La entrada al edificio estaba protegida. El hombre que había recibido la misión de hacerse estallar en el interior tuvo que activar antes los explosivos. Una mujer murió en la explosión y otras cuatro personas quedaron heridas. Lo que diferencia este suceso de otros muchos atentados que se producen cada día en Irak es que el objetivo del ataque no era una comisaría ni un puesto militar estadounidense, sino la sede del grupo insurgente Brigadas 1920 en la localidad de Muqdadiyah.
Fue un capítulo más de uno de los acontecimientos más inesperados de la guerra de Irak: el enfrentamiento a muerte entre Al Qaeda y los principales grupos de la insurgencia suní. Después de acosar durante cuatro años a las tropas de EEUU, estos grupos han volcado sus esfuerzos en los últimos meses en deshacerse de los yihadistas que han seguido el mensaje de Osama bin Laden.
La provincia de Anbar, bastión de la insurgencia, ya no es un sangriento campo de batalla. Las tribus suníes han puesto en marcha una alianza de conveniencia con el Ejército norteamericano, cuyo futuro es aún difícil de determinar. No renuncian a las armas ni aceptan la autoridad del Gobierno iraquí, dominado por los partidos chiíes.
Su mayor enemigo ahora es Al Qaeda y a esa lucha dedican la mayor parte de los esfuerzos.El giro de los acontecimientos ha hecho que algunos mandos militares de Estados Unidos sientan la tentación de cantar victoria. Sostienen que Al Qaeda está a punto de ser derrotada. Enarbolan las cifras oficiales para argumentar que la violencia ha descendido claramente en el país. Lo único que no se atreven a decir es que la victoria está cerca. Sus actuales aliados podrían volverse en su contra en cualquier momento.
Menos muertos
Algunos datos confirman el descenso de la violencia. En el recientemente concluido mes de Ramadán, la violencia descendió un 40% comparada con el mismo periodo en 2006. Mientras el año pasado -el peor desde la invasión del país-, Irak registraba una media de 55 muertes al día por la violencia sectaria, en 2007 el registro se sitúa en 36.
Las cifras indican que se ha vuelto al número de muertes de 2005 cuando los enfrentamientos entre suníes y chiíes comenzaron una dinámica imparable. Un año después, lo peor de esa carnicería parece haber pasado.
Esto se explica por el éxito que han tenido la limpieza étnica en muchos barrios y ciudades de todo el país. Simplemente ya no quedan rivales a los que matar o expulsar de sus hogares.La mayoría de los barrios de Bagdad que hace dos años eran mixtos ahora son dominados en su práctica totalidad por chiíes o suníes. Actualmente, los chiíes controlan el 75% de la capital, acabando así con la histórica mayoría suní.
El avance de los chiíes ha provocado que los líderes suníes busquen un frente común para evitar ser eliminados en las zonas mixtas del país. El vicepresidente iraquí, el suní Tareq Al Hashemi, está intentado llevar a los grupos insurgentes al campo político. Al Hashemi considera que si los suníes no se unen políticamente, la mayoría chií acabará con ellos tras la futura retirada estadounidense.
Ahora que los principales grupos insurgentes se han hartado de los métodos de Al Qaeda en Irak, parece un buen momento para atraerlos por el camino de la unidad política. Los insurgentes y los seguidores de Bin Laden han acabado a tiros por la intransigencia de los segundos. Los tradicionalmente conservadores grupos suníes de Anbar se han visto superados en extremismo por los representantes de Al Qaeda en Irak.
En su último mensaje, Bin Laden pidió a sus hombres en Irak unidad de acción y anteponer la lucha contra EEUU al resto de problemas.Para su enfrentamiento con Al Qaeda, la insurgencia suní encontró el mejor de los patrocinadores. EEUU ha puesto a su disposición armas, munición, dinero y gasolina.
El Ejército estadounidense ha perdido la confianza en las Fuerzas de Seguridad iraquíes, controladas por los chiíes y sospechosas de haber nutrido las filas de los escuadrones de la muerte protagonistas de la limpieza étnica contra los suníes. El general John Campbell, número dos de las tropas estadounidenses en Bagdad, ha denunciado recientemente la política del Ministerio del Interior iraquí, controlado por los chiíes.
