'Llegaron 500 paramilitares a la aldea, que se halla en territorio de la guerrilla. Mataron a muchachas, chicos, hombres y mujeres. No se nos permitió recogerlos y los perros se comieron los cadáveres. Ahorcaron a algunos niños y mutilaron sus órganos sexuales. Violaron a muchas mujeres'.
'Un grupo de hombres armados nos echó abajo la puerta de casa mientras dormíamos. Ataron a mi padre a una silla. Me abrieron de piernas y me ataron una pierna a un armario y otra a la cama. Nos violaron a mi hermana y a mí'.
Son dos de los brutales testimonios recogidos en un informe, publicado ayer, de la organización Intermón-Oxfam, que denuncia cómo todos los grupos armados del conflicto colombiano utilizan la violencia sexual como un arma de guerra con total impunidad.
'El Gobierno colombiano ha negado y silenciado este delito', dijo la investigadora Paula San Pedro, autora del informe.
'La persistente ocultación y negación de este delito por parte del Estado ha permitido perpetuar un entorno de impunidad en el que este tipo de delitos ni se investigan ni enjuician, ni se castigan a los responsables', señala el informe.
El documento resalta cómo, lejos de ser esporádica, la violencia sexual es una práctica 'sistemática y generalizada' que ha pasado a formar parte del conflicto armado.
San Pedro explicó cómo 'las mujeres son un blanco en el conflicto y son violadas para causar el terror en las comunidades, provocar la huida de la población y conseguir objetivos estratégicos y militares', uno de los factores que define en el derecho penal el uso de la violencia sexual como arma de guerra.
'Todos los grupos armados cometen estos abusos: paramilitares, Ejército y guerrilla', señaló por su parte la directora de Estudios de la ONG, Irene Milleiro. Pero la falta de visibilidad y la impunidad han normalizado la práctica, condenando a miles de víctimas al olvido. La invisibilidad es tal, subraya Intermón, que no es posible decir cuántas mujeres han sufrido alguna modalidad de violencia sexual en cinco décadas de conflicto armado. No hay cifras oficiales al respecto.
La periodista colombiana Jibeth Bedoya, que fue secuestrada y agredida sexualmente hace nueve años, citó estimaciones de varios estudios que cifran entre 12.000 y 14.000 el número de mujeres víctimas de violencia sexual en los últimos diez años en el marco del conflicto.
'Sólo hay 20 casos denunciados por las víctimas ante la Fiscalía. La desproporción es devastadora', dijo Bedoya.
A falta de avances por parte de la justicia colombiana para juzgar las violaciones de guerra, pronto será posible recurrir a la Corte Penal Internacional (CPI). Colombia firmó una moratoria de siete años cuando firmó el Estatuto de Roma que creó el tribunal. 'Esa moratoria, no renovable, termina el próximo noviembre y a partir de ahí la CPI podrá investigar los crímenes de guerra que en adelante se comentan en Colombia', señaló Milleiro.
'Tengo esperanza de que esto se mueva en la CPI', agregó Bedoya, víctima ella misma de la impunidad. En 10 años de investigación de su agresión, ninguna persona ha sido llamada a declarar, ni siquiera como testigo.
Jineth Bedoya, periodista víctima de violencia
1 -¿Por qué no hay apenas denuncias?
Por un lado, hay un temor generalizado de las víctimas a asumir lo que ha ocurrido. Pero también está el temor al agresor. La mayoría de las víctimas viven o se mueven cerca de su victimario. Hay miedo a represalias. Luego está la falta de garantías de justicia por parte del Estado. Si las hubiera, aunque fuera un caso emblemático en el que un agresor ha sido procesado, eso ayudaría a denunciar. Pero no las hay, y además ves que al Gobierno no le interesa poner el delito a la luz pública.
2-¿De qué manera invisibiliza el Gobierno este fenómeno?
Mediante la omisión. Al hablar de paramilitares o guerrilleros, hablan de secuestro y homicidio, pero no mencionan las violaciones. El razonamiento es: 'Como no te mataron, estás bien. Sobreviviste'. Es como si te hubieran dado una paliza. No se da relevancia al delito. Por otro lado, la violencia sexual está ligada al conflicto armado y el Gobierno niega que haya un conflicto.
3-De hecho, no hay cifras sobre violencia sexual.
En 50 años de conflicto, el Gobierno no se ha preocupado de averiguar qué pasa con las mujeres. Sólo se analiza la violación en caso de muerte.
4-¿Cuentan las víctimas con algún tipo de apoyo oficial?
Nada. No hay ni una entidad que ofrezca asesoría legal o psicológica. Sólo hay lo que las ONG puedan hacer.
5-¿Qué pide a España o la UE?
Se puede apoyar la creación de una unidad en la Fiscalía que se ocupe de violencia sexual. Y se puede presionar y exigir al Gobierno colombiano que contemple el abuso sexual como un arma de guerra, no como una agresión doméstica.
6-¿Qué le ha llevado a hablar?
Durante años callé y me refugié en el periodismo. Pensé que el contar historias de otros me ayudaría a exorcizar mis fantasmas. Ahora he decidido contar la mía, reconocerme como víctima, para dejar de llorar, para poder cerrar un ciclo.
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