte de la sociedad griega, comparando el movimiento Nuit Debout con el de los jóvenes griegos y españoles. Recordó que en la plaza Styntagma de Atenas un movimiento similar logró mantenerse durante 99 noches y afirmó que ese movimiento “cambió definitivamente el modo de hacer política en Grecia”. El ex ministro fue escuchado y aplaudido, como uno más de los tantos expertos o responsables de ONG que intervienen a diario en las asambleas. Luego, la emisión por YouTube TvDebout aprovechó su presencia para entrevistarlo en directo desde la plaza.
No tuvo la misma suerte, una hora después, el filósofo francés Alain Finkielkraut, que no llegó a pedir la palabra ni pudo avanzar hasta la tribuna, porque fue inmediatamente reconocido por un grupo de asambleístas que lo recibió a los gritos acusándolo de “fascista”. El filósofo no pudo con su genio, también gritó, se indignó, y declaró que esa asamblea era entonces una parodia de democracia. En la confusión quien fuera durante años profesor de Filosofía en la prestigiosa Ecole Politechnique se burló de una muchacha joven que simplemente pasaba por allí.
Al final Alain Finkielkraut se retiró de la plaza, pero logró crear uno más de los tantos escándalos al que es aficionado. El itinerario de este filósofo que cuando tuvo veinte años participó del movimiento de mayo del 68 junto a Daniel Cohn Bendith, es similar al de otros miembros de su generación. Se los llama los “nuevos filósofos” o “filósofos conservadores”. Simpatizante del maoísmo en su juventud, defensor incondicional del Estado de Israel desde la guerra de Yom Kipur de 1973, su reciente elección a la Academia Francesa suscitó un fuerte debate y muchas críticas en el ambiente universitario. Personalidad intelectual muy controvertida, precisamente por su inclinación a la auto-publicidad y a los escándalos, invitado estrella de programas de radio y televisión, el filósofo Alain Finkielkraut fue tal vez víctima de su propio éxito mediático.
Los amigos del filósofo se indignaron y acusaron a los jóvenes de Nuit Debout de ser “los izquierdistas de siempre que se ocultan bajo el lema de la juventud rebelde o de la utopía”. Los medios y otras personalidades políticas e intelectuales, aún aquellos que se mostraron en otras ocasiones críticos con Finkielkraut, se solidarizaron con él y denunciaron a los que en la plaza “hablan de democracia pero son incapaces de ejercerla o de defenderla”.
Los amigos del filósofo se indignaron y acusaron a los jóvenes de Nuit Debout
Lo que conviene destacar es que este incidente que tanto agitó el debate público francés fuera de la plaza, no tuvo gran repercusión en la plaza misma. Al día siguiente, en la asamblea del domingo 17 de abril, una joven pidió la palabra y expresó muy serenamente su incomodidad por lo ocurrido con el filósofo y propuso la creación de una comisión de reflexión sobre el “derecho universal a la palabra”.
Otro joven se mostró menos tolerante, levantó los brazos y los cruzó en alto para expresar su oposición, -según el código gestual adoptado-, fue invitado a la tribuna y, brevemente, explicó que el filósofo se merecía haber sido repudiado por “fascista”. Sin mayor transición el moderador del debate tomó nota de las dos posiciones y dio cita a los interesados para crear una nueva comisión “Libertad de expresión” o para que participen en la ya existente “Democracia y asamblea general”. Por el momento el debate continúa y el dilema queda planteado: ¿Sólo pueden expresarse en el ágora cotidiana los “asambleístas anónimos” y los miembros de las comisiones? ¿Pueden seguir interviniendo en la asamblea durante cinco minutos los responsables de ONG que explican su trabajo solidario y su aporte a la construcción de un mundo mejor? ¿Pueden o no intervenir los representantes de partidos políticos o de sindicatos? ¿Cómo definir quién es “fascista” y quién no lo es? El clima general de las asambleas es democrático y tolerante, pero el dilema queda planteado. ¿Quiénes pueden y quiénes no pueden participar del movimiento? ¿Cuál es el código de conducta que se exige a los participantes?
