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La revolución está en manos del Ejército egipcio

Muchos jóvenes que promovieron la revuelta contra Mubarak temen que los militares no cumplirán los objetivos de democratización

 

ÓSCAR ABOU-KASSEM

El respeto que la mayoría de los egipcios sentía por su Ejército se transformó en amor durante la revolución que acabó con el régimen de Hosni Mubarak en febrero. El papel de los militares que desoyeron las peticiones del Gobierno para que aplastaran a los acampados en la plaza Tahrir fue fundamental para que prosperaran las protestas.

Pero el estancamiento en el que ha entrado la transición está decepcionando a muchos egipcios, especialmente a los jóvenes que lideraron las protestas. 'No se ve un progreso real y en algunas cosas estamos retrocediendo', dice Tarek Shalaby, un cairota de 26 años que instaló la primera tienda de campaña en Tahrir y a la que llamó Pensión Libertad.

'Estamos retrocediendo en algunas cosas', dice un activista cairota

'Algunos medios que eran críticos con el régimen anterior ahora sólo dicen cosas buenas del Ejército', afirma Shalaby, bloguero y asesor de redes sociales. A principios de mayo, Shalaby pasó una semana detenido por los militares tras participar en una protesta frente a la Embajada israelí en El Cairo. 'Ahora son los soldados los que hacen el trabajo de la antigua seguridad del Estado', dice Shalaby en conversación telefónica.

La sensación general es que Egipto se encamina al modelo turco de democracia tutelada por los militares. Fue la cúpula militar liderada por el mariscal Mohamed Tantawi la que designó la comisión encargada de redactar la reforma constitucional, a la que se opusieron los jóvenes que lideraron la revuelta, y que fue aprobada en referéndum.

Los militares están aplicando dos velocidades durante la transición. Una muy lenta en cuanto a los derechos civiles y otra muy rápida en el proceso electoral. Los partidos tradicionales o con estructuras ya formadas aunque no fueran legales, como los Hermanos Musulmanes, están encantados con la idea de celebrar elecciones parlamentarias en septiembre. Sin embargo, el movimiento juvenil, que se ganó una buena imagen ante los egipcios durante la revuelta, pide más tiempo.

Las elecciones llegan demasiado pronto para el nuevo movimiento

'Los jóvenes están organizando una plataforma política con intelectuales y las elecciones les van a llegar demasiado pronto', afirma Mohamed Elagati, director del Foro Árabe de Alternativas.

El proceso iniciado contra el clan Mubarak y su círculo más íntimo ha resumido las exigencias de los jóvenes que siguen manifestándose todos los viernes en Tahrir en tres puntos fundamentales: La salida de Tantawi del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, la implantación de un salario mínimo de 1.200 libras (unos 140 euros) y el fin de la censura.

Pese al impacto económico que la revuelta tuvo en febrero y marzo en el turismo (que supone el 11,5% del PIB), el país se está empezando a recuperar. Las reservas para verano sólo han caído un 22% y para el último trimestre del año esperan recuperar los niveles de 2010.

El escritor Alaa Aswany, autor de El edificio Yacobián, resumía una entrevista con The Guardian el sentimiento que ha quedado entre los que vivieron con intensidad aquellas tres semanas de invierno: 'La revolución fue un gran éxito. Implica que la gente haya estado dispuesta a morir por justicia y libertad. Cuando participas en ella, te conviertes en una persona mejor, estás listo para defender los derechos humanos'.

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