Bolos. Es la palabra de moda en La Habana. Los bolos son los rusos. 'Es despectivo y cariñoso a la vez', razona José Miguel Sánchez, Yoss, escritor cubano de ciencia-ficción y experto rastreador de las huellas soviéticas en Cuba. 'Los llamábamos bolos por el estilo de sus productos, toscos, rudos, pero muy duraderos'.
La vida cotidiana de los cubanos durante las décadas soviéticas se saturó de productos rusos. Algunos sobreviven hasta hoy. Los Ladas y losMoskhovis continúan chirriando. Y más: motocicletas Ural, camiones Gaz y Kamaz, radios Selena, relojes Poljot y Raketa, despertadores Slava. 'Y siempre nos quedarán los ventiladores Orbita, absolutamente irrompibles', bromea el poeta Andrés Mir, nacido en Moscú hace 42 años.
¿Qué queda entonces de la época soviética? 'Recuerdos, ya sean buenos o malos', responde Yoss. 'Nostalgia o añoranza, porque los ochenta fueron muy buenos, los mejores de la Revolución, tanto económica como culturalmente', sostiene Betancourt, coautor del documental 9.550, los kilómetros que separan Moscú de La Habana. 'Aquello se conocía como la bonanza del barco ruso', recalca Zoe GarcíaMiranda, directora del documental Todo tiempo pasado... ¿fue mejor?. 'Llegaban a la vez tres barcos cargados. No sabían dónde dejar tantas cosas'.
Y hay más: nombres. Desde Gorki Aguila, el líder de Porno para Ricardo, hasta la poetisa Polina Martínez, pasando por el disidente Vladimiro Roca y por decenas de Andreis,Dimitris, Lenin o Natashas. Y los símbolos. El primero, la propia Embajada rusa, situada en la 5ta. avenida, 'como un Excálibur clavado en el corazón de Cuba. De niños pensábamos que era un robot y que si atacaban Cuba se levantaría como un Mazinger', fantasea Yoss.
Incluso los iconos sexuales: 'Alexei Batalov, protagonista de Moscú no cree en lágrimas, era el símbolo para las chicas de mi generación. ¿Marlon Brando? No le conocían', asegura Del Llano.También permanecen el Barrio y la Playita de los Rusos, situados en Alamar, ciudad dormitorio de estilo soviético. Y la tienda de los rusos regentada por la Embajada del Vedado, repleta de cerveza Báltica y caviar rojo.
Una de las huellas más profundas son los muñequitos rusos (dibujos animados). 'Tenemos poco que ver con los eslavos. Pero nos inculcaron valores utópicos y melancólicos. Y los fuimos incorporando a nuestra vida'.
Incluso los rebeldes de Porno para Ricardo compusieron una canción homenaje a Los músicos de Bremen, otro de los dibujos. Cantada en ruso, dice algo así como 'nuestra vocación noble y sincera de hacer feliz a la buena gente'.
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