Este artículo se publicó hace 14 años.
El auge de los partidos ultras se confirma en toda Europa
El panorama político en Europa está, desde el inicio de la crisis, mucho más escorado hacia la derecha
Jimmie Akesson, la cara de la extrema derecha sueca, no está solo. El éxito de su partido es una prueba que apuntala, por si había alguna duda, el auge europeo del populismo conservador, a menudo xenófobo y antiinmigración.
El panorama político en Europa está, desde el inicio de la crisis, mucho más escorado hacia la derecha. Mientras que los democristianos y conservadores moderados mantienen o aumentan sus perspectivas electorales, emerge una extrema derecha que ha sabido rentabilizar la crisis. En los comicios europeos de 2009, el Partido Popular Europeo agrandó su ventaja frente a los socialdemócratas, pero a su derecha dejó más espacio que nunca. Un grupo de conservadores checos, polacos y británicos se conformó como quinta fuerza política mientras que partidos que no logran representación en sus países tomaron posesión de sus escaños. Es el caso del Frente Nacional francés o el British National Party, ambos con dos eurodiputados.
En Holanda, el Partido de la Libertad de Geert Wilders alcanzó un número de votos histórico en dos elecciones: las municipales y las nacionales, convirtiéndose en partido bisagra en unas negociaciones para formar Gobierno que todavía no han finalizado. La imagen de Wilders como ministro ha perdido fuerza en las últimas semanas, pero el partido liberal y el conservador han tanteado a la formación xenófoba, que culpa a la inmigración de la crisis y califica al Corán de "libro fascista".
Tirón electoralDebido al tirón electoral, la extrema derecha como alternativa de gobierno es un fantasma que cada vez asusta menos. Desde que en el año 2000 Jörg Haider sorprendiera al entrar en el Gobierno de Austria, otros países han asistido a la entrada de la extrema derecha en los centros de poder. En Italia, la Liga Norte dio estabilidad al Gobierno de Silvio Berlusconi y en el Parlamento Europeo los grupos más conservadores son capaces de determinar el sentido de una votación cuando las fuerzas mayoritarias está muy igualadas.
Numéricamente, el corrimiento de tierras hacia la derecha ha dejado sin poder y en muchas ocasiones sin discurso a una izquierda desorientada. En Alemania, los socialdemócratas del SPD sufrieron una contundente derrota en los últimos comicios, registrando la peor marca desde la Segunda Guerra Mundial. Los verdes y los comunistas acompañaron en la caída a los socialistas, que ni siquiera ahora, en uno de los peores momentos para Angela Merkel, son capaces de remontar el vuelo.
En Francia, Nicolas Sarkozy ha puesto en práctica una estrategia contra el crimen que pone en la diana a los gitanos, mientras las encuestas le sonríen. En el Reino Unido, la falta de respuestas laboristas a la crisis dieron en mayo la victoria a los tories de David Cameron, mientras que en Italia la inestabilidad de Berlusconi no alimenta la esperanza del Partido Demócrata. En los países con gobierno socialista, como España, Portugal o Grecia, el desgaste por la crisis amenaza con dejar a la izquierda en minoría en Europa ante un centro derecha envalentonado por su éxito electoral.
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