Otras miradas

De Magariños a La Nave: ¿qué ha pasado con el liderazgo de Yolanda Díaz?

Alejandro Solís Rodríguez

Politólogo

La vicepresidenta segunda, ministra de Trabajo y líder de Sumar, Yolanda Díaz, interviene durante el acto de cierre de la Asamblea fundacional de Sumar, en La Nave, a 23 de marzo de 2024, en Villaverde, Madrid (España).- Ricardo Rubio / Europa Press
La vicepresidenta segunda, ministra de Trabajo y líder de Sumar, Yolanda Díaz, interviene durante el acto de cierre de la Asamblea fundacional de Sumar, en La Nave, a 23 de marzo de 2024, en Villaverde, Madrid (España).- Ricardo Rubio / Europa Press

Hace un año, Yolanda Díaz presentó en Madrid, en el polideportivo Antonio Magariños, su candidatura a la Presidencia del Gobierno de la mano de Sumar. Una candidatura que, entre otras cuestiones, tenía el objetivo de recomponer el espacio ‘a la izquierda del PSOE’, que, después de los errores de Unidas Podemos durante la última legislatura, había quedado muy debilitado. Todo ello, en base a un hiperliderazgo de Díaz que, tras la salida de Pablo Iglesias del Gobierno, se había fraguado al calor de sus éxitos al frente del Ministerio de Trabajo. 

En ese momento, Díaz aún era la líder política que contaba con una mejor valoración por el conjunto del electorado, por delante de Pedro Sánchez y de Alberto Núñez-Feijóo. Además, la presentación de su candidatura al frente de Sumar, la situó cerca de la segunda posición en la preferencia para ocupar la Presidencia del Gobierno, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).  

Por si fuera poco, unos días después de la presentación de su candidatura, en un momento en el que la tensión entre Podemos –cuyos líderes no acompañaron a Díaz en Magariños– y Sumar por los términos de una posible coalición era máxima, se publicaron una serie de encuestas en las que señalaban que una posible unión de la izquierda podría situarse entre el 16,3%, según SigmaDos, o el 18,2% de los votos, según 40dB. Una posibilidad, para un espacio político que se situó en el 12,97% de los votos en el 2019 –y que, en los últimos meses antes de Magariños, apenas se situaba por encima del 10%, según las encuestas–, que suponía un auténtico soplo de aire fresco. De nuevo, la ilusión volvía a ser la protagonista. 

Desde entonces, lo que ha pasado en sólo un año es ya historia. Primero, la negativa de Sumar, que aún estaba naciendo, de concurrir a las elecciones del 28M. Después, una derrota sin paliativos de la izquierda, que, en gran medida –pero no sólo–, se produjo por la descomposición del espacio que representaba Unidas Podemos. Posteriormente, la convocatoria de elecciones anticipadas, que hizo posible la unión in extremis –y a regañadientes– de Podemos y Sumar. Y ya, por último, la remontada de una izquierda, que pudo hacer frente a un 'consenso demoscópico' que parecía imparable.  


Un año después de Magariños, la izquierda continúa en el Gobierno, esta vez con Sumar. Además, los de Díaz acaban de celebrar su I Asamblea, esta vez en el espacio La Nave, con un carácter fundacional. Ahora bien, ¿en qué punto se encuentra el liderazgo de Yolanda Díaz un año después de la presentación de su candidatura? 

En primer lugar, desde hace unos meses, Díaz ya no es la líder política mejor valorada. De cara al 23J, aún lo era con una valoración media de 4,84. Sin embargo, la movilización de la izquierda –y, sobre todo, del PSOE– durante las últimas semanas de campaña, motivó que Pedro Sánchez obtuviese una valoración media de 4,79. Seguía siendo la líder política mejor valorada, pero la distancia con Sánchez y Feijóo, que unos meses atrás era abrumadora, se había esfumado. 

Justo después de las elecciones, quizás por el decepcionante resultado de la izquierda, que se salvó por la mínima, la valoración media de los líderes políticos cayó en picado. Así pues, Sánchez pasó a ser el líder político mejor valorado con un 4,49, seguido de Díaz, con un 4,39, y Feijóo, con un 4,38. Posteriormente, han ido disputándose este liderazgo los tres líderes, aunque su valoración no ha hecho más que caer. En el último barómetro, Feijóo se situó a la cabeza con un 4,22. A sólo una décima de Díaz y Sánchez, con un 4,11 y un 4,1, respectivamente.