Hasta hace siete meses, Campbell sólo recibía informes de las Fuerzas de Seguridad iraquíes con objetivos suníes, ninguno chií. 'Estaba harto. Tras protestar comencé a recibir listas más equilibradas entre objetivos suníes y chiíes', declaró a Los Angeles Times.
Incremento de tropas
Para cambiar la dinámica de violencia sectaria, Estados Unidos decidió a principios de este año incrementar su presencia de tropas en Irak. Está escalada militar (surge) pretendía que mejorara la situación sobre el terreno con un doble objetivo: político y militar.
En el plano político pensaron que con menos matanzas y coches bomba los dirigentes locales tendrían unas mejores condiciones para sentarse a negociar sin la presión externa de la violencia sectaria.
El fracaso político ha sido notable. Los partidos chiíes, suníes y kurdos no han logrado aprobar algunas de las leyes más necesarias.Un ejemplo es la ley del petróleo que debía repartir entre las diferentes comunidades los beneficios generados por su explotación. No han conseguido un acuerdo que satisfaga a todos, algo difícil ya que en las zonas en las que los suníes son mayoría no hay grandes reservas.
En el plano militar, las cosas han ido algo mejor, sobre todo tras los acuerdos con los suníes de Anbar.La incipiente alianza suní contrasta con los problemas internos de los chiíes. Estos, que siempre habían mostrado una unidad de acción superior a los suníes, llevan unos meses de luchas de poder en sus tradicionales feudos del sur, sobre todo en Basora.
Los enfrentamientos, que han dejado unos 200 muertos, llevaron a su líder espiritual, el gran ayatolá Ali al Sistani, a realizar un llamamiento de unidad a las diferentes facciones chiíes. Anteriores mensajes de Sistani ya fueron ignorados.Los principales líderes chíies llegaron a un acuerdo a principios de octubre para tratar de frenar el derramamiento de sangre entre sus milicias.
El clérigo Muqtada al Sáder, muy popular entre las clases chiíes más desfavorecidas, declaró en agosto la suspensión de actividades del Ejército del Mahdi, el grupo armado de su formación política. Pero casi inmediatamente después se produjeron enfrentamientos en Basora y Kerbala, ciudad santa chií, que dejaron más de 50 muertos.
La lucha de poder en el lado chií la protagonizan el Ejército del Mahdi y la Brigada Báder, que es la milicia de la Asamblea Suprema de la Revolución Islámica en Irak, el principal partido chií en el Parlamento. Muqtada al Sáder y el líder de la coalición chií, Abdul Aziz al-Hakim acordaron promover 'un espíritu de buena voluntad' en todo el país.
Malversación
Los habitantes de Bagdad, no así los de otras zonas, no aprecian ninguna mejora en su vida cotidiana. La falta de luz tiene efectos insoportables. En septiembre, tenían una media de siete horas diarias de suministro.La prometida reconstrucción de Irak no termina de arrancar. Un informe presentado por una auditoría del Congreso de EEUU determinó en julio que la corrupción y la malversación de fondos han supuesto 'una segunda insurgencia'.
El informe muestra como se han desaprovechado los 44.000 millones de dólares invertidos por la Administración estadounidense para la reconstrucción desde la invasión en 2003.'Hay un gran problema de contrabando de petróleo', dijo Suart Bowen, jefe de la auditoría. Los oleoductos desde las explotaciones del sur hacia el norte son objetivo habitual de los actos de sabotaje de la insurgencia por lo que el transporte se tiene que hacer por carretera. 'Allí son vulnerables a los contrabandistas', añadió Bowen.
'Hasta que no se aplique una legislación sobre la explotación de los recursos, será difícil que Irak pueda atraer los miles de millones de dólares que necesita para modernizar el sector petrolífero', explica Bowen.
Las cifras sobre la violencia pueden ser vendidas con optimismo desde Washington, pero la realidad es otra. Ante la falta de voluntarios, el Departamento de Estado se ha visto obligada a ordenar el traslado forzoso de 48 diplomáticos a su futura y gigantesca embajada de Bagdad. El diplomático Jack Croddy resumió el sentimiento entre los afectados: 'Básicamente se trata de una sentencia de muerte en potencia'. El Departamento de Estado les ofrece ventajas fiscales y una suculenta pensión. La situación no ha mejorado tanto como para que la oferta resulte atractiva.
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