No consentiremos que haya inmigrantes clandestinos que pululen por el barrio, los denunciaremos inmediatamente', asegura a Público Augusto Caratelli, presidente del Comité de Defensa Roma Caput Mundi. 'Ninguna asociación de voluntarios tiene derecho a denunciar a los sin papeles, para ello está la Policía', replica Alfredo Tavernese, presidente de los City Angels en Italia. Ambos representan a dos de las principales asociaciones ciudadanas que con sus rondas de vigilancia por las calles pretenden suplir presuntas lagunas en la labor policial.
El Gobierno de Silvio Berlusconi, a través del ministro de la Liga Norte, Roberto Maroni, ha aprobado un decreto para promover y a la vez poner orden en estas asociaciones que proliferan especialmente en el norte de Italia. Está por ver la eficacia de la norma.
En primer lugar, los camisas verdes de la Guardia Padana, ligadas al partido de Maroni, van a tener que desaparecer. Maroni los ha sacrificado para evitar tener que legalizar a su vez a rondas ultraderechistas, como la Guardia Nacional, que pretendían patrullar con uniformes profascistas y pronazis. Por otra parte, muchas patrullas ciudadanas se forman espontáneamente a raíz de algún delito impactante y desaparecen en pocos días. Y además, entidades como los City Angels o los Caput Mundi no se reconocen en el decreto y confían en poderlo esquivar.
Caratelli dice que los Caput Mundi no suelen salir a patrullar en grupo por la noche, sino que han tejido una red de vigilancia 'gracias a 250 voluntarios y 1.000 simpatizantes que, desde la ventana de sus casas o mediante paseos fijos, cotidianos vigilan cualquier movimiento sospechoso; es como si tuviéramos telecámaras en cada calle'. Para ello, no necesita permiso de ningún decreto, afirma, porque denunciar posibles ilegalidades 'es un deber de todo ciudadano'. Se oponen a endosar el chaleco fosforescente previsto en el decreto 'porque, si un anciano va a vigilar una escuela donde se reparte droga, es peligroso para él que se lo reconozca'.
Una filosofía opuesta es la de los City Angels, formada por 450 voluntarios que desde 1994 patrullan en 18 ciudades distintas equipados con una boina azul. inspirada en los cascos azules de la ONU. y camiseta roja.
La responsable de la ciudad de Bolonia, Sonia Piccolo, una trabajadora de supermercado de 40 años, explica que se mueven en grupos de tres por la mañana o de seis por la noche. Circulan por las 'zonas calientes' como puertos o estaciones de tren. 'Cada ciudadano que nos ve sabe que no miraremos a otro lado si le pasa algo', asegura. Pero Tavernese insiste que su principal labor es 'ayudar a la gente', con lo que, si Maroni trata de aplicarles el decreto, se defenderán afirmando que se dedican al voluntariado social.
'Asistimos a toxicómanos, llevamos mantas a los sin techo, ayudamos a ancianos a llevar la compra y a bajar escaleras, y les acompañamos cuando han salido a cobrar la pensión para evitar robos', aclara Ivano Bernini, coordinador de Génova, un jubilado ex transportista de 62 años.
Los Caput Mundi, en cambio, nacieron en 1998 cuando en el barrio del Esquilino, en el centro de Roma, empezaron a multiplicarse las tiendas regentadas por la comunidad china. 'En lo que es el triángulo de la cristiandad surgió una Chinatown que crecía sin reglas', cuenta Caratelli, consejero municipal, ex candidato de la Lista de la Derecha y ahora próximo al partido de Berlusconi. 'Denunciamos a 350, y acreditamos que 80 no cumplían la ley'.
Hace dos años formaron la red de vigilancia del barrio que, según Caratelli, si vigila a los inmigrantes, es porque son la principal fuente de delincuencia en el barrio. Massimiliano Borgia, abogado de 30 años, se encarga de observar lo que pasa, sobretodo en la zona del mercado, 'como uno de cada dos vecinos en mi calle'. La florista de 48 años Antonella di Angelis se encara con las personas que hacen sus necesidades en plena calle.
