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La victoria de Romney en Florida no zanja las primarias republicanas

El empeño de Newt Gingrich de permanecer en liza augura una contienda larga y costosa

ISABEL PIQUER

Pese a su victoria en Florida, Mitt Romney deberá seguir luchando. Las primarias sólo acaban de empezar. El mes de enero ha sido intenso, pero el empeño de Newt Gingrich de permanecer en liza augura una contienda larga y costosa.

En Florida, Romney esperaba no sólo ganar, sino ganar con un margen superior a su derrota en Carolina del Sur, el pasado día 23, en lo que fue un bache inesperado.

Los conservadores creen que ninguno de los aspirantes se retirará hasta abril

La carrera sigue. El sábado, Nevada, otro estado clave por ser uno de los epicentros del colapso inmobiliario y además contar con muchos hispanos (26% de la población), celebra sus caucus (asambleas populares). Pero febrero será menos intenso debido al bache en el calendario entre las primarias de Colorado, Minnesota, Misuri y Maine, entre el 7 y 11 de febrero, y las de Arizona y Michigan, el 28. Una pausa para recuperar fuerzas y afinar estrategias antes de otro momento importante, el 'supermartes' (6 de marzo) donde votan diez estados, entre ellos, Texas.

'Este año, con estos candidatos, la nominación no va a ser fácil y ordenada', decía a The Washington Post el jefe de los republicanos de Tennessee, John Ryder. 'Es poco probable que alguno abandone la contienda antes de abril. Tenemos carrera para otros dos meses'.

Los otros dos aspirantes, el tenaz y veterano congresista de Texas Ron Paul y el exsenador de Pensilvania Rick Santorum, cuya victoria en Iowa le ha dado una longevidad inesperada en estas primarias, han dicho que se quedarán hasta que agoten sus fondos.

Nevada será este sábado otro estado clave en la carrera hacia la nominación

Enero ha generado mucho debate, pero, en números, queda mucho por conseguir. Con Florida sólo se habrán atribuido 115 de los 2.288 delegados (algo más del 5%) que, a finales de agosto en Tampa, elegirán al candidato que compita con Barak Obama. En el caso de Florida, el ganador se llevará todos sus delegados (50, la mitad de lo habitual, porque el partido 'castigó' al estado por adelantar sus comicios) y solía ser así en el resto del país, pero una nueva norma permite ahora atribuir los delegados de forma proporcional.

Es una de las razones principales por las que Gingrich sigue en la brecha. El expresidente de la Cámara de Representantes podría acumular un número significativo de votos en estados del sur, como ocurrióen Carolina, donde el electorado es más conservador, y llegar a Tampa con un poder nada despreciable. 'Debemos encontrar una manera de consolidar el voto conservador', decía ayer Gingrich a la cadena Fox, 'y soy claramente el líder' en ese electorado.

Gingrich basa sus esperanzas en un precedente no tan lejano. Hace cuatro años, Obama y Hillary Clinton lucharon encarnizadamente y la que es ahora secretaria de Estado no se rindió hasta junio.

La posibilidad de una convención republicana dividida es todavía remota

La baza de Romney sigue siendo su 'elegibilidad' frente a Obama. Gingrich ha despertado el entusiasmo de los ultraconservadores que hace dos años otorgaron la victoria al Tea Party, pero muchos simpatizantes republicanos le encuentran excesivo. Florida, el estado más diverso y más poblado de la contienda hasta ahora, ha demostrado que Romney puede conseguir el voto latino conservador, aseguraba una reciente encuesta de la cadena NBC, y eso pese a oponerse rotundamente a medidas como el Dream Act, una norma promulgada por los demócratas que facilitaría la legalización de los sin papeles que pasaran por el Ejército o la universidad.

Romney también atrae a los votantes más adinerados, para quienes el hecho de que sea millonario no es problema. 'La elegibilidad es muy importante', decía recientemente el senador de Florida Mike Haridopolos. 'Los republicanos de este estado quieren a alguien que pueda ser presidente'.

La idea de una convención republicana dividida es una posibilidad remota. Los veteranos se acuerdan de la de 1996, cuando Patrick Buchanan no se rindió frente a Bob Dole hasta el último momento y sólo por un estado de diferencia. Dole perdió las presidenciales frente a Bill Clinton.

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