La caída, que este domingo cumple 25 años, del que unos denominaron 'muro de la vergüenza' y otros 'muralla de protección antifascista' abrió el camino a la reunificación de Alemania y simbolizó para la posteridad el fin de la Guerra Fría. Los acuerdos entre las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial (EEUU, URSS, Reino Unido y Francia) marcaron en 1949 la división del mundo en dos bloques y Alemania, que desencadenó la contienda y luego fue su gran perdedora, se convirtió en arquetipo de ese reparto.
La ciudad de Berlín quedó en el corazón de la República Democrática Alemania (RDA), bajo el control soviético, y fue dividida a su vez en cuatro sectores. Ya en 1952 el partido comunista de la República Democrática Alemana (RDA) comenzó a blindar la frontera con la República Federal Alemania (RFA) y en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 decidió sellar la más porosa, la que separaba el sector comunista de Berlín de los sectores estadounidense, francés y británico. Primero fue una alambrada y poco después un muro de más de 155 kilómetros que rodeó el Berlín oeste y lo convirtió durante 28 años en una isla y, al mismo tiempo, en un símbolo para el mundo occidental.
Berlín es ejemplo de como una de las páginas más oscuras se transforma en un reclamo turístico
La Perestroika de Gorbachov en la URSS, como recordó estos días la canciller, Angela Merkel, o su debilidad e incapacidad para sostener el régimen, como sostiene el excanciller Helmut Kohl, fueron uno de los factores clave en la caída del telón de acero. Un cuarto de siglo después, Berlín es ahora ejemplo de cómo una de las páginas oscuras de la historia del siglo XX se transforma en un reclamo turístico y elemento genuino de una ciudad que celebra el 25 aniversario de la caída de un muro que partió la ciudad y miles de familias berlinesas.
Al mirar al Berlín actual con los ojos de un potencial turista aparecen monumentos y lugares como la Isla de los Museos, la catedral, la torre de televisión, Alexanderplatz o los restos del muro, si bien la Puerta de Brandeburgo tiene un protagonismo especial al haber sido testigo de muchos de los episodios que marcan y explican la historia europea del siglo pasado.
Este es uno de los motivos por los que ha vivido en las últimas semanas una avalancha de visitantes que no sólo acudían a Berlín para contemplar su arquitectura y disfrutar de sus atractivos turísticos, ya que también se acercaban a conocer de primera mano cómo y dónde se firmó el final de una de las heridas más profundas del corazón de Europa. Fuentes del sector turístico de la ciudad estiman que cerca de dos millones de personas acudirán a la capital de Alemania este fin de semana para participar en los eventos de la celebración de la caída del Muro.
El monumento al muro en Bernauer Strasse y el tramo decorado con pinceles y espráis que se ha convertido en la 'East Side Gallery' son 'buenos ejemplos' de cómo se ha logrado combinar la eliminación de éste de la vida cotidiana de los ciudadanos con la conmemoración de una parte de la historia, defiende Christian Tanzler, portavoz de la organización municipal que gestiona el turismo de la cuidad 'Visit Berlin'. Partes del muro que desde 1961 hasta 1989 fue testigo de la muerte de más de 130 alemanes que intentaban cruzarlo, son ahora elementos de 'decoración'.
Partes del muro, que fue testigo de la muerte de 130 alemanes que lo querían cruzar, son ahora elementos de decoración
El pistoletazo de salida de los numerosos actos de homenaje organizados en este 25 aniversario comenzaron de hecho hace un mes en Leipzig, en recuerdo a las más de 70.000 personas que se sumaron a la marcha pacífica que el 9 de octubre recorrió las calles de esta ciudad del este. 'Aquí y ahora lo decimos bien alto y una vez más: sin el 9 de octubre no habría habido 9 de noviembre. Antes de la unidad, llegó la libertad', afirmó en los actos conmemorativos el presidente alemán y exdisidente de la RDA, Joachim Gauck.
Ante la presión popular, las incesantes manifestaciones y la fuga masiva de ciudadanos a Occidente, el 18 de octubre de 1989 se ve obligado a abandonar todos su cargos el máximo mandatario de la RDA, Erich Honecker. Las promesas del nuevo mandatario Egon Krenz de pasaportes y visados para viajar al extranjero no acabaron con las protestas y el 9 de noviembre de 1989, en una confusa rueda de prensa, el miembro del Politburó Günter Schabowski anunció que se concederían visados automáticos de salida a todos los ciudadanos que lo solicitaran.
A las 22.00 horas se abría el primer paso en la Bornholmer Strasse y esa misma noche miles de ciudadanos cruzaron el muro hacia el oeste sin visados ni pasaportes, ante una policía desbordada por la situación y sin instrucciones. Después de 28 años, dos meses y 27 días, la frontera de hormigón armado desaparecía y comenzaba el proceso de reunificación de Alemania, que culminó el 3 de octubre de 1990 con el Tratado de Unidad, la disolución de la RDA y la incorporación de su territorio al de la República Federal de Alemania (RFA).
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