Proyectos futuros
Los dilemas temporales se relacionan con la posibilidad o no de seguir manteniendo la frecuencia cotidiana de las asambleas y el trabajo de las comisiones. Los iniciadores del movimiento Nuit Debout no se dieron un plazo, no establecieron un tiempo límite para su existencia, al menos explícitamente. Formulé esta pregunta a muchos de los participantes, y aunque nadie se atreve a pronosticar por cuánto tiempo estarán allí, la mayoría desea que el movimiento continúe todo el tiempo posible. Hay proyectos para un futuro inmediato como la marcha nacional contra la ley de reforma del código del trabajo, convocada para el 28 de abril, y el tradicional desfile del Primero de mayo. Mayo va a ser entonces un mes de citas importantes y no sólo nacionales. La comisión internacional hizo ovacionar en la asamblea general del 14 de abril el llamado a una jornada mundial, la Noche de Pie, para el sábado 14 y el domingo 15 de mayo, con una convocatoria previa de reunión preparatoria en París, en la Place de la République el 8 y el 9 de mayo.
El inconsciente colectivo suele expresarse de modo peculiar
Conviene recordar que, tanto en Francia como en Europa, durante el mes de junio se desarrollan los clásicos exámenes de fin de año, tanto en los liceos como en las universidades y luego, las vacaciones de verano. Todo pronóstico pareciera entonces reservado. Pero vale la pena también tomar en cuenta que el inconsciente colectivo suele expresarse de modo peculiar.
Cada historia nacional ofrece una inmensa fuente de inspiración en la que las generaciones sucesivas se alimentan y expresan su sed de renovación, en un diálogo siempre dinámico entre el presente y el pasado. Eso que el historiador Eric Hobsbawm llamó “el invento de la tradición”, los jóvenes de Nuit Debout lo practican queriendo establecer una nueva forma de contabilizar el tiempo. A alguien se le ocurrió entonces un calendario en que el mes de marzo sería interminable.
Si al principio la idea surgió como una broma, la propuesta de un almanaque propio que permitiese reconocer e inmortalizar la jornada del 31 de marzo, fue ganando adeptos. Y este peculiar calendario fue adoptado y se utiliza no sólo en los boletines cotidianos que llevan entonces doble fecha, 46 de marzo (15 de abril), por ejemplo, sino también en el texto de llamado internacional Globaldebout convocando a una gran jornada de convergencia mundial de Noches de Pie, el próximo 15 de mayo- 76 de marzo.
Este calendario, -que puede o no resultar gracioso- sólo se comprende si recordamos que estamos en Francia y que en este país la revolución de 1789 produjo entre tantas otras novedades un calendario revolucionario que fue utilizado de 1792 a 1806 y, muy brevemente, durante la Comuna de París.
En ese calendario, cuya realización fue encargada a un poeta, los mese tuvieron nombres evocativos de la naturaleza, la tierra, las estaciones y las actividades humanas con ellas relacionadas. Se llamaron Fructidor, Thermidor o Brumario, entre los más conocidos. En aquel calendario revolucionario el período comprendido entre el 21 de marzo y el 19 de abril es el del nacimiento y renacimiento, el de la primavera y la germinación, y por eso se denomina precisamente Germinal, término muy popularizado gracias a la novela homónima de Zola.
Con estos antecedentes, cómo no interpretar entonces que para los jóvenes de Nuit Debout, el movimiento debe ofrecer y ofrecerles un germinal y eterno mes de marzo. Los dilemas relativos al tiempo y al espacio que semejante esperanza o ilusión conlleva, no son por ahora objeto de debate. Sólo alcanza con estar allí, cada atardecer, para demostrarlo, agregando siempre un día más a este marzo interminable y permitiendo que la Noche de Pie, como la primavera, nunca acabe.
Se sabe que todo dilema comporta una contradicción, es por ello que para las numerosas personas que día a día se reúnen en la Place de la République todo es posible, por el momento, y también lo contrario.
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