SAN JOSÉ.- Miles de ellos cruzan cada año la frontera de Costa Rica y Panamá para trabajar en las cosechas, principalmente de café costarricense, pero hasta hace poco nadie había hecho algo para atacar con fuerza la ausencia de documentos de identidad, un problema que les hace vivir casi como "invisibles".
Son grupos de indígenas Ngäbe Buglé, llamados por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) como los "Chiriticos", en un juego de palabras que une la provincia panameña occidental de Chiriquí y el apodo de "ticos" que reciben los costarricenses.
Ataviados con sus llamativos y coloridos trajes tradicionales tejidos a mano, es fácil ver a las mujeres y hombres Ngäbe Buglé durante la época de cosecha de café en las montañas del centro de Costa Rica y en la zona sur de este país, cerca de la frontera con Panamá.
Lo que pocos saben es el drama humano que viven estas personas, pues muchas de ellas no cuentan con actas de nacimiento en Costa Rica ni en Panamá, y mucho menos un documento de identidad que les permita acceder con facilidad, por ejemplo, a los servicios básicos de salud y educación.
Esto se debe a que con frecuencia las mujeres de esta etnia dan a luz en las fincas agrícolas sin ningún tipo de atención médica y luego no registran a sus hijos ante las autoridades pertinentes, explicó la oficial de protección de ACNUR, Marcela Rodríguez-Farrelly.
Para brindarles una solución, el ACNUR y el Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica (TSE) tienen vigente un convenio mediante el cual llevan a cabo desde 2015 el Proyecto Chiriticos, que busca atender a los miles de indígenas que no tienen documentación.
En 2015, mediante el trabajo de brigadas móviles y también con el apoyo del Registro Civil de Panamá, el proyecto visitó unas 2.000 fincas de Costa Rica, con lo que se logró para 1.394 indígenas la determinación de su nacionalidad o el registro tardío de su nacimiento, y la entrega de documentación de identidad.
"Si no está registrado, no existe, no tiene patria, ni vínculos con ningún Estado, pasa la vida desapercibido, no puede inscribir a sus hijos, ni estudiar. Es una situación horrible", afirmó Rodríguez-Farrelly.
Según Rodríguez-Farrelly, en Costa Rica existía un protocolo para que los indígenas se inscribieran tardíamente, pero exigía requisitos administrativos difíciles de cumplir para estas personas, por lo que el Proyecto Chiriticos vino a facilitar el procedimiento.
Datos del ACNUR indican que cada año aproximadamente 15.000 indígenas panameños de la comunidad Ngäbe Buglé cruzan a Costa Rica para trabajar en las plantaciones de café por un período aproximado de cinco meses, y muchos de ellos se quedan en este país.
La representante de ACNUR destacó el trabajo "comprometido" realizado por el TSE de Costa Rica y por el que ha hecho también el registro civil de Panamá.
En junio pasado las tres partes llevaron a cabo una mesa de trabajo en la que analizaron las legislaciones y las prácticas administrativas, con el fin de determinar coincidencias, vacíos y trabas para el registro de los indígenas.
Posteriormente, en septiembre de 2015 inició una misión de registro y documentación en la localidad de San Vito, provincia de Puntarenas, en la zona sur de Costa Rica. En diciembre pasado se realizó otra de estas actividades en Sixaola, provincia de Limón (Caribe), fronteriza con Panamá.
En estas dos misiones se atendieron a unas 4.000 personas con los resultados antes mencionados de registro y documentación para 1.394 de ellos, y casos que aún están en estudio. El oficial mayor del Departamento Civil del Registro Civil de Costa Rica, Luis Guillermo Chinchilla, aseguró que ha habido "una respuesta bastante positiva" por parte de los indígenas al proyecto.
"Ha sido excelente para una población que lo amerita por las dificultades que viven y por su condición. El Registro procura lograr su inscripción para que puedan gozar de todos los derechos que la Constitución Política y las leyes les da", expresó Chinchilla.
El proyecto está diseñado para ser implementado por dos años, pero podría extenderse por más tiempo e incluso existe la posibilidad de que este tipo de misiones se realice también en las comunidades fronterizas de Costa Rica y Nicaragua, donde se produce un fenómeno similar con la migración nicaragüense.
Este trabajo se enmarca también en la campaña del ACNUR "#ibelong", la cual busca erradicar la apatridia en el mundo en 2024 y la cual fue suscrita el año pasado por el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís. "Es un proyecto novedoso y modelo en la región. Estamos siendo punta de lanza para acabar con el riesgo de apatridia en los próximos 10 años", explicó la oficial de ACNUR
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