Fabrizio Lastei, consultor financiero de 45 años y miembro de Militia Christi, dice que su razón de ser es constituirse 'en alternativa católica' a 'las fuerzas de izquierda y filomasónicas que quieren construir un modelo laicista'. Se aplica con celo a asegurarse de que no se construye una nueva mezquita 'al lado de la histórica iglesia de San Vito, lo que es una provocación', y se queja de las manifestaciones religiosas distintas a la católica que se desarrollan al aire libre en lenguas distintas al italiano o en días señalados del calendario cristiano.
Todos coinciden en que no quieren que el barrio sea 'ningún laboratorio multiétnico', porque 'la integración de los inmigrantes debe ser sostenible', y no tienen ningún reparo en señalar a inmigrantes clandestinos. Bien al contrario, celebran la nueva ley de Berlusconi que endurece su persecución. Ellos avisan a la Policía cuando descubren un piso-patera o una concentración de inmigrantes 'que molestan a la gente' por la noche.
'Si nosotros no nos hubiéramos encargado de vigilar', dicen, el barrio podría haber vivido un estallido social; 'una ola de violencia'. En cambio ahora, aseguran, los delitos se han reducido en un 35%. Entre sus logros, cuenta Alessandro Vallochia, está haber denunciado diez establecimientos de prostitución y 18 casinos ilegales, además de señalar a 'clandestinos', falsificadores y distribuidores de droga.
Sonia Piccolo, de los City Angels, cree que, con el nuevo decreto Maroni, se corre el riesgo de que proliferen no sólo las asociaciones que denuncian a personas sin documentos en regla, sino también que se dé cabida a rondas o a personas que además, pretendan hacerles daño, maltratarlos. En los últimos dos años, ella ha tenido que sacudirse de encima a 'cuatro o cinco voluntarios' que querían enrolarse en los City Angels 'porque pensaban que nosotros salimos a por los sin papeles'. Pero estos mismos individuos acabaron por dar media vuelta, sin llegar a patrullar, 'cuando comprendieron que no somos Rambo ni vamos a pegar a la gente'.
Bien al contrario, después de un curso de formación en psicología, primeros auxilios y ordenamiento jurídico, los City Angeles se quedan 'con los voluntarios de buen corazón', afirma. En este movimiento hay un 40% de mujeres y un 30% de inmigrantes, según Tavernese.
Piccolo explica que en su grupo hay un camerunés y una bielorrusa y nunca les ha preguntado cuánto llevan en Italia. Tampoco se lo pregunta a las personas que acuden a ella durante sus salidas. Como subraya Tavernese: 'Nosotros asistimos a todas las personas que necesitan ayuda, no les preguntamos si tienen papeles o no. Y lo haremos siempre, porque forma parte de las reglas del civismo. Es cierto que algunos delinquen, pero creo que cuando emigran tienen el mismo objetivo que los italianos que fueron a América, iniciar una vida nueva. Cambian los tiempos, pero no las esperanzas de las personas'.
El decreto ha abierto ahora la mano a nuevos grupos. Está por ver si imitan a los más veteranos, los City Angels, o se inclinan por el tradicionalismo de los Caput Mundi. No tienen nada que ver uno con el otro, pero ambos creen que son 'un modelo paratoda Italia'.
Uno de los riesgos de legalizar las patrullas privadas de ciudadanos se pudo comprobar el pasado 28 de julio cuando una ronda de ultraderecha se enfrentó a otra procomunista en la ciudad de Massa, en la Toscana. El grupo Ronda Proletaria Antifascista se encaró con la patrulla SSS, sigla pronazi de la patrulla derechista Socorro Social y Seguridad. La Policía intervino y hubo varios agentes heridos. La batalla se saldó con dos arrestos y el retraso de dos horas en la línea ferroviaria Génova-Pisa, pues el escenario de la batalla llegó hasta las vías de tren. El incidente, según testigos, se desencadenó cuando las SSS se presentaron haciendo el saludo fascista romano en una fiesta de izquierdas en la que participaba la Ronda Proletaria.
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