Sólo un milagro podrá salvar el proceso de paz entre israelíes y palestinos tras el fracaso del enviado del presidente estadounidense, Barack Obama, para Oriente Próximo, George Mitchell, quien debía convencer a las dos partes de que reanudasen sus negociaciones, interrumpidas desde principios de año.
Para el presidente norteamericano sería el mayor revés diplomático en esta zona, y una manifestación de debilidad a ojos de los palestinos y del mundo árabe por no presionar lo suficiente a Israel, que cuenta en Washington con su principal aliado en el mundo.
La misión de Mitchell consistía en conseguir que el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abás, accediesen a participar con Obama en una cumbre en Nueva York durante la Asamblea General de la ONU en la que los tres proclamarían la reanudación de las negociaciones de paz.
La misión de Mitchell 'concluyó sin que se haya alcanzado un acuerdo', declaró el jefe de los negociadores de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Saeb Erekat, en Ramalah.
Netanyahu y Abás se mantuvieron en sus trece desde que Mitchell llegó a principios de esta semana para allanar los obstáculos con vistas a la conferencia prevista para el próximo miércoles 23, cuando Obama coincida con ellos en la sede de la ONU.
El Gobierno de Israel se opone por principio a cesar la construcción y expansión de los asentamientos judíos de Cisjordania ocupada, territorio en el que la ANP debería establecer un Estado palestino independiente.
Netanyahu: 'No acepto las condiciones de los palestinos'
El viernes, según fuentes del Gobierno israelí, Mitchell y Netanyahu analizaron las posibilidades de detener la construcción durante 'unos meses más' de los seis a que estaba dispuesto el primer ministro hebreo, con quien volvió a reunirse el enviado de Obama antes de regresar a su país.
'No acepto las condiciones de los palestinos', afirmó a la televisión Netanyahu, dispuesto a participar en la conferencia pero 'sin condiciones'.
Los palestinos dijo Erekat exigen el cese 'total' de la edificación en los asentamientos, y también en las zonas árabes de Jerusalén, que Israel se anexionó tras la Guerra de los Seis Días de junio de 1967.
Para Netanyahu, amenazado por sus socios de la extrema derecha con la desintegración de su coalición si cediera a las exigencias palestinas (que comparten EEUU y la Unión Europea), Jerusalén es la 'capital indivisible' de Israel.
Otra exigencia de Netan-yahu es que Abás 'reconozca a Israel como el Estado de la nación judía, pues esta es la raíz de nuestro conflicto'.
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