Pero ¿por qué ha caído tanto la valoración de Díaz? Principalmente, porque se ha resentido la buena imagen de la que gozaba entre su propio electorado. Antes del 23J, la líder de Sumar gozaba de una muy buena valoración entre los votantes de Unidas Podemos en el 2019, con una media que se situaba por encima del 7. Además, tenía una muy buena percepción entre los votantes del PSOE, lo que le sirvió para poder situarse en primera posición.  Sin embargo, si después del 23J los votantes de Sumar le daban un 7,61 de media, unos meses más tarde, su valoración había caído 8 décimas, hasta el 6,81. Una caída que también se ha producido entre el electorado del PSOE, aunque no tan intensa. ¿Los motivos? Pueden ser muchos: las disputas internas entre IU, Más Madrid y los Comunes durante la configuración de Sumar en el Congreso de los Diputados, las cesiones frente el PSOE durante la negociación del Gobierno de coalición, la dramática ruptura con Podemos o la derrota de Galicia.  

No se trata de que sea Díaz la culpable de todas estas cuestiones, sino de que así lo crea el electorado. Lo que parece claro es que la ilusión con Sumar, y con Yolanda Díaz, ha derivado, en una parte de su electorado, en un cierto pesimismo, según apuntan los datos. 

¿Y qué ocurre con la preferencia para ser presidente/a del Gobierno? Después de Magariños, Yolanda Díaz se situó muy cerca de Feijóo, aunque la victoria del PP el 28M le catapultó, por lo que la 'luna de miel' duró sólo un par de meses. Posteriormente, el 23J motivó una vuelta a la certidumbre del bipartidismo, con Feijóo y Sánchez disparándose. Desde entonces, esto no ha cambiado. Sólo un 6,3% de los votantes en España la sitúa como su preferida para ser la próxima presidenta del Gobierno, unas décimas por encima de Abascal y a más de 10 puntos de Sánchez o Feijóo. 


Algo que, de nuevo, se aprecia muy bien entre su propio electorado. Uno de los principales problemas que tenía Díaz entre el electorado de Unidas Podemos y, más tarde, Sumar, es el papel de subalternidad frente al PSOE. Esto provocaba que una parte considerable de sus votantes situase a Sánchez como su líder preferido para la Presidencia del Gobierno, asumiendo un rol secundario, tanto en el Gobierno como en la disputa ideológica de la izquierda.

Por ello, antes del 23J, sólo un 50% de sus votantes elegía a Díaz como su preferida. Sin embargo, aunque las elecciones la empujaron hasta el 62,5%, pasó a caer justo después hasta situarse, en el último barómetro, en el 40,2%. Una caída de más de 20 puntos. Es decir, que, en estos momentos, sólo 4 de cada 10 votantes de Sumar sitúan a Díaz como su preferida para ocupar la Presidencia del Gobierno. Sin embargo, uno de cada cuatro prefiere a Sánchez, mientras que hay un considerable 20% de sus votantes que opta por el «Ninguno/a de ellos/as»; la desafección política.

Una vez más, una muestra de que la ilusión de Magariños derivó, rápidamente, en un cierto pesimismo para una parte de los votantes de Sumar. Ahora bien, como todos, este problema tiene solución. Para evitar que el pesimismo se torne endémico, Sumar, y Yolanda Díaz, tienen que ser capaces de resolver los problemas de su espacio político: la construcción de su carácter confederal, el respeto a los territorios –alejándose del centralismo de Madrid, que tanto daño ha hecho a la política en España–, la falta de cuadros políticos más allá de Díaz o la ruptura con Podemos, entre otros.


Ahora bien, para lograrlo, necesitará apoyos: tanto de las organizaciones que componen Sumar, como de su militancia y el conjunto del electorado. No se trata de predicar el final de Sumar y de Díaz, como no paran de hacer algunos, sino de señalar sus debilidades, corregirlas y seguir caminando.

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