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La ofensiva israelí estimula una intifada contra Mahmud Abás

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La operación militar que el ejército israelí inició el 13 de junio en la Cisjordania ocupada está provocando entre los palestinos una cadena de protestas que cada vez con más frecuencia se dirigen contra la Autoridad Nacional Palestina y contra su presidente, Mahmud Abás, cuya posición se debilita día a día. En Ramala y en otras ciudades se está multiplicando la contestación de palestinos que no entienden, o no comparten, que la ANP se haya convertido en brazo ejecutor del ejército de ocupación, y que su presidente insista una y otra vez en mantener en la práctica una política de colaboración estrecha con el primer ministro, Binyamin Netanyahu, que en la última década solo ha traído desengaños.

Los palestinos se preguntan hacia dónde conducen las directrices de Abás, por ejemplo la de hace unos días, cuando rechazó la vuelta a una 'intifada destructiva', cuando es evidente que la alternativa que ofrece Israel es más ocupación y más colonias. La parálisis de Abás es más destructiva que una intifada, recuerdan algunos palestinos, puesto que la primera intifada condujo a la Conferencia de Madrid en 1991 y la segunda intifada llevó a la evacuación de los colonos de la franja de Gaza hace nueve años. Las dos intifadas sirvieron para algo mientras que las consecuencias de la política de Abás han sido negativas se mire como se mire.

'Ahora mismo nos encontramos en una encrucijada y las protestas contra Abás son una respuesta lógica, natural e inmediata', comenta un analista palestino refiriéndose a la percepción cada vez más extendida de que la política de Abás responde a una colaboración sin límites con Netanyahu. A las de dos de la madrugada del domingo, cientos de palestinos salieron a las calles del centro de Ramala para arrojar piedras a los soldados israelíes que a esas horas llevaban a cabo una redada y destruían comercios y oficinas, mientras que a pocos metros la policía palestina permanecía acuartelada en sus comisarías.

Esta actitud simplemente corrobora entre los palestinos la percepción de que su policía es un peón del ejército israelí, de ahí que cuando finalmente los soldados abandonaron el centro de Ramala, los manifestantes arrojaron piedras contra una comisaría. Los policías respondieron abriendo fuego real contra los manifestantes y causaron dos heridos de bala.

La colaboración entre las fuerzas israelíes y las palestinas se ha intensificado tras la captura de tres jóvenes colonos en el área de Hebrón el 12 de junio. Abás ha dado instrucciones expresas en ese sentido. De hecho, apenas un poco después de conocerse el secuestro, los palestinos comunicaron a los israelíes dónde se encontraba el vehículo utilizado por el comando que llevó a cabo la operación.

A diferencia de Abás, la mayoría de los palestinos ven una oportunidad en la captura de los tres colonos, que los secuestradores podrían canjear por una parte de los 5.700 prisioneros que hay en las cárceles israelíes, y no entienden las críticas de Abás. La colaboración llega hasta el punto de que Abás mantiene artificialmente la calma en Cisjordania a costa de perseguir sin descanso a la resistencia, que simplemente es inoperante debido a la fuerte represión de una policía entrenada por la CIA que no permite la menor disidencia.

Uno de los últimos 'logros' de esta estrecha colaboración ha sido la prohibición de imprimir en Cisjordania la prensa afiliada a Hamas cuya distribución se había autorizado justo unos días antes, inmediatamente después del anuncio de 'reconciliación' entre Fatah y Hamas.

Mientras Israel prosigue con los registros y detenciones masivas en las ciudades, los campos de refugiados, los pueblos, los domicilios particulares, las universidades y las oenegés, Abás dice que quiere recurrir al Consejo de Seguridad de la ONU, aunque ya son pocos los que confían en su discurso vacío.

Fuentes militares israelíes señalaron ayer que lo más probable es que los tres colonos se encuentren todavía en el área de Hebrón. 'Creemos que todavía no han sido trasladados a un lugar seguro de la franja de Gaza puesto que los secuestradores no se han puesto en contacto con nosotros para comunicarnos sus demandas', argumenta un responsable militar.

Extraoficialmente se admite que a pesar de la fuerte represión que Israel ha desencadenado el resultado de todo el despliegue es 'cero'. Los palestinos vuelven a denunciar que la operación militar es una intensificación deliberada del castigo colectivo que sufren a diario mientras la comunidad internacional permanece con los brazos cruzados.

Las elecciones presidenciales y legislativas deberían celebrarse dentro de cinco meses de acuerdo con el calendario que han fijado Hamas y Fatah, pero cada vez parece más difícil que los palestinos acudan a las urnas en la fecha prevista; si esto ocurriera lo más probable es que se produjera una clamorosa derrota de Fatah y de Mahmud Abás.

Abás no tiene delante más que dos opciones: continuar como hasta ahora, lo que seguirá desgastando su imagen entre los palestinos de la calle, o dimitir reconociendo sus múltiples errores y fracasos, que probablemente sería la mejor alternativa para su pueblo.

Quizás sea ese el objetivo que persigue Israel, que ningunea sin descanso al presidente Abás con su negativa absoluta a retirarse de los territorios ocupados, y que está impulsando una tercera intifada, pero esta vez contra la ANP, así como la desestabilización de la zona.

Estados Unidos continúa jugando sus cartas en contra de sus propios intereses, aunque esto no puede extrañar ya que es la política que sigue Washington en todo un Oriente Próximo que jamás ha visto situaciones tan desesperadas como las actuales.

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