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¿Es la generación ‘boomer’ la más nostálgica?

La nostalgia es el único paraíso del que no podemos ser expulsados. El problema es que, como el resto de los paraísos que hemos inventado a la largo de la historia, este también es nutrido por el mito alentado por el miedo al futuro, la desesperada búsqueda de un lugar confortable (y familiar) en el que protegernos de la incertidumbre y por la memoria que manipula la realidad para idealizarla, para idealizarnos.

Dice la escritora Heather Havrilesky que tal vez los baby boomers pertenezcan a la generación que más se mitifica a sí misma. Tal vez. A continuación, reflexionamos sobre los peligros de la nostalgia y la agresiva guerra cultural intergeneracional en la que las diversas facciones que luchan por imponer sus valores (y su mitomanía) parecen obviar que este diálogo más o menos belicoso lleva enriqueciendo a la sociedad humana desde siempre. 

La nostalgia ‘boomer’, una torre de marfil para atrincherarse del porvenir 

Hombre con sudadera (midorexia)
Hombre mayor con sudadera y capucha/Foto: Unsplash

Hay que ser muy valiente para dudar de tus valores, esos que cimentan nuestras torres de marfil desde las que pretendemos mirar al mundo con suficiencia. Pero todo cimiento intelectual se resquebraja si no se confronta con los del alumno, con los del maestro, con los del vecino, con los del enemigo.  

La soberbia con la que algunos grandes intelectuales despachan temas más o menos candentes y relevantes como quien sella cartas en Correos es la antítesis de la sabiduría, del conocimiento, un proceso que no termina nunca, plagado de recogidas de cable, como dicen ahora. Pero no hay nada más satisfactorio, intelectualmente hablando, que saber equivocarse, y aprender del error. Cuando lo asumes, te sientes más sabio. Más libre, libre del peso de la ignorancia. 

Porque no se “aprende nada” del acierto intelectual. Al contrario, cuando tienes la certeza sobre una verdad intelectual, nuestra responsabilidad es difundirla, y que otros aprendan. Si quieren, por supuesto, no a punta de pistola. Pero, al fin y al cabo, pocas verdades son incontrovertibles.  

Así pues, a todas las generaciones les cuesta admitir el error, porque admitir una equivocación puede verse como un torpedo directo el ego que es el gran enemigo del progreso (intelectual). ¿Es la generación boomer la que presume de tenerla más grande (la sabiduría), la que considera su memoria más fiable? 

Porque, para ser justos, debemos replantear la frase con la que iniciábamos este texto sustituyendo nostalgia por memoria: así la dijo el escritor Jean Paul Richter y así la cita el psiquiatra Cecilio Paniagua en esta fantástica aproximación a la psicología de la nostalgia

Ya lo dice Paniagua, para comprender la psicología de la nostalgia hay que tener siempre en cuenta que la ecuación “recuerdo = reproducción de la realidad objetiva” es una falacia. Y es que “todos necesitamos conservar o crear cimientos positivos en los que basar las representaciones buenas de nosotros mismos (…) contribuyendo decisivamente a que no vivamos neuróticamente inhibidos ni atemorizados entre nuestros semejantes”. 

'OK, boomer' en un móvil - Fuente: Pexels
‘OK, boomer’ en un móvil – Fuente: Pexels

Y muchos boomers viven más que atemorizados, ocultando su temor con suficiencia, soberbia y algún que otro puchero. Pero, por dentro, como todos, al fin y al cabo, están como flanes ante un porvenir que se muestra extraordinariamente difuso. ¿Qué será de nuestros nietos?, se preguntan.  

Pues tendrán que arreglárselas, como os las arreglasteis vosotros; lo hagan mejor o peor, algo que tendrán que hacer, y algo harán, sin duda. Pero cuanto menos orgullo y mitomanía configure su actitud hacia el presente y hacía las generaciones que los preceden más garantías tendrán de afrontar el futuro con éxito.

Y, por ahí, también vamos mal, porque muchos jóvenes responden al orgullo boomer con más orgullo, a ver quién lo tiene más grande (el orgullo). Y lo que podría ser enriquecedor puede terminar siendo soporífero. ¿Queremos aprender del conocimiento que puede aportar la genuina visión del mundo de otra generación? ¿O queremos pegarnos sin más tirándonos tuits a la cabeza?  

La (eterna) guerra cultural generacional 

Comunicación - Fuente: Pexels
Comunicación – Fuente: Pexels

Por Internet circulan hasta esquemas generacionales que te explican “de quién eres” según cuándo hayas nacido. En nuestro afán por categorizar, clasificar, enconar, vender y consumir, ponemos nombre a cada generación y le atribuimos unos supuestos valores, unas virtudes y unos defectos: a todos y cada uno de sus miembros, sin excepción. Si eres boomer eres un retrógrado conservador, si eres millennial un Peter Pan que quedó varado en Friends y Star Wars, y si eres zeta hablas como si llevaras un autotune en la garganta. Y así sucesivamente.

Y partiendo de todos esos dudosos constructos no muy científicos azuzamos enfrentamientos… como si fuera la primera vez que sucede en la historia de la humanidad. Pero ya Ícaro voló demasiado cerca del sol impulsado por su irrefrenable rebeldía. Suponemos que antes de ponerse las alas le dijo a su padre Dédalo: “OK, boomer”. 

Los hijos deben ser rebeldes para construir su identidad, deben dudar de los valores de la sociedad, dominada por sus antecesores, para construir los suyos propios. Y cuando llegan a la madurez, algunos, al menos, descubren que los mayores no estaban tan equivocados y ellos no eran tan sabios. Pero no tienen mucho tiempo para estas reflexiones porque por detrás llega otra generación de rebeldes que hará lo mismo que ellos. Y así hasta el infinito. Esperemos que así sea, por nuestro bien. 

Tal vez la guerra actual entre boomers y el resto de mundo tenga un trasfondo económico que desborda este análisis, pero no cabe duda de que esta supuesta batalla cultural entre el imperio inmovilista y los rebeldes del ‘ahorismo‘ no es más que otra versión de la misma guerra de siempre amplificada, en este caso, por el universo digital y por la supuesta incertidumbre del futuro. 

Pero la historia y la experiencia —esa que cada vez sirve menos según algún intelectual boomer que se perdió la clase del mito de Ícaro— nos dice que algo bueno saldrá de este enfrentamiento, como siempre ha sucedido en la historia. Porque ni el pasado fue tan hermoso ni el futuro es tan aterrador. El mundo seguirá girando, incluso, aunque la generación boomer muera siendo ayer, muera siendo amanecer, que dijo el poeta. 



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