/ Cultura

Dos jóvenes se fotograían junto a un busto gigante de Goya en Valladolid, este jueves, un par de días antes de la celebración de los Premios Goya. Foto: R. García (EFE)
Dos jóvenes se fotograían junto a un busto gigante de Goya en Valladolid, este jueves, un par de días antes de la celebración de los Premios Goya. Foto: R. García (EFE)
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, visita la exposición 'La emoción de los Goya', en la plaza Zorrilla de Valladolid. Foto: Claudia Alba (Europa Press)
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, visita la exposición 'La emoción de los Goya', en la plaza Zorrilla de Valladolid. Foto: Claudia Alba (Europa Press)

Los Goya agitan el avispero

La 38 edición de los máximos galardones de la Academia de Cine se celebran esta noche con una ciudad sitiada por la Policía para evitar el boicot de la gala. En paralelo, el coloso de Juan Antonio Bayona luchará contra ‘20.000 especies de abejas’ que prometen dejar su aguijón para que nadie olvide que la cultura escuece y tiene una dimensión política sanadora.

Aurora Muñoz

La tormenta perfecta se cierne sobre la celebración de la 38 edición de los Premios Goya, incluso literalmente. La jornada previa a la gala de Valladolid amaneció cubierta por un manto de lluvia y en la plaza mayor se daban cita unos paraguas morados junto a la pantalla gigante que retransmitirá la ceremonia en directo para los que se animen a plantar cara a la meteorología. Allí se encontraba la ministra de Igualdad, Ana Redondo, junto a unas enormes letras rojas y blancas que componían la palabra «Respeto». Eso es lo que piden los sindicatos CCOO y UGT al gobierno autonómico. «Aprovechamos los Goya para denunciar la actuación de la Junta de Castilla y León en estos ámbitos culturales, especialmente a través de los responsables de la extrema derecha en los ayuntamientos donde gobiernan en coalición con el PP. Ya se han dado muestras de obscena censura directa», explicaba una de las encargadas de la organización mientras daba las gracias a Redondo por respaldar la convocatoria de una manifestación que arranca a las 12.00 horas con el apoyo de 120 organizaciones locales desde la Consejería de Sanidad en Valladolid.

Esto sucede después de que el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo (Vox), asegurara que estará presente en la gala, junto a la teniente de alcalde de Valladolid, Irene Carvajal. A pesar de que la dirección nacional de Vox había instado a los cargos de este partido a no acudir a los Goya «en solidaridad con los agricultores» y que el propio Gallardo estima que «España no está para fiestas», ha decidido poner la nota discordante. «Mi presencia va a escocer», añadió en declaraciones a Efe.

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León ha reclamado a los actores que participen este sábado en la gala de los Premios Goya que hagan «reivindicaciones reales» y hablen de los problemas de agricultores y ganaderos, que tenían prevista una tractorada reivindicativa para esta jornada, sin comunicación oficial. Horas antes de la gala, resurgió la convocatoria por grupos de WhatsApp. «Este año la fiesta de los Goya se celebrará en la calle», ha sido una de las proclamas recogidas en estos canales. Para evitar que suceda, Valladolid se ha blindado con 1.300 policías que tienen cercada la urbe e incluso ese control férreo ha puesto en pie de guerra a los vecinos, que vieron confirmada ayer la noticia de que una fiesta para los nominados cerrará al tráfico esta noche en la calle Duque de la Victoria. Se trata del cóctel oficial que organiza Orson Salazar, marido de Paz Vega, en el Círculo de Recreo, tras la entrega de los galardones. El ayuntamiento ha reconocido que, para evitar aglomeraciones, prohibirá también aparcar entre Regalado y Ferrari.

Frente a la crispación, reivindicación

Además, el viernes estaba convocada también una huelga ferroviaria que ha llevado a la cancelación de 310 trenes de larga y media distancia. Todo parecía haberse alineado para complicarle la noche a la gran fiesta del cine español, pero nada ha agitado más el avispero que la publicación hace dos semanas de una exclusiva de El País que vuelve a recordarnos que el cine fue el origen del Me Too y que España tiene pendiente su propia revolución. Tal y como sucedió en la alfombra roja de los Premios Feroz, se espera que los protagonistas del séptimo arte dejen claro una vez más que no habrá paz para los malvados. Y es que, en estas casi cuatro décadas de galardones, los Goya han demostrado que la cultura es un motor de cambio.

El año pasado se cumplieron 20 años de aquel grito clamoroso de nuestros cineastas contra la guerra de Irak desde el Palacio Municipal de Congresos del Campo de las Naciones de Madrid. Desde entonces, los Goya han viajado por distintos puntos de la geografía española y han sabido navegar por aguas revueltas en más de una ocasión, incluso revolverlas cuando las circunstancias lo requerían. Esta vez han recalado en la feria vallisoletana y aquí toca poner los focos sobre las historias de una infinidad de mujeres que son silenciadas por un sistema patriarcal que no las cuestiona, las juzga y las invisibiliza. El cine ha puesto todo su poder sanador a su disposición y refleja cómo el talento femenino es capaz de acaparar los grandes titulares.

