Arabia Saudí busca una salida a la guerra, en medio de la poca voluntad de Rusia y Ucrania para negociar
Rusia responde a la conferencia de paz de Yeda, a la que no fue invitada, con una oleada de misiles sobre Ucrania y Kiev no consigue fraguar su "coalición global" antirrusa.
Madrid--Actualizado a
Ucrania ha llevado a Arabia Saudí su plan de paz y una estrategia diplomática paralela a su contraofensiva en el campo de batalla. Pero, al igual que está ocurriendo con sus frustrados intentos de romper el frente ruso en los territorios ocupados del país, el esfuerzo desplegado por Kiev en Yeda no ha conseguido un apoyo claro a sus postulados, basados en la derrota total de Rusia y su humillación en tribunales penales internacionales.
La conferencia de dos días concluyó sin mucha fanfarria, sin declaración final y con la impresión de que no habían estado todos los que deberían haber participado. Así lo dijo directamente el jefe de la delegación brasileña, Celso Amorin, quien se lamentó por la ausencia de Rusia, la otra gran implicada en el conflicto.
"Cualquier negociación real debería incluir a todas las partes", esto es, también Rusia, manifestó Amorin, echando un jarro de agua fría sobre las expectativas ucranianas de "unir al mundo entero en torno a Ucrania", como había reclamado antes del evento Andrii Yermak, el jefe de la delegación de Kiev.
Yeda manda al mundo un mensaje claro: no es sólo Occidente el que debe decidir el curso de la historia del siglo XXI
En realidad, la conferencia de paz de Yeda sí ha servido para mandar al mundo un mensaje claro: no es solo Occidente el que debe decidir el curso de la historia del siglo XXI.
Hay un buen número de países emergentes que están deseosos de hacer aportaciones decisivas a la seguridad mundial al margen de las estrategias hegemónicas de Estados Unidos y Europa. Esta iniciativa saudí es un ejemplo.
De ahí la importancia de la presencia en Yeda de los BRICS, esto es, Brasil, India, China y Sudáfrica, con la ausencia citada de Rusia, además del bloque occidental al completo, con la Unión Europea y Estados Unidos a la cabeza.
Pero aunque los esfuerzos internacionales para buscar una salida pacífica al conflicto son denodados, los frutos son escasos y no hay perspectiva alguna de paz a la vista. Al tiempo que los representantes de unos cuarenta países se reunían en Yeda, el Ejército ruso lanzaba una lluvia de misiles y drones en doce regiones de Ucrania que oscurecía los esfuerzos diplomáticos desplegados en la ciudad saudí.
Masivos bombardeos rusos en Ucrania oscurecen Yeda
Además de impactar en sendos aeródromos militares de Starokonstantiniv, en la región de Jmelnitsk, y Dubno, en Rivna, parte de los misiles, muchos de ellos hipersónicos, afectaron a Járkov, que en los últimos días es objetivo de los bombardeos rusos y de ataques por tierra en el este de esta región septentrional ucraniana. Una muestra más de las complicaciones que está encontrando la contraofensiva lanzada hace dos meses por el Ejército ucraniano.
Moscú ha recordado con sus nuevos ataques que lo único real en estos momentos es la guerra
Moscú, que ha calificado como "fallido" el intento de Kiev de alinear en Yeda a los países emergentes junto a Occidente en la guerra de Ucrania, ha recordado con sus nuevos ataques que lo único real en estos momentos es la guerra y no "la puesta en escena" de reuniones como la de este fin de semana en la ciudad saudí, como ha denominado el Kremlin el encuentro.
Al contrario, Ucrania ha presentado las conversaciones de paz de Yeda como "productivas", al respaldar "el principio de la inviolabilidad de las fronteras".
Sobre todo, el Gobierno de Zelenski se ha jactado de conseguir la participación de China, que había eludido tomar parte en reuniones similares y cuya misión diplomática en Yeda se ha visto como un movimiento de ficha clave en el tablero de la guerra de Ucrania.
La importancia de la participación china en Yeda
Sin embargo, la presencia de China en la conferencia de paz de Yeda no significa, ni mucho menos, que Pekín apoye el plan de paz ucraniano, justo pero poco realista, pues reclama la retirada total de Rusia de los territorios ocupados, incluida Crimea, anexionada ilegalmente en 2014.
La asistencia al evento de Yeda significa que Pekín quiere el fin de esta guerra tan perniciosa para la economía global. La guerra supone un cataclismo para los chinos en el ámbito económico, cuyo tsunami sienten cada día los mercados asiáticos.
La presencia china en Yeda es también una especial llamada de atención a Rusia al no haber sido ésta invitada. Ni a los anfitriones saudíes ni a los huéspedes chinos les ha gustado la retirada rusa del acuerdo para el transporte seguro del grano ucraniano por el Mar Negro, que ya empieza a convulsionar el mercado mundial de alimentos.
