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¿Por qué mi psicólogo no me funciona?

Hay momentos en la vida en que todos, antes o después, necesitaremos acudir a un psicólogo. Situaciones de conflicto, duelos, problemas de ansiedad, adicciones, trastornos o síndromes de algún tipo son algunos de ellos. No olvidemos que las ocasiones en que debemos afrontar instantes difíciles o circunstancias que nos marcan y sobrepasan afectando a nuestra salud mental son algo habitual, puesto que forman parte del mero hecho de vivir.

Sin embargo, no siempre acertamos con el profesional que elegimos o que nos recomiendan cuando acudimos a terapia. ¿Por qué sucede algo así? Estas son las claves por las que tu psicólogo no te funciona, por las que puede que la terapia no te esté dando los resultados esperados. Tal vez te sorprendan los posibles motivos.

Motivación personal

Terapia
Si la terapia no funciona, lo más fácil es echarle la culpa a otra persona./Foto: Unsplash

Si quieres saber por qué no funciona la terapia a la que vas, deberás ser muy sincero contigo mismo, porque lo más fácil siempre es echarle la culpa a otra persona. Pero una de las principales razones por las que la terapia falla no tiene nada que ver con el profesional que la ofrece, sino con la persona que acude a consulta. Y es que por muy bueno que sea el profesional, si el paciente no se implica, es imposible que un psicólogo haga milagros.

Para que la terapia funcione, quien acude a ella debe ser consciente de que la necesita. A menudo las personas acuden a terapia porque se lo ha pedido su pareja, para complacer a sus padres o por cualquier otro motivo por el que son otros los que la instan a acudir. Pero si el propio paciente acude por cumplir con lo que otros le piden o por agradarlos, sin haber asumido que tiene un problema o considerando que éste carece de importancia, difícil será que la terapia surta efecto. Para solucionar un problema es necesario reconocerlo y, tan importante como eso, responsabilizarse de él en la parte que a uno le toca.

Resistencia al cambio

Otras veces, quien acude a terapia lo hace plenamente consciente de que lo necesita y que con ello podrá mejorar su bienestar emocional y su calidad de vida. Sin embargo, aunque conecte con el psicólogo y se sienta implicado, tampoco le funciona. En estos casos, puede suceder que sean las propias resistencias inconscientes del paciente las que jueguen en su contra.

El paciente puede estar boicoteando cada una de las sesiones sin ser consciente de ello. Incluso es posible que insista en que su problema es otro al que realmente es. Mostrarse a la defensiva, rechazar determinados cambios o no afrontar los verdaderos miedos forman parte de este tipo de conductas.

Selección del psicólogo

Mujeres sentadas en sofá en consulta del psicólogo
Las resistencias inconscientes del paciente pueden jugar en su contra./Foto: Pixabay

Lo que puede fallar en la terapia también puede ser el vínculo con el psicólogo, porque no se ha seleccionado al profesional adecuado. Sin embargo, hay personas que, si se encuentran en algunas de las situaciones descritas anteriormente, pueden caer en la tentación de echar la culpa al terapeuta para no asumir su actitud negativa ante la terapia. Es fundamental sentirse escuchado sin ser juzgado por el profesional que a uno le trate, ha de inspirar confianza y uno debe de estar cómodo ante su presencia.

Para elegir al psicólogo ideal para ti, asegúrate de que se trata de un profesional colegiado para ejercer. En el territorio español, esto lo puedes consultar en los buscadores de las páginas web de los distintos Colegios Oficiales de Psicólogos de cada comunidad autónoma. Puedes acceder a sus páginas a través del listado que facilita el Consejo General de la Psicología de España. Infórmate también si el psicólogo está especializado y tiene experiencia en el problema que padeces, y consulta cuáles son los tratamientos que usa, que deben basarse en una fundamentación científica.

Comportamiento del terapeuta

Es posible que hayas dado con alguna excepción entre los estupendos profesionales que hay en este país y te hayas encontrado con uno que no te preste la atención debida. Tal vez se exceda hablando de sí mismo durante la sesión, percibes que está distraído pensando en otras cosas, realiza signos de aburrimiento y ni siquiera se moleste en formularte preguntas que resultan imprescindibles para atender tu caso.

Incluso es posible que ignore tus preguntas o que no te facilite una explicación adecuada sobre por qué toma determinadas decisiones o encomienda determinadas tareas y estrategias para afrontar tu problema. Tampoco debe cruzar la línea profesional que delimita el trato entre un médico y un paciente, ni debe imponerte su propia escala de valores. Una cosa es generar un ambiente de confianza y tranquilidad, y otra excederse en el trato hacia tu persona. Si has tenido la mala suerte de dar con una de estas excepciones que presenta alguno de estos comportamientos, lo mejor es que cambies de especialista y que inicies la terapia en otro más adecuado. No pierdas un tiempo que es precioso.



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