El año de las mujeres

Estos han sido los primeros Goya con más nominadas que nominados. Según un estudio realizado por CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales de España, la presencia femenina ha crecido notablemente en estos premios desde el año pasado, cuando tan solo un 40% de las candidaturas incluían mujeres. En esta edición, el porcentaje escala hasta el 61%. No solo eso. Gran parte de las alegrías que nos ha dado el cine español fuera de nuestras fronteras a lo largo de este año se las debemos a cineastas como Elena Martín Gimeno, que ganó el premio a la mejor película europea de la Quincena de Cineastas de Cannes por Creatura, su segundo largometraje en el que ofrece una mirada insólita y valiente sobre el despertar sexual.

«Más mujeres en el cine español, pero no más mujeres para putearlas ni en las brigadas de limpieza, que seguro que dejarán esto luego como los chorros del oro. El lema que llevamos en el abanico es que hacen falta más mujeres que manden», anticipó Isabel Coixet hace seis años en la gala de los Goya en la que se llevó las estatuillas a Mejor Película, Dirección y Guion Adaptado por La librería. Esta vez llegará a la cita con una historia sobre el deseo y la soledad que se basa en la novela de Sara Mesa Un amor, y el reconocimiento de la Academia del Cine europeo que le concedió en noviembre el galardón honorífico al Logro Europeo en el Cine Mundial. Casi nada. Sin embargo, ni siquiera ese enorme triunfo la trae como la favorita de la noche.

Estebaliz Urresola Solaguren se estrenaba como la más nominada de esta edición. Las 15 nominaciones de 20.000 especies de abejas pronostican una lluvia de premios. Su equipo lleva derramando lágrimas de alegría desde hace un año, cuando la pequeña Sofía Otero ganó el Oso de Plata a la mejor interpretación de la Berlinale por interpretar a la niña trans de 8 años que centra este drama donde lo importante no es solo lo que se cuenta, sino también la delicadeza y la sensibilidad con la que se relata. La Asociación de Informadores Cinematográficos también supo ver las virtudes de esta película y anticipó algo que quizás podía parecer inesperado: un debut cinematográfico podía llegar a imponerse a una superproducción con el sello de Netflix.

La antesala de las estatuillas doradas

Juan Antonio Bayona nos hizo regresar a la montaña con La sociedad de la nieve más de 50 años después del accidente aéreo. Su esfuerzo por sacar adelante un proyecto rodado en España y en castellano le valió dos nominaciones a los Oscar en las categorías de mejor cinta extranjera y mejor diseño de maquillaje. No sería justo deslizar el chiste y proclamar que lo imposible era que no fuese la única película española reconocida por Hollywood en esta edición; pero lo cierto es que la nominación del filme Robot dreams de Pablo Berger a mejor película animada demuestra que nuestro cine está en buena forma.

Ese virtuosismo se traduce en cuatro nominaciones para la adaptación al cine de la novela gráfica de Sara Varon y otras 13 para la catástrofe de los Andes, que viene también de arrasar hace una semana en las medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos. Es el gran coloso de la edición, pero todo parece apuntar que unas diminutas abejas impedirán que se repita la concentración de premios que vivió Mar adentro en 2004. El largometraje de Alejandro Amenábar consiguió 14 de los 15 galardones a los que estaba nominado e hizo historia. Puede que el director de El Orfanato no tenga a su alcance batir ese récord, pero podría llevarse la estatuilla a la mejor dirección. ¿Será esta la antesala de unos Oscar afortunados?

Una gala para soñadores y amantes del séptimo arte

«Saber envejecer, that’s the question», resume uno de los personajes de Cerrar los ojos y quizás esa debía ser una de las claves de estos premios que ya se encuentran al borde de su crisis de los 40. Hace ya medio siglo desde que Torrent vio a un fantasma y es ahora cuando vuelve con la misma frase que puso el broche final a El espíritu de la colmena: «Soy Ana, soy Ana», dice. Con esas palabras cierra un círculo y trae de regreso a Víctor Erice tras más de tres décadas sin un largometraje en la cartelera. El director ha logrado 11 nominaciones con esta nueva película, que llega en el mejor momento para apelar a la nostalgia por el cine. Javier Ambrossi, Javier Calvo y Ana Belén lo han puesto todo como presentadores a favor de la causa e incluso esta última se ha dejado aplastar por un piano de cola en la promoción que nos avanza una ceremonia que estará dedicada a la pasión por el séptimo arte y cómo las películas pueden cambiarte la vida.

Eso fue lo que le sucedió a la mismísima Concha Velasco, que hizo bandera durante toda su existencia de aquel deseo infantil con el que todo comenzó: «Mamá, quiero ser artista». La recientemente fallecida actriz vallisoletana recibirá esta noche el homenaje de su ciudad natal en la gala, en la que Calvo y Ambrossi se atreverán a bailar. Desde sus casas, los telespectadores también podrán hacerlo, al ritmo de AmaiaDavid BisbalEstopa, María José LlergóIndia MartínezNiña PastoriSílvia Pérez Cruz y el portugués Salvador Sobral, ganador de Eurovisión 2017, que amenizaran el evento dirigido por Ángel Custodio.

La noche promete momentos emotivos, como la entrega del Goya de honor a Juan Mariné, director de fotografía, restaurador e investigador con una carrera en el cine de 80 años, y el Goya Internacional a Sigourney Weaver, que apurará sus últimas horas antes de la recepción en una encuentro con el público que se celebra a las 12.00 h en el Teatro Carrión. La anterior cita, en Sevilla, fue líder de audiencia con casi 2,7 millones de espectadores, el 23.4% del público. Este año hay motivos suficientes para esperar que la fiesta del cine no defraude. Que no duerma nadie.