Fidel va a su astrólogo y le pregunta: ¿Qué día moriré? Comandante, le responde, morirá un dia de fiesta nacional.

El humor, en Cuba, es así de contundente. Terapia-medicina, carcajada-rito. Mientras el mundo especula sobre la salud de Fidel Castro, los cubanos apenas se inmutan. Callan, observan. Y, sobre todo, ríen. Los chistes que circulan por la isla, hace años que ironizan sobre la muerte del Comandante en jefe. 'Se hace humor de todo. Fidel, puede vivir cinco años. Aquí nadie sabe nada de los rumores. Pero contamos chistes', afirmaba por teléfono desde La Habana, un músico que prefiere no revelar su nombre.

En uno de los chistes más famosos, Castro se ha muerto y su cuerpo está en exposición. Los visitantes hacen cola para presentarle sus respetos. Encabeza la fila Felipe Pérez Roque, el ministro de Exteriores. Felipito, como se le conoce, se detiene ante el ataúd de Castro e inclina la cabeza. Mientras Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional cubana, espera su turno. Pasan los minutos, Alarcón se impacienta, da un toque en el hombro a Pérez Roque y murmura: 'Felipito, ¿a qué esperas? Está muerto, lo sabes, ¿no?'. Pérez Roque responde susurrando: 'Yo sé que está muerto. Sólo que todavía no sé cómo voy a decírselo a él'.

El entierro de Fidel, chistificado por los críticos, tiene un toque macabro festivo. '¿Cuál seria el mejor lugar para enterrar a Fidel?', pregunta la maestra a sus alumnos. 'En la Plaza Roja, junto a Lenin', dice Robertico. 'En el Santo Sepulcro', junto a Cristo, dice Juanito. ' No, no. Por si resucita al tercer día!', gritan.

Sin embargo, el cariño predomina en los castrochistes. Cariño e incluso admiración. Buena prueba de ello es la broma en la que Fidel no acepta una tortuga porque 'vive 100 años, uno les coge cariño y luego se mueren'.

Desde Cuba con amor/humor. ¿Podría ser de otra forma en un país donde los gatos, en los chistes, maullan Miaaami Miaaami?.