Pero la presencia de China en Yeda, con una delegación encabezada por el enviado especial chino para Asuntos Eurasiáticos, Li Hui –el hombre de Pekín para la guerra de Ucrania-, demuestra sobre todo que este encuentro no se ha convertido en una mascarada occidental para forjar la "coalición antirrusa" que reclamaba el Gobierno ucraniano y rechazaba Rusia.
La presencia china ha desbaratado el intento de Kiev de conseguir en Yeda una alianza global contra Moscú
Ha sido precisamente esa participación china la que ha desbaratado el intento, un tanto ingenuo, de Kiev de conseguir en Yeda esa alianza global contra Moscú, que se habría sumado al apoyo occidental renovado en la cumbre de la OTAN de Vilna en julio, donde el G7 y algunos otros países comprometieron sin fecha límite el respaldo armamentístico al Ejército ucraniano.
Pero Pekín no entiende que el proceso de paz pase por una mayor militarización del conflicto, por una imparable injerencia occidental en el mismo y, menos aún, por la improbable derrota y humillación total de Rusia. Moscú es un socio estratégico de Pekín y éste no lo dejará caer.
Yeda, un logro de la diplomacia saudí, no de Ucrania
La participación de China en la reunión de Yeda no ha sido un éxito de la diplomacia ucraniana, como se quiere arrogar el presidente Volodímir Zelenski. El líder ucraniano no consiguió en junio atraer a los chinos a una conferencia similar en Dinamarca, miembro de la OTAN, y tampoco lo ha conseguido ahora.
Pekín no seguiría nunca la música tocada por Kiev, porque ésta es la música de la Alianza Atlántica, que declaró a China como un contrincante global en su cumbre de julio pasado.
La Administración de Xi Jinping ha atendido a la llamada del príncipe saudí Mohammed bin Salman, amigo de China, y al renovado auge de las relaciones económicas entre los dos países. Los saudíes pueden ser aliados de los Estados Unidos en la región, pero sus relaciones exteriores y comerciales se mueven en los márgenes de los dictámenes de Washington, especialmente en Asia.
Por ello, los lazos saudíes con Rusia se incrementaron en la última década, especialmente en el ámbito de los hidrocarburos. A Riad, pues, tampoco le interesa la guerra como solución a la crisis ruso-ucraniana por la que apuesta Occidente.
Además, los saudíes saben perfectamente que destruir en el campo de batalla a los rusos no es tarea fácil. En realidad, es una tarea imposible si se tiene en cuenta que la última palabra la tendrían las armas nucleares.
Los negocios con rusos y chinos no deben, por otra parte, enturbiar las buenas relaciones saudíes con Europa y al papel que ésta ejerce de protectora de Ucrania. Ello ha llevado a que Riad, en su doble juego diplomático, impulse al tiempo la visibilidad ucraniana en los foros internacionales que controla Arabia Saudí, como la Liga Árabe, donde Zelenski participó el año pasado, también sin resultados brillantes.
El príncipe mediador
Bin Salman al Saud ya ha manifestado su intención de mediar entre rusos y ucranianos para alcanzar un alto el fuego. Lo demanda la economía mundial y también la necesidad del mundo plural por el que apuestan también China y los países no alineados del llamado Sur Global presentes en Yeda.
Arabia Saudí no olvida el papel mediador que tuvo China en las negociaciones con Irán que llevaron a la firma en marzo de un acuerdo de concordia entre Teherán y Riad, enemigos jurados en Oriente Medio. Un pacto que hace unos años habría sido considerado una quimera.
Los saudíes confían en los chinos y ambos saben que pueden tener un papel clave en su propia mediación entre Moscú y Kiev, apostando por la soberanía territorial, pero ofreciendo garantías de seguridad a Rusia, algo que Occidente no está dispuesto a conceder. En realidad no lo ha hecho desde que se hundió la Unión Soviética, a pesar de las reiteradas peticiones rusas al respecto.
En este contexto, la simbólica participación de China en las conversaciones de Yeda no ha sido en absoluto un mensaje de apoyo al plan de paz ucraniano. Es un espaldarazo a la eventual mediación árabe y al propio plan de paz chino para poner coto a la guerra. Y es parte de la diplomacia de buen entendimiento entre chinos y saudíes, independiente de las estrategias occidentales.
El mensaje lanzado en Yeda no es, pues, el que quisieran haber escuchado en Washington y Bruselas. Existe otro mundo, representado por indios, brasileños, sudafricanos, chinos y quizá saudíes, entre otros, que rechaza la hostilidad de una nueva guerra fría como base de las relaciones internacionales.
Ese mundo multipolar está mostrando un creciente dinamismo para solventar los problemas hasta ahora manejados por los herederos del viejo colonialismo y quizá podría tener un papel en la solución de crisis como la ucraniana si consigue alzar su voz lo suficiente.
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