Este artículo se publicó hace 9 años.
Alemania se cierra en banda ante las propuestas de Grecia
El Gobierno alemán rechaza hacer alguna concesión al Ejecutivo de Tsipras para renegociar la deuda del país heleno y exige a Atenas que dé marcha atrás a las reformas anunciadas
Alemania no cede. A un día de la visita del ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, a Berlín, el Gobierno alemán ha filtrado un documento en el que deja claro que no hará ninguna concesión al nuevo Ejecutivo de Grecia y a sus planes de renegociar la deuda del país heleno.
"El Eurogroup necesita un compromiso claro de Grecia que garantice la implementación total de reformas claves necesarias para mantener el programa en marcha", menciona el texto, al que ha tenido acceso la agencia Reuters, preparado para una reunión de la próxima semana de funcionarios de finanzas de la Unión Europea.
De ese modo, parece claro cuál será el mensaje que Wolfgang Schaeuble, ministro de Finanzas alemán, lance a su homólogo heleno en su reunión de este jueves: que el Ejecutivo de Syriza dé marcha atrás a sus promesas de aumentar el salario mínimo, suspender las ventas de activos nacionales y volver a contratar a empleados estatales despedidos, al tiempo que le exigirá que se abrace de nuevo al inamovible mantra de la austeridad.
"El objetivo es perpetuar la agenda de reformas acordada", subraya el documento del Gobierno liderado por Angela Merkel. Es decir, que pese a los esfuerzos del primer ministro griego, Alexis Tsipras, y su mano derecha Varoufakis por encontrar un punto en común para un nuevo acuerdo sobre la deuda griega, Berlín se cierra en banda y, entre otras cosas, intentará por todos los medios que la troika se quede donde está.
Schaeuble insistirá ante Varoufakis que Atenas debe mantener el compromiso firmado en el marco del primer programa de rescate con el FMI, el BCE, los fondos de rescate y con los Estados con los que contrajo préstamos bilaterales. Asimismo, el Gobierno griego deberá aceptar la independencia del Banco Central de Grecia y de sus autoridades fiscales y sus agencias de estadísticas.
Además, Alemania exige a Grecia que logre un superávit primario, sin pagos de intereses, del 3% del PIB en 2015 y del 4,5% en 2016. Berlín también quiere que el nuevo Gobierno griego reduzca en 150.000 el número de empleados públicos, haga una reforma de las pensiones y que mantenga el salario mínimo reducido.
Por último, el documento insta a Tsipras y a su Gabinete a que mantengan el plan de privatizaciones de puertos, sector eléctrico y bienes inmuebles en manos del Estado. Sólo después de todo ello, incide el texto, Berlín "estará listo para intensificar la cooperación con Atenas".
Campaña de desprestigio
Aparte de la filtración de documentos, el Gobierno alemán muestra otra cara al público. "Es el momento de escuchar a Grecia. Y nos alegramos de que mañana haya ya un primer encuentro directo entre nuestros gobiernos", indicó Merkel en una comparecencia en la Cancillería junto al primer ministro de Malta, Joseph Muscat.
A preguntas de los periodistas, el portavoz de Finanzas, Martin Jäger, al menos reconoció que la posición alemana implica un rechazo a algunas de las posibilidades que se han barajado en los últimos días. Jäger subrayó el rechazo a una posible quita de la deuda griega y a una eventual conferencia de acreedores.
Al mismo tiempo, dentro de los grupos parlamentarios y buena parte de los medios de comunicación ha cundido una actitud hostil ante el nuevo gobierno griego y un rechazo radical a nuevas ayudas. El jefe del grupo parlamentario de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Volker Kauder, calificó la actitud del Ejecutivo heleno durante sus primeros días de gestión de "grosera".
Por su parte, la revista Der Spiegel tachó a Tsipras en su última portada de "conductor suicida". El diario Bild publica día a día informaciones sobre griegos que no pagan impuestos y el Frankfurter Allgemeine Zeitung saca un artículo de opinión tras otro contra posibles concesiones. Una encuesta del instituto demoscópico FORSA, difundida este miércoles, muestra que el 66% de los alemanes también está en contra de una nueva negociación.
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