Yuli Andreev, responsable de descontaminar Chernóbil de 1986 a 1991, considera que la situación que se afronta en la central nuclear de Fukushima demuestra que 'no se han aprendido de los errores' del accidente en la antigua Unión Soviética. Para él, dejar en manos de los operarios de una compañía privada una emergencia como la de Fukushima es una temeridad, porque éstos carecen de preparación para enfrentarse a una catástrofe de semejante magnitud.
Andreev subraya que 'es necesario crear un grupo internacional especializado en este tipo de situaciones para aprender de otros desastres, como Three Mile Island (EEUU) o Chernóbil'. Además, explica que este cuerpo internacional debería contar con una estructura independiente de la industria nuclear y del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), ya que 'es muy cercano a los intereses de la industrial nuclear' al proceder la mayoría de sus expertos de empresas del sector.
El especialista apunta que el OIEA es 'muy débil' para tratar con un acontecimiento como el actual porque depende de la información que le proporcionen los estados miembros y del juego de la diplomacia. Andreev recalcó que ahora es el 'momento de presionar para obtener datos reales para evaluar lo que pasa' y que no es tiempo para la diplomacia sino para actuar.
'Aunque parezca extraño, la industria atómica no está interesada en aprender las lecciones de las catástrofes nucleares. Porque cualquier mención sobre una catástrofe hace que caiga en picado la imagen pública de la energía atómica. Por eso tratan de ocultar cualquier mención a un escenario catastrófico', afirmó.
El experto declaró que en la planta atómica ucraniana de Chernóbil 'se vivió la misma situación': los operarios carecían de formación y tuvo que ser el Ejército soviético el que crease una unidad científica para gestionar el efecto del accidente nuclear. De esa experiencia nació Spetsatom, entidad creada para efectuar trabajos de reparación en emergencias y para preparar a personal que deba trabajar en condiciones de radiación muy elevada. Esta unidad, de la que fue director, dejó de existir cuando se desmoronó la URSS en 1991, año en el que Andreev emigró a Austria, donde trabaja como profesor en la Universidad de Viena y ha actuado también como asesor del Ministerio de Medio Ambiente en cuestiones de seguridad nuclear.
'Después del accidente de Chernóbil, le dije al entonces director del OIEA, a Hans Blix, que era necesario crear una organización cuya función fuera tratar con accidentes', pero no lo tuvo en cuenta, sostuvo.
Considera que lo más probable es que se produzca algún tipo de fuga radiactiva 'no muy poderosa' durante días o semanas, hasta que se estabilice la situación. A su juicio, no se llegará a un escenario devastador de una fusión y reacción en cadena.
Andreev apuntó que 'si hubiera una fuga significativa, las tareas de descontaminación serían muy complicadas, porque es un área muy densamente poblada' y agregó que la zona más cercana a la central sería muy difícil de recuperar.
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