Los hombres de negro han aterrizado hoy en una asfixiada Grecia con la tijera apuntando a las pensiones y los salarios públicos. Los enviados de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) eran conscientes de que el Gobierno griego discrepa con su propuesta y aboga, en cambio, por ahorrar en la compra de armamento y en el gasto farmacéutico. Esta mañana se reunieron y las autoridades helenas han reconocido que se les ha hecho cuesta arriba convencer a sus acreedores extranjeros de que acepten su plan para ahorrar cerca de 12.000 millones de euros en los próximos dos años.
El tijeretazo es clave para desbloquear la entrega del siguiente tramo del rescate que el país necesita para no caer en la bancarrota. La esperanza de que Grecia pueda recibir una aprobación rápida a su plan de ahorro se frustró ayer, cuando los inspectores de la troika rechazaron parte de la iniciativa presentada por el Ejecutivo de Antonis Samaras. Pero en la segunda ronda de conversaciones de esta mañana, tampoco pareció haber muchos avances en el diálogo que sostuvieron el primer ministro griego y los inspectores de la misión de la troika.
'Es una discusión difícil', reconoció el ministro de Finanzas, Yannis Stournaras, en declaraciones a la prensa tras el encuentro. 'Estamos intentando convencerlos de la solidez de nuestras posiciones', agregó. Los funcionarios de la troika rechazaron algunas de las medidas propuestas para reducir los gastos del sector público y pidieron un plan más audaz para recortar el número de empleados públicos, según un alto funcionario griego. 'Ellos insisten en rechazar las medidas que hacen referencia a la reestructuración del Estado. Nosotros insistimos en que las acepten', aseguró el funcionario.
Reducir empleos públicos es un tema muy sensible en Grecia, donde la Constitución prohíbe el despido de funcionarios. Cualquier endurecimiento del plan de austeridad podría generar tensiones en el seno de la coalición de Gobierno. Los partidos aliados de Samaras ya han advertido a la troika, que llegó a pedir una jornada laboral de seis días a la semana, que no presionen para implementar más ajustes.
'Nuestros socios europeos deben darse cuenta de que el pueblo griego no puede soportar más', apuntó el líder de la izquierda moderada Fotis Kouvelis, tras reunirse con Samaras el domingo. En una muestra de la profundidad de los problemas económicos, la producción industrial cayó un 5% anual en julio y todos los datos apuntan a que la economía de Grecia se contraerá este año por quinto ejercicio consecutivo, lo que se convertiría en la peor recesión en el país heleno desde la posguerra.
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