Los dos años del programa de rescate han permitido a Portugal recuperar la confianza de los mercados, pero han puesto en evidencia gruesos errores de la troika, que han sumido a su mejor alumno en la peor crisis de su historia reciente.
El primer ministro conservador luso, Pedro Passos Coelho, el gobernante del sur de Europa más alineado con Alemania y el que más ha defendido la receta de la austeridad, no ha logrado sacar al país de una espiral de recesión y desempleo que dura ya tres años, pese a cumplir, al pie de la letra, todas las medidas exigidas a Portugal.
La UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con un apoyo del Gobierno luso que nunca lograron en Grecia, confiaban tener en Portugal un modelo exitoso de rescate, basado en reformas y recortes presupuestarios que, sin embargo, no ha logrado por ahora los resultados previstos.
Por culpa de una caída aguda del consumo y la demanda interna, los fuertes aumentos de impuestos al salario, que en dos años elevaron más de un 40 % la presión fiscal sobre los portugueses, generaron al final menor recaudación pública, al igual que la subida de los peajes o un aumento del IVA de hasta el 300 %.
Entre 2011 y 2013 elPIB ha caído siete puntos
En un país donde el Estado movía cerca de la mitad de la economía y una quinta parte de la fuerza laboral, la reducción abrupta del sector público estimuló, según muchos economistas, el cierre de miles y miles de empresas y una caída del PIB que, en el trienio 2011-2013, sumará siete puntos porcentuales.
La troika -formada por el FMI, la Comisión y el Banco Central europeos- suavizó en dos ocasiones y por iniciativa propia, como subrayó el Ejecutivo luso, las metas exigidas a Portugal a cambio de su préstamo de 78.000 millones de euros.
Pero pese a la ingeniería contable realizada con privatizaciones y fondos de pensiones de la banca, el país no ha podido cumplir ningún año los objetivos.
Las medidas de austeridad aplicadas por Passos Coelho le han valido, en cambio, un alto coste político y social, con dos sentencias del Tribunal Constitucional contra los presupuestos de 2012 y 2013, tres huelgas generales, cuatro mociones de censura y cientos de manifestaciones.
Las patronales se oponen también a muchos de los recortes y negocian con los sindicatos, contra la voluntad del Ejecutivo, subir el salario mínimo, congelado en 485 euros mensuales.
El líder conservador se ha convertido en el político peor valorado en las encuestas y hace un año que a su Partido Social Demócrata (PSD) le saca una creciente ventaja el Partido Socialista (PS), al que desalojó del poder en las elecciones anticipadas que siguieron al rescate.
Los democristianos, garantes de su mayoría absoluta en el Parlamento, han mostrado su descontento por algunas medidas de austeridad y en su propio partido le critican con dureza líderes muy influyentes.
El jefe del Estado de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, la figura más respetada en el PSD, se ha distanciado del primer ministro, pide atención a los problemas sociales y fue quien envío al Constitucional los últimos presupuestos.
En la oposición, que no deja de exigir su renuncia, ha perdido el consenso del PS con el programa del rescate, cuya 'profunda renegociación' pidieron los socialistas esta semana.
Passos Coelho, cuyo meteórico ascenso en el seno de su partido lo llevó en solo un año a la presidencia de la organización y a la del Gobierno, culpa al mal escenario económico internacional y al pobre desempeño de las exportaciones lusas de la falta de recuperación de la economía y el repetido empeoramiento de sus previsiones.
Como principal éxito destaca la vuelta de Portugal a los mercados financieros, donde los intereses de su deuda han caído a cerca del 6 por ciento, un tercio de lo que pagaba hace un año.
El mes pasado también celebró que una de las grandes agencias de calificación de riesgo cambió el pronóstico 'negativo', que todas mantienen sobre la economía lusa, y consideró 'estable' la nota de bono basura atribuida a Portugal poco después del rescate.
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