'Mike ven con nosotros, Karen a qué esperas'. Griterío generalizado en la cancha de baloncesto de la escuela Brody. Los 463 participantes de este caucus demócrata en un barrio residencial del suroeste de Des Moines, se han agrupado por candidatos y llaman a los indecisos para completar sus filas.
Los partidarios de Clinton se han adueñado de las gradas mientras que los de Obama y Edwards han apostado por dos esquinas opuestas. El grupo del ex gobernador de Nuevo México, Bill Richardson se siente un poco vulnerable en el centro, junto con los seguidores de otros dos candidatos, los ex senadores Joe Biden y Chris Dodd.
La votación empieza con media hora de retraso. Ha venido tanta gente que hay que trasladarse desde el auditorio al gimnasio.
En todo el estado, 240.0000 demócratas, casi el doble que en 2004, y 114.000 republicanos participaron ayer en uno de los procesos más peculiares de EEUU.
Las puertas se cierran a las siete y cuarto de la noche. Cada uno de los asistentes ocupa su lugar, cerca de las pancartas con los nombres del candidato que apoya.
Entonces se cuenta el número de cada grupo. Hace falta reunir un mínimo del 15% de los presentes para ser un grupo viable (en este caso 70 personas).
Los partidarios de candidatos que no logran sumar los 70 deben decantarse por otro contendiente.
Los partidarios de Richardson y Dodd ven enseguida que no dan la talla. Y entonces empieza el caos. Más que un debate es un concurso de voces entre vecinos.
Aquello parece un partido de baloncesto entre los que gritan 'Hillary, Hillary' y los que proclaman 'Obama, Obama'. Los partidarios de los dos candidatos que no han superado el listón de los 70 se dividen a partes iguales entre los principales contendientes. Todos habían pensado antes en una segunda opción.
De pronto hubo un momento de tensión. El grupo del senador Biden lleva mal las cuentas. Pensaban ser 70 y resulta que se quedan en 69. Les falta sólo uno para evitar disolverse, pero no consiguen persuadir a nadie más. Están rodeados por los fieles de Hillary que les gritan, enarbolando pancartas azules. Y así durante una hora hasta que salen las cuentas y quedan tres grupos. Algunos se cansan y deciden irse.
Al final gana Obama con 173 votos sobre Clinton (172) y Edwards (105). Richard Berry, uno de los participantes, reflexiona 'No sé si esto es un ejemplo de la democracia americana o un completo desastre, pero por lo menos es divertido'
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