El Partido de los Trabajadores recupera una vez más la confianza de los brasileños con Dilma Rousseff, reelegida para los próximos cuatro años con un 51,64% de los votos frente al 48,36% de su adversario Aécio Neves (PSDB). Apenas tres millones y medio de votos han sido los que le han otorgado la victoria al PT, que cumplirá un total de 16 años en el poder.
El clima de tensión vivido durante la campaña se mantuvo a lo largo del domingo. En la ciudad de São Paulo, feudo pesedebista donde Aécio Neves ganó por un 63,81% de votos, las camisetas amarillas y azules (símbolos a favor de Neves) destacaban en el paisaje. Los atascos hasta pasadas las cinco de la tarde colapsaron varias áreas de la ciudad y los cláxones de los coches se escuchaban como vuvuzelas en un partido de fútbol.
Debido a los tres usos horarios del país, no se supieron los primeros resultados hasta las 20.00 horas. En ese instante con un 95% escrutado, la candidata del PT contaba con 50,09% de los votos y su adversario del PSDB, con 49,01%, mostrando el empate técnico que auguraban las encuestas. Cuando se supo que los estados que faltaban por escrutar pertenecían al Norte y Noreste del país, se empezó a dar la victoria a Rousseff, quien ganó en estas regiones con abrumadora mayoría.
Estas elecciones no sólo pasarán a la historia por ser las más ajustadas y agresivas, sino también por haber sorprendido hasta el último minuto. Antes de la primera vuelta las encuestas colocaban al candidato Aécio Neves como claro perdedor de los comicios. El PT invirtió todas sus fuerzas en eliminar a la candidata Marina Silva (PSB) del segundo turno, pensando que Neves sería más fácil de derrotar. Sin embargo, el pesedebitsa ha hecho historia en su partido, siendo el candidato que más ha dificultado unas elecciones al PT desde la época de Fernando Henrique Cardoso.
Neves puso entre las cuerdas a Rousseff con acusaciones de corrupción y con críticas a su programa económico señalando la subida de la inflación y el escaso crecimiento del país como principales males petistas. Pero la ya reelegida presidente se defendió a través de los resultados de sus programas sociales que en estos últimos cuatro años han sacado al país del mapa del hambre, han creado más de tres millones de vivienda dignas para ciudadanos de baja renta, y ha llevado médicos de atención primaria a regiones del país desamparadas. La petista se enorgulleció de conseguir bajar la tasa de desempleo hasta un 5%, la menor en 24 años, y de subir el salario mínimo de los trabajadores, invirtiendo en nuevos programas sociales.
Las primeras palabras de la nueva presidente de Brasil, que tomará pose el próximo1 de enero de 2015, fueron de reconciliación. En apenas 15 minutos de discurso, constantemente interrumpido por el vitoreo de sus militantes, dio una idea concreta del que será su próximo gobierno. Sus primeros agradecimientos fueron para el vicepresidente, Michel Temer (PMDB), y para el resto de partidos aliados, preparando el terreno para las próximas semanas de negociaciones en el Congreso.
Después de agradecer a los militantes, en especial al 'militante numero 1 e incansable luchador de los derecho de los brasileños, el presidente Lula', Rousseff quiso acalmar el ambiente de crispación creado en las últimas semanas: 'El calor liberado en la disputa tiene que convertirse en energía constructiva de un nuevo Brasil. Vamos a tender puentes, debatir ideas y buscar un consenso, por eso quiero llamar a la paz y a la unión de los brasileños'.
En una clara respuesta a las manifestaciones de junio de 2013, la presidenta reelecta aseguró que su primer compromiso con el país era 'estar abierta al diálogo'. 'Entiendo esta reelección como un voto de esperanza y quiero ser una presidenta mucho mejor de lo que fui hasta ahora'.
Rousseff aseguró haber escuchado al pueblo y haber entendido que la palabra más repetida en esta campaña había sido 'cambio': 'Voy a ofrecer esos cambios, estoy más capacitada que nunca para escuchar y dialogar con todos los sectores de la sociedad'. A partir de esta premisa, la presidenta comenzó a enumerar una serie de propuestas que se convertirán en el pilar de su próximo gobierno.
Su primer anuncio fue el compromiso de plantear una reforma política a través de un plebiscito popular. Prometió llevar esta pauta al Congreso lo antes posible por ser 'la más importante de todas las reformas'. Los militantes que escuchaban el discurso le contestaron entre aplausos y gritos y comenzaron a vociferar: 'El pueblo no es bobo, abajo la red Globo', aludiendo a la manipulación que suele ejercer esta televisión abiertamente antipetista. Rousseff, apenas sin voz, pedía calma a las bases para seguir enumerando sus compromisos. Una reforma de seis puntos para combatir la corrupción era la segunda propuesta: 'Vamos a reforzar las instituciones para acabar con la impunidad', dijo respondiendo a una de las principales acusaciones de la oposición.
En relación a la economía, otro de los temas más importantes de la campaña, aseguró que combatirá la inflación 'con rigor' e invertirá en todos los sectores dándole prioridad a la industria. Sin embargo, quedó en el aire el nombre del nuevo ministro de Hacienda, una de las informaciones más esperadas por los mercados financieros.
En un discurso claramente reconciliador, la petista dijo que cuidará especialmente de las mujeres, de los negros y de los jóvenes, y prometió que el Brasil del 'cambio' se preocupará más por la educación y la cultura. Para acabar, Rousseff pidió una vez más 'la unión de todos los brasileños para avanzar y construir el presente y el futuro del país'. Sus últimas palabras fueron un guiño a la letra del himno nacional: 'Brasil, esta hija tuya, no escapará de la lucha'. Todos los militantes comenzaron a cantar el himno del país, en un ejemplo de reconciliación con una música que durante toda la campaña se asoció a los seguidores de su adversario.
Aécio Neves habló minutos antes que la presidenta y al igual que Roussef mantuvo un discurso de reconciliación: 'La mayor prioridad debe ser unir a Brasil en torno a un proyecto honrado', dijo el pesedebista. Sin responder a los periodistas, agradeció el apoyo recibido por los más de 50 millones de brasileños y dedicó un cariño especial a su principal bastión electoral: 'São Paulo retrata el sentimiento de mi alma'.
A partir de este lunes la presidenta reelecta comenzará las negociaciones con los 28 partidos que forman el nuevo Congreso. Su principal aliado será el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) que tiene mayoría en el Senado y en la Cámara de los Diputados. A pesar de seguir siendo líder en la Cámara y segundo en el Senado, el PT tendrá que saber negociar con los sectores más conservadores de la 'bancada evangélica' y de la 'bancada da bala' (vinculada a los lobbys armamentísticos) si quiere cumplir con las exigencias de la izquierda en materia de derechos humanos, como la criminalización de la homobia.
El PT es consciente de que sus bases le exigen un giro a la izquierda y en este sentido tendrá que ver si pone en pauta peticiones como la Ley de Regulación de Medios, la revisión de la Ley de Amnistía de la dictadura o una mayor protección por los derechos indígenas. A su vez, Rousseff sabe que tiene que contentar a la mitad del país que no la votó y que quiere que Brasil vuelva a crecer a un ritmo más acelerado con menos burocratización en las esferas públicas y económicas.
La lucha prioritaria será recobrar la calma entre los militantes más radiales de ambos partidos. Al poco de conocerse los resultados los mensajes racistas contra la población del Noreste, de mayoría petista, volvieron a aparecer. Tanto Dilma Rousseff como Aécio Neves, tendrán que insistir en su discurso de diálogo para darle una oportunidad a este 'Brasil del cambio'.
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